Diario El Nuevo Día
MARTES 02 DE FEBRERO DE 2010
El mercurio, cuyo verdadero nombre es hydrargyrium, llegó al Tolima en forma clandestina, disfrazado de fungicida y se utilizaba en las semillas para prevenir el ataque de hongos imprimiendo en los granos un vistoso color rojizo, como anunciando su poder tóxico. Muy tarde se descubrió que las semillas, ingeridas por las tórtolas, permitían la entrada del veneno en las cadenas alimenticias silvestres.
También podrían seguir otro destino, como ocurrió con la familia Monak, que llevaron granos de arroz contaminados a la despensa, a la mesa y a los platos de todos y cada uno de los familiares: ellos pusieron los primeros muertos del mercurio en el Tolima.
Igualmente se metió en nuestras bocas bajo la forma inofensiva de las amalgamas... de la mano de los odontólogos.
Germán Castro Caicedo
German, excelente periodista, con mucha conciencia ambiental, descubrió acumulaciones de mercurio en las playas de Cartagena y almacenamientos en frascos en depósitos de la Armada y valientemente logro el primer denuncio hecho en Colombia sobre envenenamiento de peces, de pescadores y de sus familias en la bahía de Cartagena.
En Minamata
En Nairobi, en la reunión de Naciones Unidas, conocimos a un hombrecito japonés –paralítico- que en una silla de ruedas había viajado desde Minamata para llevarnos un mensaje con la esperanza de que los allí presentes lo divulgáramos por todo el mundo.
Cuando vimos a ese pequeño hombre intentar temblorosamente ponerse de pie desde su silla de ruedas para alcanzar al micrófono, se hizo un profundo silencio solidario en la sala, el paralítico, con la enfermedad llamada de Minamata, ocasionada por la contaminación de las aguas con mercurio, quería contarnos que muchos hijos de pescadores japoneses estaban naciendo con el cerebro lesionado, con el sistema nervioso inútil, algunos paralíticos, que muchos adultos murieron por comer pescado contaminado... y que el mar también había muerto.
Posteriormente hablamos con él y le contamos que la bahía de Cartagena, en Colombia, estaba cargada del tóxico mercurial y que en el Tolima una empresa denominada Mineros El Dorado pretendía, al igual que la Chisso en el Japón, contaminar al río Saldaña, al río Magdalena, a los peces y a los niños colombianos. Con la profundidad del sufrimiento y con los ojos húmedos nos imploró y nos comprometió para que lo impidiéramos. Después nos hizo llegar el libro Minamata, con las fotos de los esposos Smith, fotógrafos de la Revista Life.
Son imágenes desgarradoras que nos llegaron cuando los tolimenses estaban bajando la guardia, los funcionarios del gobierno se preparan para transacciones y en los campamentos de Mineros El Dorado estaban de fiesta. Y ahora nos encontramos con derrames de mercurio en Yanacocha, Perú, y la amenaza reaparece con el nombre de AngloGold Ashanti.
Por Gonzalo Palomino Ortiz
Observatorio Ambiental de la
Universidad del Tolima
www.siempreseremosverdes.com
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