domingo, 30 de enero de 2011

A toda máquina

Por: Alfredo Molano Bravo
El Espectador
I 30 2011

MAL COMIENZA LA LOCOMOTORA minera. Se descarrila. Los rieles son herrumbrosos, están rotos y no sólo son discontinuos, sino que no son paralelos.


Además, la máquina es obsoleta. La explosión en la mina La Preciosa, vereda San Roque, municipio de Sardinata, Norte de Santander, dejó 21 muertos. En 2007 la misma mina dejó 32 obreros muertos por la misma causa: estalló una bomba de gas metano. En Amagá murieron el año pasado 87 mineros. Ingeominas declara que en 2005 hubo 40 emergencias de explosión o derrumbe y 37 muertos; en 2010, 76 emergencias con 176 muertos. Las cifras de la Defensoría del Pueblo son más alarmantes: en los últimos tres años han muerto 216 obreros en minas de carbón y oro. El ministro Carlos Rodado se ha excusado: es que para controlar la seguridad en 6.000 minas sólo hay 13 empleados. De otro lado, según cifras oficiales, para vigilar la protección social hay 350 inspectores para todo el sector minero energético. La seguridad minera —salvo, claro está, la que rodea con ametralladoras o cañones las zonas de las grandes compañías— es prácticamente nula. Y no es fácil de aumentar y poner, digamos, a nivel de la de Chile, o de Perú, porque, como dice un experto de la Universidad Nacional, la rentabilidad prevalece sobre la seguridad. ¡¿Cuánto no dejarían de ganar los empresarios mineros si se parara la explotación de un entable para medir tres veces diarias los niveles de gas metano y de polvillo de carbón?! Más barato, dirán, es pasarle un billete al inspector; o pagar los entierros con los fondos de la tan de moda responsabilidad empresarial que sus señoras han creado y que sirven hasta para enviar coronas a los sepelios.

La realidad es dramática. Las licencias las da Ingeominas sobre papeles que las mismas empresas interesadas llenan; en los municipios, los alcaldes, siempre a la caza de “colaboraciones generosas” y con el chantaje del empleo sobre sus puestos, terminan firmando lo que las empresas pidan. El mismo trámite existe en las corporaciones de desarrollo regional para obtener los permisos ambientales: las aceitan.



Legalizar la explotación de minas es fácil y barato: basta untarle la mano a quien se ponga intenso, rígido o terco. (Ahora se usa regalar collares de oro para borrar las huellas del soborno). Visto así, los empresarios pagan varios tributos para poder funcionar: a paras o guerrillas; a la fuerza pública, a través de colaboraciones institucionales; al Estado, y a los funcionarios del Estado. Y también a las comunidades para que las fuerzas vivas no hagan manifestaciones que incomoden o denuncien los atropellos por venir: regalan la pintura para una escuelita, pagan cinco obreros para que hagan las cunetas en una trochita, otorgan tres bequitas, siembran 12 pinitos. Obras pías, todas en diminutivo. Y ya. A que la máquina ruede.

¿Cómo va el gobierno actual a tramitar los miles de títulos mineros que el anterior otorgó a diestra y siniestra con una criminal irresponsabilidad? Más grave: ¿Cómo va a controlar la seguridad social y la militar en esas minas? Simple: dándoles las concesiones de explotación a las grandes compañías como la del Cerrejón —cuyo sindicato prepara una huelga por alza de salarios— y sacando a los pequeños mineros del juego, es decir, ilegalizándolos. Ya se resbala el argumento de que la informalidad o la ilegalidad de la pequeña minería son causas de los accidentes, cuando los muertos de Amagá y de Sardinata, más de 100 en seis meses, son responsabilidad de las empresas mineras legales. Lo que hay es una estrategia oficial para que los pequeños mineros de oro y de carbón les dejen el campo libre a las grandes compañías.



En materia de medio ambiente la cuestión no es menos catastrófica. Conjeturo que los mismos señoritos que aprobaban los regalos en Agro Ingreso Seguro son los que firmarán las licencias ambientales para explotar las minas de oro, platino, carbón, coltán. ¡Para eso se necesita experiencia! Y la tienen. Se dará licencia para secar acuíferos, como en La Jagua de Ibirico; botar a los ríos miles de toneladas de cianuro y mercurio, como en Remedios, Segovia y Cajamarca; destruir los páramos, como el caso de Santurbán y Sumapaz. En fin, hacer ochas y panochas con lo que les pertenece a nuestros hijos y nietos. Para manejar —palabrita de moda— el sector ambiental es necesario no sólo saber nadar entre tiburones, sino lo que es más peligroso: entre abogados, economistas, expertos ambientalistas, coroneles y demás empleados que representan los poderosos intereses de las poderosas compañías multinacionales.

Hay que abonar que el presidente Santos haya suspendido sus compromisos en Europa para venir al sepelio de los mineros de La Preciosa y que el ministro Rodado haya invitado una misión chilena a ver qué se puede hacer en este caos.

sábado, 29 de enero de 2011

Falta de debate sobre el modeloTensiones entre extractivismo y redistribución en los procesos de cambio de América Latina

Raúl Zibechi
ALDEAH

Voy a tocar cuatro aspectos en relación al tema del vínculo que existe entre el extractivismo y la redistribución de la riqueza, entendiendo que este vínculo implica relaciones de poder.


Falta de debate sobre el modelo

Una primera tensión es la falta de debate que tenemos sobre el modelo. En general, se ha aceptado, se ha asumido, por parte de los gobiernos, de que éste es el modelo viable y posible; de que éste es el modelo necesario para seguir adelante. Y no hay debate. Las izquierdas, nos hemos fortalecido, los movimientos nos hemos fortalecido, en la trayectoria, discutiendo, debatiendo, interpelando, confrontando. No es necesario rebajar el nivel del debate, rehuir el debate para seguir siendo de izquierda o para tener un cierto nivel de apoyo a los gobiernos.

Si no discutimos, si no elevamos la temperatura de los debates, se va a seguir haciendo lo mismo, se va a seguir continuando con un modelo que ya tiene un camino hecho. Podría aceptar si los gobiernos progresistas y de izquierda argumentaran “a fin de mes, el Estado tiene que pagar a los funcionarios, a los maestros, a los médicos, a las enfermeras, a los militares; pagar las obligaciones que tiene todo Estado, pagar los salarios, como mínimo. Y para eso necesitamos ingresos”. Pero no se argumenta así, se nos dice que éste es el modelo bueno, cuando hay una mínima interpelación. Si aceptáramos ese debate, entonces estaríamos en ese otro lugar para decir “hoy esto es lo que hay, pero veamos de qué manera se puede intentar salir de este modelo”. Hay un mínimo avance en ese sentido en el caso del proyecto ITT. Es un espacio interesante pero absolutamente insuficiente. Lo que predomina es la continuidad: la continuidad, sin debate. ¿Cómo vamos a fortalecer alternativas al extractivismo? ¿Diciendo que el extractivismo es bueno, que hay que hacer represas hidroeléctricas gigantes, que hay que continuar con la minería, que hay que continuar con la soja, que hay que continuar con la caña de azúcar para hacer biocombustibles, con la forestación, etc.? Es necesario abrir un debate profundo en los movimientos y entre los movimientos y los gobiernos. Abriendo un debate, ya estaríamos en otro lugar, en otra situación.

Difícil construcción de nuevos actores sociales

El secundo problema que veo, es que aún no hay actores sociales suficientemente consolidados para combatir el modelo extractivista. Voy a dar un ejemplo: durante la fase de privatizaciones del modelo neoliberal, existían actores, por lo menos en el cono sur, en torno al movimiento sindical. Lo que se privatizaba eran empresas estatales. Entonces, los sindicatos y buena parte de los trabajadores del Estado y de otros sectores - aunque no fueran del Estado - ya tenían una clara consciencia de que esas empresas, si se privatizaban, iban a implicar una perdida para los trabajadores y para el país. Y había una consciencia de derechos que giraba en torno a esta propiedad estatal; de las empresas de telecomunicaciones, de petróleo, de gas, de electricidad, de correos y otras. Hoy en día es más complejo: los emprendimientos extractivistas están lejos de la grandes ciudades, en la cordillera andina, o en la Pampa, o en situaciones que no afectan, o solo indirectamente, al grueso de la población; las poblaciones de las grandes capitales (y hoy tenemos una población mayoritariamente urbana en América Latina), no están inmediatamente afectadas por una concesión minera a quinientos, a mil kilómetros de la cuidad, o porque se abren campos para la soja o para la forestación. Y muchas de esas áreas son territorios poco poblados. El año pasado, estaba en Ecuador. Solamente yendo a las comunidades más afectadas por la contaminación de las nacientes de los ríos, uno puede comprender esa dificultad para que aquella comunidad, que está cerca de cuenca, le transmita a la gente de la cuidad: “a nosotros ya nos llega el agua contaminada, dentro de un tiempo Uds. van a tener un problema gravísimo”. Hay una dificultad enorme que está trancando, trabando, enlenteciendo la constitución de actores sociales.

Entonces es natural que la construcción de actores sociales para enfrentar el extractivismo sea una tarea más compleja, más larga, más dificultosas; porque salvo en el caso de unas cuantas comunidades quienes combaten los efectos inmediatos del extractivismo, estos efectos no son claramente perceptibles para el grueso de la población. Y en este periodo, es imprescindible abrir un debate necesario para la constitución de actores sociales. Los actores sociales no se constituyen sino en conflicto. Y el papel del debate, de la clarificación de ideas, es fundamental. Debate y conflicto van de la mano.

Efecto domesticador de las políticas sociales

La tercera tensión que observo, por lo menos desde el cono Sur, es la cuestión de las políticas sociales. Por un lado, las políticas sociales alivian la pobreza. Han conseguido disminuir la población bajo la línea de pobreza. Han conseguido que las personas tengan más alimentación, más salud, etc. No han sido suficientes para disminuir la desigualdad (en mi país, Uruguay, la desigualdad sigue creciendo, aunque la pobreza bajó de la mitad), lo que es un indicador de que el patrón de acumulación sigue siendo polarizador. Y lo mismo sucede en Argentina, en Brasil y por supuesto en Chile.

Pero además, esas políticas sociales tienen otro problema, y ahí está la tensión y la contradicción. Tienden, y lo voy a decir con todas las letras, a domesticar a los actores sociales, a dificultar el relanzamiento de los conflictos. Tienden a dividir, a cortar, a fragmentar; ya no a dirigentes puntuales sino a organizaciones enteras. Y a los que no se someten a esa domesticación, se los criminaliza.

Entonces tenemos una necesidad de discutir las políticas sociales, que por ahora no están en el debate. Se acepta que ayudan a mejorar la situación de pobreza, pero no se ven los problemas que crean en el debilitamiento de los movimientos. Las políticas del combate a la pobreza no son nuevas; las inventó, a raíz de la derrota del Vietnam, un señor que se llamaba Robert McNamara, que fue presidente de la Ford y después fue ministro de defensa. Después de la guerra del Vietnam, fue durante años presidente del Banco Mundial e inventó el combate a la pobreza, diciendo: “si no combatimos ciertos niveles extremos de pobreza, nunca ganaremos”. Pensaba como un militar.

Entonces, el Banco Mundial fue el pensamiento duro de las políticas sociales; y los gobiernos de nuestra región, pienso sobre todo en el cono Sur, han asumido el combate a la pobreza con algunos cambios. Las políticas sociales siguen siendo políticas compensatorias y facilitan la acumulación del extractivismo, acumulación por despojo, por robo de los bienes comunes.

¿Hasta qué punto y de qué modo las políticas sociales desarticulan movimientos? Conozco - porque he trabajado con ellos y mantenemos un dialogo desde hace años - el caso del Cauca, de los Nasa, de Colombia. Están siendo atenazados por un lado, por la guerra, feroz, terrible - todo los meses dirigentes indígenas muertos, asesinados - y por el otro lado por políticas sociales. En algunos casos se trata simplemente de repartir dineros y, en otros casos, crear organizaciones sociales que se llaman indígenas que hablan de la “pluri” y de la “multi”, pero que son creadas desde el Ministerio del interior, y eso es política antisubversiva.

Entonces creo que aquí tenemos una contradicción, porque las políticas sociales son duales: mejoran indicadores de pobreza pero domestican. Tenemos un trabajo importantísimo por hacer con algunos de los conductores de esas políticas que son o bien trabajadores y trabajadoras sociales, o bien sociólogos y sociólogas, o bien dirigentes sindicales o dirigentes sociales, ex piqueteros, ex asambleístas o aún piqueteros que son incrustados en los movimientos y que conducen las políticas sociales en el territorio.

En el cono Sur, las políticas sociales de última generación, que se pretenden no compensatorias, son políticas territoriales. Y la usina de pensamiento ya no es el Banco Mundial, sino la FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Entonces cuando estamos discutiendo de eso, estamos discutiendo para pelear, en parte, contra nosotros mismos, porque esas políticas nos atraviesan y muchos y muchas estamos implicados en esas políticas. Y creo que hay que tratar de discutir para ver cómo hacemos para que esos flujos faciliten la organización y el conflicto, sirvan para fortalecer a los movimientos, no para debilitarlos. Es una batalla que algunos movimientos ya están desarrollando, en la Argentina y en varios países más. Aquí hay un escenario abierto, una tensión muy fuerte que no sabemos aún cómo manejarla y que muchas veces nos maneja a nosotros.

Nueva élite en el poder

La cuarta y la última tensión es la más complicada de formular. Sospecho que está surgiendo una nueva elite en el poder, que tal vez sea una nueva clase, una nueva nomenclatura, integrada por algunos sindicalistas (sobre todo los vinculados a los fondos de pensión, los que han trabajado en la banca), por cuadros políticos de izquierda (los que han hecho carrera en municipios, en ministerios, que están allí dirigiendo políticas, dirigiendo empresas públicas, estatizadas en el caso de que han sido privatizadas), y también por viejos funcionarios del Estado, funcionarios de carrera del Estado, cómo Samuel Pinheiro Guimarães que diseña estrategias en Brasil. En algunos países también hay militares en esa nueva elite.

Entonces ahí está formándose algo, que como dice un pensador brasileño, Chico da Ribeira, las categorías que teníamos antes – cooptación, traición, clase dominante, burguesía – tal vez ya no son tan útiles para pensar la nueva realidad que estamos viviendo. Pero miremos la realidad de frente, y muchas veces nos vamos a encontrar con partes nuestras en esa nueva elite. Quizá no nosotros directamente, pero amigos, vecinos, familiares, y nosotros incluso colaborando para eso.

Está surgiendo una elite dominante que maneja nuestro discurso, que maneja nuestras palabras: derechos humanos, etc. Entonces, el continente está transformándose. Radicalmente. En esa transformación, los movimientos están debilitados, surge un nuevo sector dominante que nos conoce muy bien porque viene de nosotros, de nuestros movimientos, que sabe cómo manejarnos y cómo manejar los vínculos.

Hay un conjunto de tensiones que están fortaleciendo un modelo que en sí mismo jamás podrá distribuir, y que en su costado más perverso implica brutales niveles de acumulación. Nuestros países son exportadores de oro, de plata, de materiales que son fundamentales para la acumulación de riqueza. Y en el otro extremo del mismo modelo, políticas sociales que nos debilitan, que hacen que para mucha gente sea más interesante anotarse a un movimiento, ya no para combatir, sino para hacer trámites en un ministerio y entrar en una rosca que finalmente no aporta nada al conflicto social. El conflicto social, el debate social, es lo único que nos puede sacar de este modelo extractivista y abrir las puertas para que – quizá - haya en el futuro un modelo que aún no tenemos claro, pero que sea más justo, más horizontal, más redistribuidor.

Transcripción por Donatien Costa

Intervención de Raúl Zibechi, periodista e investigador uruguayo, en el taller “Tensiones entre extractivismo y redistribución en los procesos de cambio de América Latina”, Foro Social de las Américas, Asunción, Paraguay, agosto 2010.

http://www.aldeah.org/es/raul-zibechi-tensiones-entre-extractivismo-y-redistribucion-en-los-procesos-de-cambio-de-america-lat

miércoles, 26 de enero de 2011

Sancocho de ácido, carbón y mercurio...

Por: JUAN GOSSAÍN / CARTAGENA DE INDIAS

9:28 p.m.
06 de Diciembre del 2010/ El Tiempo



El alcatraz que vuela entre mis sueños lleva en su enorme pico una quimera... (Walt Whitman, Hojas de hierba).



Una mañana de mayo pasado, los viejos madrugadores del pueblo de Marytown, perdido en las costas que bordean el sudeste de los Estados Unidos, se levantaron como todos los días a echarles unas migajas de pan a los pájaros marinos que merodean con mansedumbre por los patios y que se han ido convirtiendo en sus amigos.



Lo que vieron los dejó espantados: las gaviotas de cabeza negra, que son tan bellas, también tenían negro el plumaje. Del pico les goteaba una mancha babosa. No podían levantar el vuelo de la arena, con las patas hundidas en una masa de chapapote pastoso, como el asfalto cuando se derrite. Una de las gaviotas miró a la gente pidiendo ayuda.



Según cuentan los testigos, más allá de la playa, cerca del río, tres garzas morenas habían muerto con los ojos despepitados. El guiso espantoso que navegaba corriente abajo, matando todo lo que se le atravesara, era la mezcolanza de petróleo crudo de la empresa British, que cayó pocos días antes a las aguas del Golfo de México.



A esa misma hora los alcatraces de la bahía de Santa Marta, al norte de Colombia, desayunaban su ración cotidiana de buñuelos de carbón. El periodista Antonio José Caballero, grabadora en mano, esperaba en la playa el regreso de los pescadores que habían salido a trabajar temprano. Mientras aguardaba, la cámara de su teléfono celular retrató la pala enorme de un barco carbonero que arrojaba al mar el polvo negro que sobró en las bodegas.



A esa misma hora, en las playas legendarias de Juanchaco y Ladrilleros, cerca de Buenaventura, los lancheros de cabotaje que llevan carga y pasajeros por los pueblos que se arraciman en las orillas del Pacífico limpiaban sus motores preparándose para un nuevo día de trabajo. Como si fuera la cosa más natural del mundo, arrojaban al mar el contenido de unos tanques repletos de residuos de gasolina, queroseno y diésel. Un langostino magnífico, que medía un jeme, iniciaba el día tomándose su primera taza de combustible. Cuando vi la fotografía en El País de Cali me dieron ganas de echarme a llorar.



A esa misma hora, en la zona industrial de Cartagena de Indias, abierta sobre la bahía del Caribe resplandeciente, los trabajadores de una compañía empacadora se sentaron a desayunar en los comedores de su empresa. En ese momento volvieron a ver, como venía sucediendo en las mañanas más recientes, que una nata de tizne cubría la superficie del café con leche, y que una mermelada negra, tan semejante al betún de limpiar zapatos, se había pegado al pan y al queso blanco.



Entonces, no aguantaron más. Se levantaron todos, sin que nadie los hubiera convocado, y comenzaron a golpear los platos contra los mesones. La algarabía se oyó en media ciudad. Las autoridades ambientales ordenaron el cierre de un muelle vecino, que se dedica a cargar carbón a cielo raso, sin mayores precauciones ni cuidados, sin tubos cerrados ni conductores protegidos. Seis días después el muelle fue reabierto.



A esa misma hora, en la región acuática de La Mojana, que cubre un gigantesco territorio húmedo de los departamentos de Bolívar, Sucre y Antioquia, bajaban resoplando los ríos Cauca y san Jorge, que se desbordan en caños y ciénagas. El apóstol Ordóñez Sampayo, que se ha gastado la vida defendiendo de la contaminación a campesinos, cosechas y animales, apareció en la plaza de Guaranda con el dictamen médico en la mano: los doctores certificaban que los tres niños que nacieron deformes tenían mercurio en el sistema sanguíneo.





El terrible mal de Minata, como lo saben los japoneses, porque las empresas en cualquier parte del mundo, en Tokio o en Majagual, arrojan porquerías químicas a las corrientes, y primero se pudren las aguas, y después nacen degenerados los peces y los camarones, y después nacen sin ojos los niños cuyas madres, en aquellos caseríos extraviados de la mano de Dios, consumen esa agua y esos pescados.



En las cabeceras de ambos ríos, las compañías mineras, que buscan oro entre la tierra, hacen sus excavaciones con un sancocho de mercurio y ácidos. Arroyos y acequias se llevan el mazacote. Los bocachicos mueren con la boca abierta en los playones. Las espigas de arroz no volvieron a crecer.

En medio del desastre causado por las inundaciones, y como si fuera poco, las yucas harinosas de antes florecen ahora con un hongo químico a manera de cresta. El hambre campea entre los pocos ranchos que no se ha llevado el invierno. Las emanaciones de las lagunas huelen a lo mismo que huele un laboratorio de detergentes.



Hay que decir, también, que los empresarios mineros se defienden diciendo que Ordóñez Sampayo está loco. Claro que está loco: ningún hombre cuerdo expone su pellejo ni dedica su vida entera a defender a un ruiseñor, una mojarra, un plátano pintón, una mazorca de maíz o a una mujer embarazada que carga un fenómeno en el vientre.



Epílogo



Aquella mañana, cuando los pescadores de Santa Marta regresaron a la playa, el periodista Caballero los acompañó en su tarea de descamar y abrirles el buche a los escasos pescados que traían.



-¿Qué es eso? -preguntó, intrigado, al ver unas bolas negras en el estómago de un bagre.



-Carbón, amigo -le contestó uno de ellos, levantando el animal-. Pelotas de carbón. Eso es lo que comen ahora.



Caballero tomó más fotografías y se las llevó a algunos funcionarios de la industria carbonera.



-No se preocupe -le contestó el gerente-. Vamos a construir un nuevo muelle de última generación.



-No lo dudo -dijo el reportero, con una mueca de dolor que parecía sonrisa-. No lo dudo: será la última generación.



El día que Caballero me contó esa historia, y me enseñó sus fotografías, ya no sentí ganas de echarme a llorar, como la vez aquella del langostino bañado en combustible. Lo que sentí ahora fue rabia. Cuando ya no quede una sola hoja de acacia, cuando el último pulpo haya muerto atragantado con ácido sulfúrico y cuando nuestros nietos nazcan con un tumor de carbón endurecido en la barriga, entonces será demasiado tarde. Dispondremos de computadores infrarrojos de última generación, pero ya no habrá agua para beber; los celulares de rayos láser se podrán comprar en las boticas, pero el sol no volverá a salir; los niños encontrarán el algoritmo de 28 a la quinta potencia con solo cerrar los ojos, pero dentro de 20 años no sabrán de qué color era una golondrina.



Los invito a todos a ponerse de pie antes de que se marchite el último pétalo. Usen el arma prodigiosa del Internet para protestar. Hagan oír su voz. Que el correo electrónico de los colombianos sirva para algo más que mandar chistes y felicitaciones de cumpleaños. Porque, si seguimos así, el día menos pensado no quedará nadie que cumpla años. Ni quién envíe felicitaciones.





JUAN GOSSAÍN

lunes, 24 de enero de 2011

Conflicto minado

Por: Alfredo Molano Bravo
El Espectador
Enero23 2011

A RAÍZ DEL ASESINATO DE LOS ESTUdiantes en Córdoba, el Gobierno se vio obligado a emprender un operativo policial contra los paramilitares en la región. Quizá tenga éxito.


Pero como para guardar cierto equilibrio político, el presidente ha dicho que la minería informal está en manos de la guerrilla, según correos encontrados en el computador de Jojoy. No tengo duda de que la guerrilla pone la canal en la minería, como también en la coca, el comercio, el transporte, la ganadería y en cualquier rama que sea rentable. Pero identificar pequeña minería con subversión es unilateral, por lo menos, y además peligroso para los miles de mineros artesanales, regados por todo el país y que, por supuesto, no tienen licencia ambiental. En la minería hay tres tipos de explotación: la gran minería de las multinacionales —El Cerrejón, La Jagua de Ibirico—, la mediana, que trabaja con dragas y retroexcavadoras —Bajo Cauca, Caquetá—, y la artesanal, que usa la batea y el almocafre —ríos Telembí y Suárez—. La gran minería fue privilegiada por Uribe. Entre 2002 y 2009 el área titulada pasó de un millón a 8,5 millones de hectáreas*, casi la misma superficie que hay en agricultura. ¡Hasta Cuchillo tenía títulos mineros! Y ni hablar de gabelas: una sola de las exenciones tributarias que dio Uribe a las multinacionales de la minería es mayor al presupuesto del Ministerio de Agricultura. En los páramos las concesiones pasaron de 70.000 hectáreas a 122.000. El 80% del área dada en concesión fue otorgada por Uribe entre la fecha de aprobación por el Congreso del nuevo Código Minero y la fecha de la sanción presidencial de la ley. Una clásica avivatada. La mayoría de la minería mediana de oro es ilegal, o posee licencias fraudulentas que se consiguen corrompiendo funcionarios de las CAR. La mediana minería no es una actividad marginal: en el alto río San Juan hay 400 retroexcavadoras trabajando día y noche y se estima que podrían estar sacando cerca de 20 toneladas anuales de oro. Más aún, son empresas en manos de unos pocos socios, que además tienen máquinas trabajando clandestinamente en otras muchas zonas mineras. Es extraño que el Gobierno no haya denunciado la íntima asociación de esta minería con el paramilitarismo. Queda la pequeña minería ancestral, el barequeo o el mazamorreo, que usa las mismas técnicas desde la Colonia. Con suerte un barequero saca un grano al día; miles de familias viven de esta actividad desde Barbacoas hasta Riosucio, y desde el Putumayo hasta el Baudó.El Gobierno parece interesado en crear una identificación entre minería artesanal y minería ilegal, y entre minería ilegal y guerrilla para justificar la militarización de las zonas mineras. (Así sucedió hace años con las minas de esmeraldas de Muzo y Coscuez, que terminaron controladas por don Víctor Carranza). La razón hoy es simple: las grandes compañías requieren que los territorios concesionados estén libres de toda protesta social. Inclusive quieren brincarse, como ya lo han hecho en muchas partes, la consulta previa a las comunidades indígenas y negras. Con las licencias ambientales no tienen problema porque son las mismas compañías las que investigan y determinan cuáles son los efectos negativos que causarán en las zonas y son ellas las que también formulan el plan de manejo y lo llevan a cabo. Hasta ahora el gobierno de Santos ha renunciado a formular una política ambiental coherente y sólida frente a una minería gigantesca que amenaza con llevarse por delante páramos, humedales, ríos, y, sobre todo, comunidades. En manos de Sandra Bessudo, el sector ambiental anda manga por hombro, paralizado por su rivalidad con la señora Uribe y con un presupuesto que representa sólo ¡el 0,09% del PIB!*. La política ambiental debe evitar la criminalización de la minería artesanal en beneficio de las multinacionales canadienses que, como es bien sabido, son reputadas en el mundo entero como las causantes de los más sangrientos y brutales atropellos contra las comunidades locales y contra el medio ambiente.

* Guillermo Rudas. Consultor del Consejo Nacional de Planeación. Política Ambiental del Presidente Uribe, 2002-2010. Consejo Nacional de Planeación en octubre de 2010.

sábado, 22 de enero de 2011

Sydney Possuelo lanzó una carta abierta para recabar apoyos

Pablo Cingolani

Rebelión
I 22 2011

Sydney Possuelo, el defensor de los derechos de los pueblos indígenas más reconocido del presente, ha lanzado una “carta abierta” –fechada en Brasilia, el pasado 15 de diciembre- y que está recorriendo el mundo entero, pidiendo con vehemencia que se proteja la vida de los últimos pueblos indígenas aislados de la selva amazónica.


La carta, cuyo original fue escrito en español, ya ha sido traducida al inglés, francés, portugués, italiano, catalán, e incluso al sueco.

Se espera reunir miles y miles de firmas que permitan apoyar este llamamiento urgente por el destino y los derechos humanos de los aislados que viven al interior de la Amazonía continental sudamericana, y cuya supervivencia está más amenazada que nunca por el avance de las actividades extractivas como la minería, la exploración petrolera y los agro negocios, las grandes obras de infraestructura y las políticas de desarrollo que las impulsan.

Sydney Possuelo fue considerado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como uno de los diez “Héroes del diálogo” del planeta, por sus acciones de protección de los pueblos indígenas que habitan en la Amazonía, durante más de cuatro décadas. Como “sertanista” (experto en selva y pueblos indígenas), Sydney promovió desde 1987 el hoy universalmente aceptado principio del “no contacto” que busca proteger a los pueblos indígenas aislados de los impactos negativos del desarrollo y la deforestación de los bosques.

En ese sentido, Possuelo expresa en su carta que hace cinco años, convocó al primer encuentro internacional en defensa de estos seres humanos. “Nos reunimos en Belem do Pará –afirma la misiva- y allí propuse la creación de una Alianza Internacional para su protección. Digo sin angustia pero con claridad: hemos avanzado muy poco en ese sentido. Siento que la urgencia de entonces, se volvió hoy una amenaza definitiva: los pueblos aislados y sus territorios están en riesgo como nunca antes”.

Expertos en materia ambiental de muchos países coinciden en señalar que, dada la crisis mundial energética y alimentaria, la Amazonía se ha vuelto el espacio de la Tierra más codiciado por las trasnacionales para explotar sus recursos naturales.

Possuelo denuncia en su carta que “en los últimos cinco años, he visto intereses para sacar a los aislados de sus tierras y permitir así la invasión de empresas petroleras o mineras; he visto cómo se firman decretos y otorgan concesiones para explotar recursos naturales en zonas donde habitan estos seres humanos; he visto indígenas muertos o perseguidos por defender sus derechos; he sentido que seguimos considerando a la Amazonia y a los indígenas como un obstáculo a las estrategias de desarrollo, como la que encarna la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana”.

La referida IIRSA es un multimillonario plan que impulsan los países de Sudamérica y los bancos multilaterales para implementar mega proyectos de transporte, energía y comunicaciones para dotar a la región de la infraestructura para extraer, en dimensiones nunca antes vistas, recursos naturales, commodities para su exportación a los mercados mundiales. Para algunos, es el principio del fin de la biodiversidad amazónica, y con ella la suerte de los pueblos que dependen de ella, ya estaría echada.

Por ello, Possuelo prosigue denunciando dramáticamente que “Represas, carreteras, puentes están siendo construidos en la Amazonía, sin proponer acciones que de manera efectiva protejan los derechos de estos pueblos, y si persisten estas actitudes, el destino de los aislados ya está determinado y ellos desaparecerán”.

En la actualidad, y es sólo un ejemplo, sigue la construcción de las polémicas mega represas hidroeléctricas en el río Madeira, en el estado brasileño de Rondonia. Estos diques forman parte del llamado Plan de Aceleración del Crecimiento (el temido PAC), impulsado por el gobierno de Brasil, un engranaje más de la IIRSA citada. El 44 % de la generación hidroeléctrica planeada dentro del PAC-IIRSA afecta Territorios Indígenas legalmente establecidos. Hay más de 200 proyectos de represas a construirse. En el caso del Madeira, el principal tributario del Amazonas, la generación de energía es sólo el inicio de un vasto emprendimiento que incluye la construcción de esclusas en el río para volverlo navegable y transformarlo, enlazado a una red de carreteras, en un corredor internacional, comercial y agropecuario, productor de soya y ganadero, que arrasaría con lo que poco que queda de la selva en esa área ya devastada desde finales de los 90. El complejo está afectando de manera directa a los pueblos indígenas Karitiana y Karipuna, que se están desplazando debido a la elevación del nivel de las aguas y su impacto sobre la flora y la fauna de la región ancestralmente habitada por ellos.

En la misma dirección, Possuelo alerta sobre otro mega proyecto que está a punto de concluirse: el corredor vial entre Brasil y Perú, que unirá, por primera vez en la historia, los dos océanos del hemisferio occidental: “Si está a punto de inaugurarse ahora la primera carretera interoceánica de Sudamérica a través de la selva -afirma el sertanista-, el hecho que los pueblos indígenas aislados no sean más perseguidos o sacados de su territorio sería la mejor prueba de responsabilidad y respeto que podríamos dar. En el tramo entre Assis Brasil, en el Acre, y Puerto Maldonado, en Madre de Dios, en el Perú, una zona que colinda con Pando en Bolivia, los camiones pasarán incesante y peligrosamente muy próximos a territorios poblados por ellos. ¿Qué haremos para que esto no signifique mas amenaza a la vida y más devastación del bosque? Es nuestra oportunidad para cambiar la historia para siempre, y evitar que llegue la hora fatal, la hora 25, cuando ya no se puede hacer nada más”- enfatiza el brasileño, en referencia a los pueblos en aislamiento de los ríos Tahuamanu, Las Piedras, Los Amigos y afluentes, al norte del departamento peruano de Madre de Dios.

Possuelo nació en 1940. Fue presidente de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) del estado brasileño. Impulsó la demarcación del territorio indígena Yanomami, el más vasto del mundo, y la creación de los Frentes de Protección Etnoambientales para garantizar la existencia de los pueblos en aislamiento. Su labor también ha sido reconocida con el Premio Bartolomé de las Casas y con la Medalla de Oro de la Real Sociedad Geográfica. La revista Time lo galardonó con el título de “Héroe del planeta”. Organizaciones indígenas de Bolivia lo declararon “Amigo y Defensor de los Pueblos Indígenas de la Amazonía”. Algunos lo han bautizado como “El Quijote de la selva”.

En su “Carta Abierta”, frente a la situación planteada, hace un llamado a todos porque “no podemos quedar indiferentes ante este drama. Es tiempo de reaccionar y que los estados, los gobiernos, las empresas, los organismos internacionales, las iglesias, todos, brinden garantías de cuidado a los derechos humanos de los pueblos aislados de la Amazonia. Es un deber de conciencia y un imperativo moral...”. De manera honesta, aclara que “no pido que detengan sus planes de gobierno, reclamo sí que una parte de lo que gastan en obras de infraestructura y las inversiones en industrias extractivas la usen para preservar verdaderamente a los aislados de toda violencia. Si como los gobiernos dicen, estos planes y obras son para vivir bien y tener bienestar, que incluyan a los aislados dentro de esos beneficios. Ellos sólo quieren asegurar sus territorios. Protejamos eso. Que ellos no paguen con sus vidas o con su desarraigo, como siempre ha sido, la falta de acciones sinceras de protección a sus derechos que además están consagrados en las leyes y en los tratados internacionales”.

La carta está siendo apoyada por hombres y mujeres del mundo entero. Eduardo Galeano, escritor y periodista uruguayo, autor del ya clásico libro “Las venas abiertas de América Latina” –donde se denuncia el drama humano ocasionado por la construcción de la carretera Transamazónica en la década del 70 del siglo pasado, que prueba que seguimos repitiendo la historia como tragedia- envió su adhesión desde Montevideo. El reconocido defensor de pueblos indígenas, el inglés canadiense John Hemming, por muchos años director de la Real Sociedad Geográfica del Reino Unido, también ha apoyado la iniciativa, así como Diego Azqueta, vicepresidente de la Sociedad Geográfica de España. Periodistas como Scott Wallace, fotógrafos como “Jochi” Martínez, cineastas como Andrea Tonacci y Erling Söderström, ecologistas como Robert Goodland y Marc J. Dourojeanni, han sumado su firma a la misma. Para adherirse a los propósitos de la carta, basta enviar un correo electrónico a endefensadelospueblosaislados@yahoo.com.ar, indicando nombre y apellido, ocupación y país de origen. La carta íntegra puede leerse en la página web de la Sociedad Geográfica Española (http://www.sge.org/noticias/completas/archivo/carta-de-sydney-possuelo-en-defensa-de-los-indigenas-aislados.html), y en otros sitios de la red. Una vez reunidas las firmas, la misma será enviada a la ONU (Foro Permanente de Cuestiones Indígenas y Alto Comisionado por los Derechos Humanos), a todos los presidentes y defensorías del pueblo de los países donde aún viven pueblos aislados y/o en contacto inicial o intermitente (Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Paraguay, Colombia y Venezuela), así como a los bancos y entidades multilaterales (BM, BID, CAF y otras) que están financiando las grandes obras de infraestructura que están poniendo en riesgo la existencia de los aislados.

Possuelo termina su carta con un clamor más que urgente: “La situación es crítica y todos deberíamos unirnos. No podemos permitir que una parte de la humanidad se extinga. Los aislados tienen que vivir. Son nuestra esencia más pura, nuestro impulso más vivo. Un mundo sin ellos no valdría la pena y en el futuro no habría perdón para una tragedia tan grande que nos hacemos contra nosotros mismos y el planeta”.

No hace falta más que enviar un e mail para empezar a apoyar esta causa. ¡Los pueblos indígenas aislados de la selva deben vivir! Ese debería ser un compromiso de todos los seres humanos.

El cambio climático podría desencadenar un nuevo Periodo de Migración

www.roman-empire-america-now.com

Traducido para Rebelión por César Suárez Noriega
I 22 2011

El cambio climático global es real. Durante los próximos años puede llegar a ser terrorífico, porque la gente parece ser “demasiado estúpida para vivir”, como solía decir un conocido del sur. Los que niegan el fenómeno han hecho escarnio de unos correos electrónicos entre unos científicos pero, independientemente de su sustancia (no mucha), ¿para qué, en buena lógica, conspirarían los científicos de todo el mundo para falsificar datos y conclusiones?


¿Dónde está el dinero? Con los que niegan el cambio climático, no con los proponentes. Los negacionistas también tienen una atención de los medios de comunicación desproporcionada para su número -a causa del dinero. Los negacionistas en Estados Unidos son una minoría ruidosa bien financiada, y es absolutamente obvio dónde recaen sus intereses: están financiadas, o les gustaría estarlo, por empresas como Exxon-Mobil. Ahí es donde está el dinero.

Es también significativo que solo en Estados Unidos, donde los medios corporativos dominan el diálogo, los negacionistas han obtenido un apoyo masivo.

¿Cuáles son los obvios intereses de los científicos, la gran mayoría, para estar de acuerdo en que un cambio climático provocado por el hombre supone una crisis que debe ser tratada? Los gobiernos pueden pagar a algunos; las fundaciones y las instituciones académicas pagan a la mayoría. ¿Tienen esas instituciones un interés obvio para apoyar la ciencia del cambio climático?

Quizá sí: se llama supervivencia a largo plazo. ¿Puede haber alguna razón más? La derecha estadounidense sostiene la conspiración de gobiernos de todo el mundo que quieren controlar a los ciudadanos norteamericanos. Eso es difícil de cuadrar con los hechos: algunos de los gobiernos más autoritarios, como China y Rusia, son reacios y actúan tarde contra el calentamiento global. Las democracias europeas, por otro lado, están más claramente a favor.

Quizá los proponentes son solo ideólogos anticapitalistas. No creo que se pueda definir a la mayoría de Europa y Japón como anticapitalista.

Quizá los ideólogos capitalistas, como los conservadores republicanos en Estados Unidos, están contra el cambio climático porque pueden prever el lógico movimiento en contra del crecimiento incontrolado que puede derivarse de él. Pero ellos también son los que tienen intereses obvios que defender.

Desafortunadamente, parece que esa gente es la que dirige el mundo -no los líderes, la gente que pone dinero tras ellos. Controlan la suficiente cantidad de medios de comunicación en un país, los Estados Unidos, y son eficaces difundiendo noticias casi falsas pero que suenan convincentes. Déjalos que duden sobre los efectos destructivos del cambio climático unos años más, mientras ellos obtienen un par de cientos de millones más de beneficios.

¿Le importa a esa gente? ¿Realmente creen que esos científicos de todo el mundo van a por sus tan duramente ganados millones? ¿Por qué iban a hacerlo?

De repente, los negacionistas descubren correos electrónicos entre científicos en los que se muestran en desacuerdo sobre unos datos, ¡y los toman como prueba de que la preocupación sobre las causas humanas de este problema global es un engaño! Los científicos discuten sobre datos y su significado todo el tiempo; no están discutiendo sobre la tesis general: los cambios globales son reales, causados por la actividad humana, y podrían llegar a ser terroríficos si no son minimizados por la acción colectiva.

Sin embargo, a causa de los esfuerzos mediáticos de los negacionistas, aún más gente en Estados Unidos dice cosas como, “Bueno…, quizá está aún en manos de los tribunales. Quizá esos científicos estaban exagerando los números. Quizá debemos seguir simplemente quemando petróleo hasta que estemos seguros. Además, ¡yo tengo bastante con mis problemas económicos! El calentamiento global es la menor de mis preocupaciones.”

El cambio de opinión en Estados Unidos es crítico, ya que era el país más contaminador, sigue estando en segundo lugar, y es, de lejos, el número uno en contaminación per cápita: si Obama no tiene el apoyo político para ofrecer propuestas significativas para afrontar el cambio climático, no será posible ningún acuerdo en Copenhague ni después.

Así que puede que no haya ni siquiera un acuerdo general en Copenhague. Entonces el cambio climático se acelerará. Los países del norte serán más cálidos y algunas partes más secas, otras más húmedas; también perderán parte de su litoral, pero lo más importante es que tendrán un clima más extremo; no llegarán a ser inhabitables; de hecho, algunas partes de Canadá y Rusia probablemente sean más habitables. Irónicamente, los países del sur, que hasta hace poco (China e India solo en la última década) no eran grandes causantes del calentamiento global, serán demasiado cálidos y secos para mantener a sus ya diezmadas poblaciones. Unas pocas naciones podrían desaparecer en gran medida bajo los mares crecientes.

Habrá hambrunas. También habrá migraciones masivas. Para los historiadores que conocen la caída del Imperio Romano, estos acontecimientos pueden empezar a sonar como un eco inquietante. El Imperio Romano cayó en parte por su propio peso, pero también en parte por las migraciones masivas de hordas de tribus germánicas desesperadas huyendo del hambre y de los Hunos de las estepas de Asia Central y Europa del Este. El movimiento de población fue denominado Periodo de Migración.

Esta vez, la migración irá -y ya está yendo--del sur hacia el norte.

Si este mundo no hace nada contra el cambio climático, la migración existente parecerá pequeña comparada con la oleada que podría seguir y la consiguiente miseria y rotura social que conllevaría. Las caras serán morenas y negras, pero cuando ocurrió lo mismo con las caras blancas (las tribus germánicas), el mundo entero, tal y como se conocía, sucumbió. Las vallas no detendrán migraciones como éstas, ni tampoco la policía ni los ejércitos. La gente encontrará el modo -a no ser que no tengan que hacerlo, a no ser que el mundo despierte y haga algo razonable respecto al cambio climático antes de que sea demasiado tarde.

http://www.roman-empire-america-now.com/climate-change.html.

Las cosas que pasan…Chernobyl Vive

David Antona González

Rebelión
I 22 2011

1.- ¿Seguir felicitándonos el año nuevo?


Creo que una decisión ponderada y a la larga útil para todos, sería dejar de felicitarnos el Año Nuevo. Propongo que previamente a esa medida nos detengamos un instante a pensar y a recordar que durante el año anterior, en las postrimerías del año 2010 y en los comienzos del 2011, cometimos la misma e inexcusable estupidez: aquella que consiste en desearnos compulsivamente un Feliz Año Nuevo.

Alguien, o simplemente la Naturaleza, el Cosmos, la capa de ozono o el Creador que preside a nuestros destinos, nos había obsequiado el año anterior con un terrible ramillete de catástrofes que pusieron de manifiesto una vez más, lo endeble, lo frágil y lo perecedera que es nuestra mal llamada civilización. En vez de repetir bobaliconamente hasta agotar todas las tarjetas adornadas con flecos de oro, festoneadas con pinos imperecederos y con sonrisas de niños en estado de levitación, de paisajes tiritando bajo una capa de nieve, no se le ha ocurrido a nadie tocar a rebato, maldecir a los próceres que inventaron en su momento ese hábito para goce y olvido de los pobres y desasistidos de este mundo cada primero de año. En vez de usar los diez dedos de la mano para llevar la cuenta de los terremotos, corrimientos de tierra, guerras, tsunamis, inundaciones y erupciones volcánicas que nos pusieron al borde del caos el año anterior.

La inestimable capacidad del hombre para levantar diques, muros, casas, puentes y ciudades derruidas a causa de una naturaleza irritada, desquiciada, soliviantada por las agresiones de las que viene siendo objeto, no han inspirado a nuestros semejantes posturas tan evidentes como las de sentarse a meditar en medio de esas ruinas, y de escupir a continuación hacia lo alto, dónde se aposenta, o reside ese que algunos califican de Sumo Hacedor. Para, a continuación jurar sobre esas montañas de cascotes, esas vidas devastadas, esos aviones estúpidamente paralizados, esas carreteras colapsadas, esos automovilistas que no pudieron dormir en sus casas por una simple tempestad de nieve… ¡qué nunca más!

Nunca más enviarían postales a sus amigos, allegados, próximos y conocidos deseándoles de forma totalmente inconsciente un año de dudosa e incierta felicidad, a sabiendas de que nunca se cumpliría. De que la Naturaleza seguirá restañando sus heridas, seguirá sin creer que el hombre va a manifestar en el umbral del nuevo año una mínima voluntad de cambio, de justicia y de humildad. De que va a renunciar a su afán de lucro, a convertir en oro los frutos de la tierra, del mar y del aire que respira y del agua con que sacia su sed.

2.- Chernobyl vive

Existe un caso, poco conocido, en el que la Naturaleza nos ha puesto ante los ojos como si de un libro se tratase, una especie de símbolo o de metáfora capaz de ayudarnos a entender –en un momento en que se elevan cada vez más voces señalándonos el peligro de extinción de nuestra especie– lo efímero del dominio que ejercemos sobre lo que vuela, nada, y respira.

Nos referimos a algo que sucede en este mismo instante en un lugar del planeta donde el hombre, en su afán de disponer de una energía ilimitada, provocó una catástrofe sin precedentes en la historia de la humanidad. Una agresión de consecuencias incalculables tanto, para el medio natural como para los habitantes que poblaban esa zona. Casi 25 años después de aquella catástrofe que tuvo lugar el 26 de abril de 1986, siguen muriendo hombres, mujeres y niños víctimas de las malformaciones cromosómicas causadas por la explosión del reactor atómico nº 4 situado en el complejo de Chernobyl (Ucrania).

Según un artículo escrito por la enviada especial Claude Marie Vadrot, a finales del año 2010 en la revista francesa POLKA, se calcula (datos de la O.M.S.) que la radioactividad habrá causado 10.000 víctimas. Greenpeace estima, por su parte, que entre 1986 y 2020 esa cifra se habrá elevado a varias decenas de miles de muertos. Entre esos fallecidos, figuran los que fueron sacrificados para construir un sarcófago que a estas alturas no ha impedido que desaparezcan del todo las filtraciones de radioactividad. La enviada especial de la revista POLKA a esa zona, evoca la catástrofe humana provocada por la explosión del reactor: 150.000 habitantes procedentes de toda la región fueron evacuados durante los días que siguieron a la explosión. Habría que añadir 50.000 residentes en la ciudad de Pripyat y 14.000 de Chernobyl. Pero el interés y la novedad de ese artículo, al margen de la evocación de los datos, reside en el relato de los pormenores de su visita, en lo que descubrió y que ella califica de “Libro abierto para naturalistas”.

La extraordinaria revelación a la que alude es la respuesta dada por la naturaleza, una vez liberada de la presencia del hombre, a la decisión tomada en 1986 por las autoridades ucranianas, al concluir que “era imposible evitar que los animales permaneciesen en una zona altamente contaminada por la radioactividad”. Los habitantes fueron evacuados pero se estimó que toda una región emponzoñada se convertiría a la larga en una tierra muerta y era preciso abandonarla a su suerte.

Los hechos demostraron lo contrario: la Naturaleza libre de desarrollar su potencia y su capacidad de renovación, se apoderó de ella. Claude-Marie Vadrot comenta en su artículo: “la zona más peligrosa del mundo se había convertido en un santuario. No solamente la flora y la fauna los bosques y las zonas agrícolas, sino también una vegetación incontenible que ya no sufría los efectos de los pesticidas, habían invadido los campos, los caminos, las calles y los edificios, en particular los de la ciudad de Pripyat, sino que además esos espacios se habían poblado con especies animales que habían desaparecido de la región hace decenas de años. Dándose la paradoja de que mientras las secuelas de la explosión seguían haciendo víctimas entre los humanos, se está desarrollando un ecosistema casi perfecto que, inesperadamente no provocaba en esas especies malformaciones o mutaciones genéticas.”

Para buscar una explicación a este fenómeno, Claude-Marie Vadrot interrogó durante su estancia a varios científicos e investigadores afincados en la zona. Su respuesta fue siempre la misma: “Han desaparecido la agricultura, la cría de animales y los asentamientos humanos. La Naturaleza y los animales salvajes ya no sufren ningún tipo de presión. Ni tampoco el estrés que nos aqueja a nosotros. Disponen además de una alimentación abundante. En consecuencia han adquirido una especie de inmunidad a los efectos de una radioactividad relativamente baja, que nos les afecta ni genética ni orgánicamente”.

No solamente, concluye la periodista, la vegetación ha crecido hasta formar matorrales impenetrables, sino también han proliferado las rosas que se plantaron en 1.974 y han aparecido nuevas especies: las cigüeñas negras, las avutardas grises, los jabalíes, los lobos, las aves rapaces y los roedores. Y los zorros, que como reza el comentario de la foto de una raposa tomada en una calle de Chernobyl, “ya no cazan gallinas, pero disponen de una abundante despensa con los conejos, ratones y pájaros que proliferan por doquier”.

Que cada cual saque su propia conclusión de esta sorprendente inversión en que la Naturaleza, mejor armada que el hombre para garantizar su supervivencia, recoloniza un espacio condenado a una muerte segura y lo transforma en una reserva natural. Lo convierte a fin de cuentas en un símbolo de lo que podría ser un organización social menos depredadora que la nuestra, más respetuosa de los equilibrios naturales, y orientada hacia una preservación de la vida.

3.- Recuerdo de Sylvia Plath y gitanos en Sevilla

Diciembre 2010 en las afueras de París… Hojeo el libro “Árboles de invierno” y me viene a la mente las circunstancias en que descubrí la existencia de esta poetisa durante otro viaje a la capital francesa. Fuera, la nieve cae ininterrumpidamente. Dan al instante la noticia de que todas las carreteras que convergen hacia París están colapsadas. (Más de 250 Km de atascos, hasta el punto de que muchos automovilistas que regresan a sus domicilios tendrán que pasar la noche en gimnasios o en locales habilitados por los municipios de los lugares donde se han quedado inmovilizados.)

…Dolorosa vida, pienso, la de esa mujer joven que se suicidó a los treinta años de edad. Se definía a sí misma como “a fragmentary girl”, un ser roto en varios pedazos, que vivía en un mundo tan dividido como ella. La lectura de sus versos y la nieve que cae sin parar me obligan a afilar la pluma contra ese fenómeno meteorológico capaz de sorprendernos y de paralizar un país de exquisita y complicada maquinaria como Francia. Lo titulo “Maldito invierno”. Dice así:”la nieve es engañosa. Nos deslumbra su blancura, su aparente inocencia y su liviandad. Pero harta y cansada de que la hollemos, de que la utilicemos para nuestros juegos pueriles, aprovecha la noche para endurecerse, para estriarse, para sembrar los pasos de los peatones de espejos relucientes, de tramos de acera embarrados en los que al menor descuido podemos resbalar y caernos al suelo, maldiciendo el engaño de esa blancura, esa inocencia y esa liviandad.”

La escucha de la radio española me devuelve de pronto a una realidad que dejé atrás hace apenas un mes: la de nuestra sociedad, tan dolorida y fragmentada como la psiquis de esa joven poetisa norteamericana. Una voz comenta: “los gitanos de este barrio de Sevilla se han quedado en el paro y se van con su familia a vender zapatos anti-crisis”. Otra voz añade: “Con la crisis, las ventas han bajado un sesenta por ciento… Ahí fuera, comenta esa misma voz, hay gente que lucha por sobrevivir” Y concluye: “La gente que me oiga, si sabe de algo, que me dé trabajo”.