miércoles, 25 de enero de 2012

Horrorosa destrucción oceánica



 
 


Me encuentro en el pabellón de los océanos del Museo de Ciencias Naturales de Washington DC, USA. Ya llevo cinco días de visita, y aunque veo difícil terminar mi investigación, no puedo negar el impacto que me ha producido el tema.
Los océanos son maravilla de la naturaleza porque exhiben regularidad, orden, y cierta lógica. Sus especies de flora y fauna están clasificadas. Observo, con todo cuidado, desde diminutas arañitas de mar hasta estrellas, mantas, rayas, y otras denominaciones que mi modesto lenguaje ya no puede destacar. Percibo una variedad copiosa de conchas marinas que revelan millones de años en lentas formaciones. Veo también seres ya extinguidos como el pez-murciélago.

Contemplo, extasiado, peces exóticos de vivos colores, puros y combinados, de increíble belleza paradisíaca. Llegan a mis ojos grandes langostas y también especies gigantes, como un pez de metro y medio de largo, o un pulpo cuya longitud (incluyendo patas y prolongaciones) llega a los 11 metros.
Me traslado ahora a otra sección donde se exhiben materias sólidas como el coral, que adopta distintas formas y tamaños. Un letrero se pregunta si el coral es planta, roca o animal (aunque los corales mismos son animales) Es bueno saber que aquellos lanzan dióxido de carbono y nutrientes y facilitan el desarrollo de su entorno ambiental.
Una advertencia escrita hace saber que podemos conocer el océano desde una playa o un bote, pero aquello es nada frente a su inmensidad porque se extiende más allá de los continentes y oculta al mundo visible, como también al sol, una inmensa como vasta profundidad. En esas áreas, plenas de montañas, valles y llanuras acuáticas, se halla el secreto de su realidad y evolución.

La vida del océano es interacción y sus fuentes de vida en favor del planeta, infinitas. Es un precioso sistema global, que destaca la infinita variedad de vidas marinas que se denomina: biodiversidad. Alterar su balance es dramático y de efectos negativos. Sin embargo, el proceso destructivo del mundo marcha acelerado y la vida oceánica se va extinguiendo ante la acción de un torrente creciente e incesante de causas que, ahora, me obligan a desentonar del tema principal. Sufriendo un “shock” personal, me viene de inmediato a la mente una lista de factores que amenazan convertir a la vida oceánica en un basurero universal inerte. Voy a destacarlos por número.
  1. Ciudades enteras, por siglos, han expulsado sus aguas servidas y deshechos del cue rpo en las aguas del mar o en aledañas. Los ríos, en función de su corriente de arrastre, desempeñan el papel de mecanismos transportadores de podredumbre.
  1. La combustión de los motores de navegación, continúa produciendo deshechos de suciedad, propios de carburantes y aceite que se sumergen en las aguas.
  1. Derrames de petróleo, particularmente de buques-cisterna, siguen provocando siniestros. Burlando normas legales de seguridad, su daño es ahora al por mayor. Según informes internacionales y cuadros estadísticos, se vierten al mar diez millones de toneladas de crudo por año.
  1. Barcos de pesca con infraestructura propia y congeladores parecen enemigos del mar. Son verdaderas fábricas a bordo con innumerables procesos, desde la elaboración de conservas y selección de partes, hasta la obtención de harinas y aceites. No sólo vierten sus residuos en el mar, sino lanzan contenidos orgánicos peligrosos en grandes volúmenes, destinados a descomponerse dentro las propias aguas.
  1. Barcos basureros de las ciudades, y otros de basura química y aún radioactiva, cumplen la criminal tarea de descargar sus materias en las aguas, pese a regulaciones de leyes. Muy pocos se dan cuenta como mueren las praderas oceánicas, arrecifes coralinos, marismas, manglares, bosques marinos y otros hábitats, tanto costeros como internos.
  1. L a pesca con cianuro destruye los arrecifes coralíferos y los propios bancos de peces. La pesca con dinamita, mata peces aún pequeños y las propias ovas. El ingenio está a la orden día para seguir creando y aplicando formas destructivas.
  1. La contaminación de la marina mercante (comercial) produce el doble de gases que la aviación. Al tratarse de un número inmensamente mayor de buques (en número y volumen), no podía esperarse otra cosa. La flota mundial de barcos supera los 90.000 y facilita las demandas de un monstruoso comercio mundial “globalizado” y “democrático”. La Organización Marítima Internacional (organismo de las Naciones Unidas) ha revelado datos espeluznantes sobre el tema.
  1. La sobrepesca ya ha agotado buena parte de la vida marítima, extinguiendo especies y arriesgando otras. Tanto la irresponsabilidad como la crueldad de sus autores les ha hecho perder escrúpulos de sensibilidad humana, tales como extraen las aletas en vivo a los tiburones y devolver sus cuerpos vivos al mar. La carne de los escualos, por ser dura, no tiene valor comercial
  1. Honrando a la moderna empresa privada, ha hecho su aparición la minería marina, con abundante capital, tecnología, y uso de la robótica. Se perfora el fondo del mar para obtener oro y otros minerales, dragando y removiendo inmensas extensiones de tierra y arena interior, para dar muerte a flora y fauna del lugar. Un despiadado sistema de trituración y arrastre, mueve y lava miles de toneladas del material en busca de los codiciados minerales, y los asciende por tubería hacia los barcos acondicionados.
  1. En esta competencia destructiva no se queda atrás la pesca de arrastre. Con también inversiones de alta magnitud, las grandes corporaciones emplean redes gigantes de longitud kilométrica, sin importar su solidez ni dureza. De esta forma se barren bosques marinos extinguiendo flora y privando de alimento a la fauna de las profundidades. Se ha reportado la existencia de más de 200 barcos en esta tarea.
  1. Desesperados científicos hacen saber que la creciente acidificación oceánica y el aumento del C02, destruye los corales y ataca el sistema nervioso de los peces, inhabilitando parte de sus movimientos, provocando alteraciones y desorientación.
  1. Hagamos la prueba de practicar nuestro olfato en áreas costeras. En buena parte del mundo son insoportables como peligrosas para la salud. Se ha reportado que el Mar Negro, ha perdido ya el 90% de su oxígeno.
  1. La acción de los plásticos ya garantiza la muerte en el Mar Mediterráneo, donde las bolsas han invadido su fondo; extremo confirmado por los buceadores (ese fondo “está siendo tapizado”) Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, ya el año 2005 había 13.000 fragmentos por kilómetro cuadrado. De otro lado, peces, tortugas, cetáceos y focas, los ingieren, para morir, dada la obstrucción de su aparato digestivo, porque todo lo que se mueve en el mar, se come.
  1. En otro de los océanos, el año 1997, la necropsia a una ballena varada le encontró cierta bola de 50 kilos de plástico que le había taponado el estómago.
  1. Infinitas nuevas formas aparecen concurrentes en el proceso de destrucción oceánica. Tales son los hundimientos de buques, lanzamientos de cadáveres y explosiones causadas por las armas de guerra (bombas, torpedos y experimentaciones militares).
No faltan personas que me discuten que se trata de degradación y no destrucción. Tal criterio disimula la realidad de la muerte oceánica, con efectos igualmente destructivos para la humanidad (menos comida, más focos de infección y aún otros peores desastres) Las entidades dedicadas al mar saben que la crisis, marcha hacia desenlaces horrorosos destructivos. Las esperanzas se acaban.

Gustavo Portocarrero Valda, licenciado en filosofía, es abogado, periodista y escritor.

jueves, 12 de enero de 2012

Economía verde, nuevo disfraz del neoliberalismo




En medio de la más grave crisis de la economía capitalista a escala mundial, el deterioro ambiental ha sido relegado a un plano secundario. Es cierto que algo se habla sobre la pérdida de biodiversidad o el cambio climático. Pero en los hechos el medio ambiente no es prioridad.
Los términos del debate sobre la crisis los ha impuesto la derecha y en su pantalla de radar el problema ambiental siempre ha ocupado un lugar subsidiario. Por eso no sorprende que ahora que los centros de poder castigan con austeridad fiscal y promueven la destrucción de cualquier vestigio del estado de bienestar, el medio ambiente brille por su ausencia. Y cuando se le pretende tratar como tema prioritario, la realidad es que sólo es para mantener el proyecto neoliberal a escala global.
El Programa de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente (PNUMA) promueve desde hace ya tres años una serie de proyectos que se encuadran dentro de lo que ha bautizado como la Iniciativa de Economía Verde (IEV). Este proyecto define a una economía verde como el resultado de mejoras en el bienestar humano y equidad social, al mismo tiempo que se reducen los riesgos ambientales y la escasez ecológica. El PNUMA sostiene que el manejo eficiente de los recursos ambientales ofrece oportunidades económicas importantes. Finalmente, afirma que una economía verde debe ser baja en el uso de combustibles fósiles y socialmente incluyente.
Esa retórica puede dar una buena impresión. Pero la realidad es que la iniciativa del PNUMA adolece de grandes defectos que, al final de cuentas, anulan lo que podría aparecer como buenos deseos. Lo que queda es un disfraz mal armado para darle una cara amable al neoliberalismo desde el punto de vista ambiental.
El primer gran problema de la IEV es la incapacidad para examinar las causas de la destrucción ambiental. Ninguna de las fuerzas económicas que provocan el deterioro ambiental es objeto de un análisis cuidadoso. Ni la concentración del poder económico en centros corporativos, ni los procesos de acaparamiento de tierras en grandes regiones de África y América Latina, ni el efecto de la especulación financiera sobre productos básicos, ni el peso enorme de la deuda de los países más pobres del mundo son temas importantes para el PNUMA. En contraste, abunda la retórica sobre instrumentos de política basados en el mecanismo de mercado y la necesidad de alentar la inversión privada.
El PNUMA también ignora las causas de la feroz desigualdad, que es rasgo dominante en la economía mundial. Tal pareciera que esa desigualdad cayó del cielo, como si se tratara de un fenómeno meteorológico. Así, la IEV habla de la necesidad de aliviar e incluso de eliminar la pobreza. Pero siempre que lo hace es en referencia al potencial que ofrece el buen manejo de los recursos. Nunca se menciona la necesidad de corregir el marcado sesgo en contra de los salarios reales. De sobra se sabe que en casi todo el mundo los salarios reales experimentaron una declinación importante a partir de los años setenta. Entre las causas más visibles de ese resultado está la represión salarial impuesta para controlar la demanda agregada y, de ese modo, llevar adelante la lucha contra la inflación (el principal enemigo del capital financiero). A pesar de la importancia de esta variable de la distribución, la palabra salarios no tiene cabida en el diccionario de la IEV.
La desigualdad también está fuertemente anclada en una política fiscal regresiva. Sin embargo, cuando se trata de recomendaciones en materia de política fiscal, el documento del PNUMA sugiere que el mejor marco fiscal para el crecimiento debe descansar en los impuestos indirectos y en bajas tasas impositivas para el sector corporativo. Esto debe ir acompañado de mayor eficiencia en el gasto público, lo que en la jerga neoliberal se traduce en mayores ajustes y generación de un superávit primario para pagar cargas financieras. Claro, las referencias del PNUMA son la OCDE, el Banco Mundial y la consultora PriceWaterhouseCoopers. Eso sí, se alerta sobre los riesgos de imponer gravámenes al capital financiero.
Aunque la iniciativa del PNUMA se basa en la idea de que la crisis ofrece la oportunidad para reencaminar la economía mundial por el sendero del desarrollo sustentable, ningún documento del organismo contiene un análisis serio sobre los orígenes y naturaleza de la crisis. Los lectores pueden corroborar lo anterior en la página de la IEV (www.unep.org/greeneconomy). Por extraordinario que parezca, un análisis serio sobre la crisis y sus ramificaciones no es relevante para hablar de la transición hacia una economía verde.
La iniciativa del PNUMA intenta extender la vida del modelo neoliberal. Es también un buen ejemplo de la sentencia de Keynes: no sólo hemos fracasado en el intento de comprender el orden económico en el que vivimos, sino que lo hemos mal interpretado al grado de adoptar medidas que operan duramente en nuestro detrimento.


domingo, 8 de enero de 2012

Protestantes paralizan obras en represa de El Quimbo en el Huila

Los trabajos de construcción de la represa hidroeléctrica de El Quimbo están suspendidos luego que un grupo de manifestantes que exigen la convocatoria de una audiencia pública ambiental, impidieran el acceso de trabajadores y equipos.

Miller Dussán, uno de los promotores de la protesta ciudadana, dijo que los manifestantes ocupan la vía por donde ingresan trabajadores y maquinaria, que es precisamente la vía de acceso al puente del paso de El Colegio, sobre el río Magdalena, que se encuentra averiado y ha provocado el cierre de la carretera que conduce hacia La Plata, Huila.

Los protestantes sostienen que, según estudios de especialistas, el puente no fue afectado como consecuencia del invierno sino por la trasnacional Emgesa, concesionaria de la obra.

El sacerdote Samuel de Jesús Pineda, de la Prefectura Apostólica de Tierradentro (Cauca), uno de los promotores de la jornada de protesta, dijo que por decisión del Gobierno pasado se ferió el futuro de todas las gentes del Alto Magdalena.

El cura es uno de los firmantes de una carta enviada al presidente Juan Manuel Santos pidiendo su intervención para detener las obras ante lo que consideran un desastre ambiental, económico y cultural de la región, el incumplimiento de la empresa constructora y los excesos frente a las gentes que han terminado desplazadas bajo el concepto de 'utilidad pública'.

Copias de la carta, firmada por otros siete ciudadanos, fueron enviadas al papa Benedicto XVI, a las Naciones Unidas, a la Corte Penal Internacional y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, entre otras organizaciones y personalidades.

Decisiones de la Contraloría

De otro lado el vocero Dussán dijo que en las últimas horas se produjeron dos decisiones de la Contraloría General de la República en torno al caso de El Quimbo.

Dijo que la primera ordena abrir investigación a la Corporación Autónoma del Alto Magdalena y al Ministerio de Ambiente por vicios en la concesión de la licencia, incumplimiento de otros puntos en la misma, los graves problemas ambientales que se crean y la presunta inexistencia de estudios geotécnicos.

La segunda decisión, según Dussán, ordena abrir investigación por la presunta responsabilidad de Emgesa en la destrucción del puente del paso de El Colegio, pues estudios geológicos realizados por la Contraloría demostrarían que el estado del viaducto no obedece a problemas derivados del invierno.

Fuente: Caracol.com


martes, 3 de enero de 2012

Urgencias climáticas

Ignacio Ramonet
Le Monde Diplomatique



La grave crisis financiera y el horror económico que padecen las sociedades europeas están haciendo olvidar que –como lo recordó, en diciembre pasado, la Cumbre del clima de Durban, en Sudáfrica– el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad siguen siendo los principales peligros que amenazan a la humanidad. Si no modificamos rápidamente el modelo de producción dominante, impuesto por la globalización económica, alcanzaremos el punto de no retorno a partir del cual la vida humana en el planeta dejará poco a poco de ser soportable.

Hace unas semanas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció el nacimiento del ser humano número siete mil millones, una niña filipina llamada Dánica. En poco más de cincuenta años, el número de habitantes de la Tierra se ha multiplicado por 3,5. Y la mayoría de ellos vive ahora en ciudades. Por primera vez los campesinos son menos numerosos que los urbanos. Entre tanto, los recursos del planeta no aumentan. Y surge una nueva preocupación geopolítica: ¿qué pasará cuando se agrave la penuria de algunos recursos naturales? Estamos descubriendo con estupefacción que nuestro “ancho mundo” es finito...

En el curso de la última década, gracias al crecimiento experimentado por varios países emergentes, el número de personas salidas de la pobreza e incorporadas al consumo sobrepasa los ciento cincuenta millones... (1) ¿Cómo no alegrarse de ello? No hay causa más justa en el mundo que el combate contra la pobreza. Pero esto conlleva una gran responsabilidad para todos. Porque esa perspectiva no es compatible con el modelo consumista dominante.


Es obvio que nuestro planeta no dispone de recursos naturales ni energéticos suficientes para que toda la población mundial los use sin freno. Para que siete mil millones de personas consuman tanto como un europeo medio se necesitarían los recursos de dos planetas Tierra. Y para que consumieran como un estadounidense medio, los de tres planetas.

Desde el principio del siglo XX, por ejemplo, la población mundial se ha multiplicado por cuatro. En ese mismo lapso de tiempo, el consumo de carbón lo ha hecho por seis... El de cobre por veinticinco... De 1950 a hoy, el consumo de metales en general se ha multiplicado por siete... El de plásticos por dieciocho... El de aluminio por veinte... La ONU lleva tiempo avisándonos de que estamos gastando “más del 30% de la capacidad de reposición” de la biosfera terrestre. Moraleja: debemos ir pensando en adoptar y generalizar estilos de vida mucho más frugales y menos derrochadores.

Este consejo parece de sentido común pero es evidente que no se aplica a los mil millones de hambrientos crónicos del mundo, ni a los tres mil millones de personas que viven en la pobreza. La bomba de la miseria amenaza a la humanidad. La enorme brecha que separa a los ricos de los pobres sigue siendo, a pesar de los progresos recientes, una de las características principales del mundo actual (2).

Esta no es una afirmación abstracta. Tiene traducciones muy concretas. Por ejemplo, en el tiempo de lectura de este artículo (diez minutos), 10 mujeres van a fallecer en el mundo durante el parto; y 210 niños de menos de cinco años van a morir de dolencias fácilmente curables (de ellos 100 por haber bebido agua de mala calidad). Estas personas no fallecen por enfermedad. Mueren por ser pobres. La pobreza las mata. Mientras tanto, la ayuda de los Estados ricos a los países en desarrollo ha disminuido, en los últimos quince años, un 25%... Y en el mundo se siguen gastando unos 500.000 millones de euros al año en armamento...

Si en las próximas décadas tuviésemos que aumentar un 70% la producción de alimentos para responder a la legítima demanda de una población más numerosa, el impacto ecológico sería demoledor. Además, ese crecimiento ni siquiera sería sostenible porque supondría mayor degradación de los suelos, mayor desertificación, mayor escasez de agua dulce, mayor destrucción de la biodiversidad... Sin hablar de la producción de gases de efecto invernadero y sus graves consecuencias para el cambio climático.

A este respecto, conviene recordar que unos 1.500 millones de seres humanos siguen usando energía fósil contaminante procedente de la combustión de leña, carbón, gas o petróleo, principalmente en África, China y la India. Apenas el 13% de la energía producida en el mundo es renovable y limpia (hidráulica, eólica, solar, etc.). El resto es de origen nuclear y sobre todo fósil, la más nefasta para el medio ambiente.

En este contexto, preocupa que los grandes países emergentes adopten métodos de desarrollo depredadores, industrialistas y extractivistas, imitando lo peor que hicieron y siguen haciendo los actuales Estados desarrollados. Todo lo cual está produciendo una gravísima erosión de la biodiversidad.

¿Qué es la biodiversidad? La totalidad de todas las variedades de todo lo viviente. Estamos constatando una extinción masiva de especies vegetales y animales. Una de las más brutales y rápidas que la Tierra haya conocido. Cada año, desaparecen entre 17.000 y 100.000 especies vivas. Un estudio reciente ha revelado que el 30% de las especies marinas está a punto de extinguirse a causa de la sobrepesca y del cambio climático. Asimismo, una de cada ocho especies de plantas se halla amenazada. Una quinta parte de todas las especies vivas podría desaparecer de aquí a 2050.


Cuando se extingue una especie se modifica la cadena de lo viviente y se cambia el curso de la historia natural. Lo cual constituye un atentado contra la libertad de la naturaleza. Defender la biodiversidad es, por consiguiente, defender la solidaridad objetiva entre todos los seres vivos.


El ser humano y su modelo depredador de producción son las principales causas de esta destrucción de la biodiversidad. En las últimas tres décadas, los excesos de la globalización neoliberal han acelerado el fenómeno.

La globalización ha favorecido el surgimiento de un mundo dominado por el horror económico, en el que los mercados financieros y las grandes corporaciones privadas han restablecido la ley de la jungla, la ley del más fuerte. Un mundo en el que la búsqueda de beneficios lo justifica todo. Cualquiera que sea el coste para los seres humanos o para el medio ambiente. A este respecto, la globalización favorece el saqueo del planeta. Muchas grandes empresas toman por asalto la naturaleza con medios de destrucción desmesurados. Y obtienen enormes ganancias contaminando, de modo totalmente irresponsable el agua, el aire, los bosques, los ríos, el subsuelo, los océanos... Que son bienes comunes de la humanidad.

¿Cómo poner freno a este saqueo de la Tierra? Las soluciones existen. He aquí cuatro decisiones urgentes que se podrían tomar:

— Cambiar de modelo inspirándose en la “economía solidaria”. Ésta crea cohesión social porque los beneficios no van sólo a unos cuantos sino a todos. Es una economía que produce riqueza sin destruir el planeta, sin explotar a los trabajadores, sin discriminar a las mujeres, sin ignorar las leyes sociales.

— Poner freno a la globalización mediante un retorno a la reglamentación que corrija la concepción perversa y nociva del libre comercio. Hay que atreverse a restablecer una dosis de proteccionismo selectivo (ecológico y social) para avanzar hacia la "desglobalización".

— Frenar el delirio de la especulación financiera que está imponiendo sacrificios inaceptables a sociedades enteras, como lo vemos hoy en Europa donde los mercados han tomado el poder. Es más urgente que nunca imponer una tasa sobre las transacciones financieras para acabar con los excesos de la especulación bursátil.

— Si queremos salvar el planeta, evitar el cambio climático y defender a la humanidad, es urgente salir de la lógica del crecimiento permanente que es inviable, y adoptar por fin la vía de un "decrecimiento" razonable.

Con estas simples cuatro medidas, una luz de esperanza aparecería por fin en el horizonte, y las sociedades empezarían a recobrar confianza en el progreso. Pero ¿quién tendrá la voluntad política de imponerlas?


NOTAS:

(1) Sólo en América Latina, como consecuencia de las políticas de inclusión social implementadas por gobiernos progresistas en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Venezuela y Uruguay, cerca de ochenta millones de personas salieron de la pobreza.


(2) En el mundo, unos 100 millones de niños (sobre todo niñas) no están escolarizados; 650 millones de personas no disponen de agua potable; 850 millones son analfabetas; más de 2.000 millones no disponen de alcantarillas, ni de retretes...; unos 3.000 millones viven (o sea se alimentan, se alojan, se visten, se transportan, se cuidan, etc.) con menos de dos euros diarios.


Fuente original: http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=5b5f3e6a-3dc4-4167-82e2-cf2b61f2e46e

rCR