domingo, 23 de mayo de 2010

Golfo de México: una vez más, el mundo aparente es la mentira

Alejandro Nadal
23/05/10


La mejor metáfora de la crisis está en el derrame de petróleo en el Golfo de México. En las profundidades del mar se desplazan gigantescos ríos submarinos de crudo, amenaza invisible que tarde o temprano, al igual que los activos tóxicos, llegará a la superficie. British Petroleum, la compañía que se ufanaba de estar a la vanguardia de la tecnología de perforación submarina, es como Goldman Sachs, la firma de Wall Street que estuvo siempre en la frontera de la innovación financiera. Ambas mintieron, ocultaron y especularon con una confianza prefabricada artificialmente entre el público.

Los derivados puestos en circulación por Goldman Sachs colocaron los activos chatarra en las hojas de balance de instituciones financieras en todo el mundo. El derrame de BP no tiene fronteras. Y los accidentes industriales en sus instalaciones configuran una larga lista. Incluye la explosión en la refinería en Texas City en 2005 (15 muertes). Al igual que el sector financiero, BP y las grandes corporaciones petroleras han estado trabajando al amparo de la desregulación aplicada por el dúo Bush-Cheney: nosotros sabemos lo que estamos haciendo.

El derrame de BP contamina ecosistemas del Golfo de México y pronto entrarán en la corriente del golfo. Al igual que los activos tóxicos, acabará por llegar a las costas de Europa.

Tanto Goldman Sachs como BP han mentido una y otra vez sobre los efectos negativos de sus actos. Goldman Sachs ayudó a disfrazar el monto de la deuda griega y en el fondo del mar de cifras de los mercados financieros yace oculta la amenaza de más activos tóxicos. Por su parte, British Petroleum ha buscado engañar a la opinión pública sobre el volumen de crudo que escapa sin control desde que explotó la plataforma /Deepwater Horizon/.

"No tenemos ninguna falla en la administración de nuestras instalaciones", dijo antes de ayer en el Senado el gerente general de BP en Estados Unidos. Extraordinaria declaración: 11 trabajadores muertos en la explosión y el peor desastre ambiental en la sucia historia de la

industria petrolera y ¿no hay nada malo con la administración? Cara dura.

Goldman Sachs ha recibido sumas astronómicas para reactivar sus actividades desde que comenzó la crisis. Y debe sorprender a nadie. Esta firma ha recibido el sobrenombre de "Government Sachs" por la cantidad de ejecutivos que han salido de sus oficinas para ocupar altos puestos en Washington (Robert Rubin, Henry Paulson, por mencionar los más notorios).

Lo que el sector financiero ha hecho con los recursos fiscales recibidos es algo que muy pocos conocen. Y aquí también hay otro punto de comparación con el manejo que hace British Petroleum de su imagen. BP ha informado al gobierno estadunidense que ha usado 400 mil galones (1.5 millones de litros) de un dispersante químico llamado Corexit, fabricado por la compañía Nalco, cuyo consejo de administración incluye a ejecutivos de Exxon y de British Petroleum. El secreto a voces en Houston es que Corexit es un dispersante que fabrica la industria petrolera para vendérsela a sí misma. BP ha anunciado que ya compró otros 850 mil galones (3.2 millones de litros) de Corexit.

Según la Agencia Federal de Protección del Medio Ambiente (EPA), el Corexit es uno de los dispersantes más tóxicos y menos eficientes para enfrentar derrames de crudo como el de las costas de Luisiana. La realidad es que mientras los dispersantes ayudan a mantener las capas de crudo lejos de las playas y humedales, tienen efectos a largo plazo sobre los ecosistemas y la fauna marina. Cuando se usó el Corexit en el derrame del /Exxon Valdez,/ varios voluntarios sufrieron infecciones y problemas de salud. Pero todo eso es irrelevante: BP necesita evitar a

toda costa que la capa de petróleo suba a la superficie y manche su imagen. /“Beyond Petroleum’/’ (Más allá del petróleo), se anunciaba hace poco la compañía.

British Petroleum anuncia todos los días que se han desplegado cientos de miles de metros de barreras protectoras, que hay 400 barcos en operación y miles de trabajadores. Pero la historia de los derrames de petróleo enseña que en el mejor de los casos sólo se ha podido recuperar

el 10 por ciento del crudo. Y este desastre es único por tratarse de un pozo a gran profundidad, dos factores que cambian todo. El derrame puede durar semanas o meses.

Todos los días aparecen nuevos titulares sobre los "avances" de BP en el control del derrame, sólo para ser desmentidos al día siguiente en una noticia escondida en las páginas interiores de los diarios. Algo parecido ocurre con la crisis económica: estamos viviendo la crisis económica y financiera más fuerte en 70 años. Quizás estamos entrando en la fase más peligrosa de la crisis. Pero gobiernos y corporaciones afirman que ha comenzado la recuperación.

Los medios electrónicos gustan afirmar en su propaganda que una imagen vale más que mil palabras. En verdad, las imágenes mucho ocultan. En su contorno desfila el mundo aparente, pero las causas y las consecuencias están ausentes. En la apariencia está la mentira.

Alejandro Nadal es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso.



La Jornada, 19 mayo 2010

Biología sintética: la caja de Pandora de una investigación aplicada venalmente motivada

Hervé Le Crosnier
23/05/10


La revista Science ha publicado en su edición del 20 de mayo de 2010 un artículo firmado por un equipo de investigación dirigido por Craig Venter, atribuyéndose la creación de la primera célula dorada de un ADN totalmente realizado por ordenador. [1] Para Venter, eso representa "una etapa importante, científica y filosóficamente". Si dejamos de lado la manera ditirámbica en que ha sido divulgada la noticia por la prensa, lo cierto es que esta publicación científica, así como las investigaciones conducentes a ese resultado, plantean numerosas cuestiones que merecen toda la atención de los ciudadanos, de quienes toman decisiones políticas y de las asociaciones de la sociedad civil, y tiene que llevar reflexión a las comunidades científicas. Las asociaciones de la sociedad civil, y señaladamente ETC Group, exigen una moratoria para las técnicas empleadas en la llamada "biología sintética") y llaman a una reflexión de alcance mundial sobre la genética extrema.

"La creación de la primera célula viva dotada de un genoma sintético, desvelada el pasado jueves, significa un avance en la comprensión de los mecanismos de la vida y abre la vía a la fabricación de organismos artificiales capaces, por ejemplo, de producir carburantes limpios". Con esta introducción, como poco espectacular, arranca el comunicado de prensa con que se anunció en Francia esta publicación. Esa manera de transformar los experimentos de laboratorio en recetas milagrosas para los males de la economía y los sufrimientos del planeta se ha convertido en la forma principal de comunicación pública de los resultados científicos. En detrimento, a la vez, del análisis de los trabajos de investigación y de la capacidad de los ciudadanos y de sus representantes para evaluar los trabajos y sacar las oportunas consecuencias políticas.

En realidad, el experimento es harto más modesto. Pero harto más inquietante, también. Se ha tratado de sintetizar un cromosoma, cuyo código había sido escrito por un computador, de construirlo sirviéndose de levaduras, para introducirlo luego en una célula y recuperarlo tal cual tras la división de esa célula. Para verificar que eso ocurría, el equipo de Craig Venter introdujo unas "filigranas" en el código del cromosoma.

La síntesis de ADN la logró por vez primera a comienzos de los años 70 del siglo pasado Har Gobin Khorana, y comportaba 207 pares de bases. En 2002, Eckard Wimmer anunció la recreación de un virus de la polio. Luego se ha recreado el ADN del virus de la gripe española de 1918, y se han mejorado las técnicas empleadas. Desde entonces, se pueden encargar hebras de ADN, recibiendo su secuencia a vuelta de correo electrónico. Hay más de 40 empresas de síntesis genómica, dos de ellas en Francia. Lo que aporta la experiencia el experimento del Instituto de Craig Venter son mejoras en las técnicas de construcción del cromosoma y en la capacidad para recuperarlo tal cual tras la división celular, indicio de que tomado el control de la célula. Para David Baltimore, eminente genetista del Caltech citado por el New York Times, no puede hablarse de creación de vida, sino de sólo de una recopia. Se trataría de un trabajo técnico de reconocida calidad, pero que le parece distar mucho los superlativos autoatribuidos por el equipo de Craig Venter para "vender" su experimento.

Pues de vender se trata para estos investigadores en biología sintética. Venter solicitó en mayo de 2007 una patente en los EEUU (con número de solicitud 20070122826) y una patente internacional (PTO WO2007047148). Busca así convertirse en propietario de las técnicas de construcción de un conjunto de ADN "mínimo), susceptible de ser replicado a imagen y semejanza de la materia viva. También reivindica la propiedad de los procesos de producción de hidrógeno y de etanol que pudieran derivarse de técnicas similares. Estamos lejos de la investigación que persigue "comprender la naturaleza" y explicar los fenómenos biológicos: lo que se observa, antes bien, es una carrera en busca de aplicaciones capaces de atraer el frenesí de los inversores en capital-riesgo.

En lo inmediato, se trata de controlar los cimientos económicos o financieros de la burbuja especulativa del mercado de carbono. En esta competición desembridada, el equipo de Craig Venter está asociado a Synthetic Genomics Inc., una empresa asimismo dirigida por Craig Venter y apoyada por el gobierno de los EEUU, cuyo Secretario de Estado de Energía, el Premio Nobel Steven Chu, es un ferviente partidario de la biología sintética. Una empresa vinculada con las petroleras Exxon Mobil y BP, cuya capacidad para aplicar tecnologías sin riesgos podemos admirar ahora mismo en el Golfo de México.

Una ambición prometeica

La producción de hidrocarburos a través de bacterias pilotadas por un ADN artificial no es, desde luego, inminente. Pero el principio mismo de esos estudios, organizados con fines financieros y utilizados como maniobra mediática de diversión frente a los problemas actuales del planeta y de la sociedad, sí puede ponerse en causa.

Pues lo que es de temer no es para echado a humo de pajas: desarrollo de armas biológicas; consecuencias para los empleados de los laboratorios en contacto con virus extremadamente patógenos; y riesgos de una fuga accidental al medio ambiente de organismos sintéticos. [2]

La previsible carrera industrial, pero también las guerras de egos entre los investigadores implicados, aconsejan una reflexión democrática global sobre la oportunidad y las condiciones de este tipo de investigación. No es posible abandonar la decisión exclusivamente a los investigadores del dominio en cuestión. Ni permitirles vender, sobrevender y agitar a golpe de sensación mediática unas promesas, cuya credibilidad es más que dudosa.

En esa reflexión conviene no olvidar jamás que las voluntades prometeicas de una parte de la comunidad científica, y señaladamente de los mavericks [chiflados] de la genómica que están en el origen de las noticias hoy publicadas. A los peridistas que le preguntaron si no tenía la sensación de estar jugando a Dios, Hamilton O. Smith, Premio Nóbel, accionista de Sinthetic Genomic Inc., y uno de los firmantes del artículo publicado en Science, respondió con su chiste preferido: "No estamos jugando". El código genético utilizado por el experimento publicado hoy incorpora –lo que, huelga decirlo, se nos pide dejar en segundo plano— a modo de "filigrana" unas marcas que permitan identificar el cromosoma, y entre otras, esta cita del filósofo Feliz Adler sacada de American Prometheus, su biografía del inventor de la bomba atómica, Oppenheimer: "No miréis las cosas como son, sino como podrían ser".

Pues, en el fondo, lo que hoy se extiende el mundo de la investigación aplicada es una voluntad de "reparar la máquina-Tierra", desde su estructura global (con la "geoingeniería"), hasta la nanomateria, pasando, evidentemente, por la "dominación" de la materia viva. [3] La naturaleza no es ya el modelo único y singular que la ciencia debe interpretar, sino un simple objeto que los ingenieros deben mejorar…, y si es posible, en nombre de la "libertad del investigador", es decir, sin que los ciudadanos puedan decir ni pío sobre las decisiones que orientan la investigación aplicada, ni sobre la evaluación de las consecuencias sobre el medio ambiente natural y sobre los fundamentos de la vida social. Ni siquiera sobre las consecuencias filosóficas de esta búsqueda extrema de poder sobre la materia viva.

Demasiado a menudo, los investigadores de esas disciplinas duales (cargadas de riesgos enormes en nombre de los pretendidos beneficios acarreados por sus promesas) desean dirimir "entre ellos", y con las empresas especializadas de su sector, las cuestiones éticas y de seguridad. Al hilo directo de la famosa Conferencia de Asilomar de 1975 sobre las tecnologías, se desarrollaron en mayo de 2006 la conferencia "Synthetic Biology 2.0" en Berkeley y, más recientemente, en abril de 2010, una conferencia Asilomar 2 sobre geoingeniería. En todos los casos, se invitó a filósofos a hablar de •reglas éticas, para dar ficticiamente a entender el carácter "responsable" de los actores y su capacidad para … definir mejor que nadie, y a espaldas de la opinión pública –entre "socios" en idénticas relaciones de dinero y de poder—, las reglas de autorregulación que se quieren autoimponer.

De aquí que numerosas asociaciones de la sociedad civil, secundando a la muy influyente asociación ETC Group, o, en Francia, a la Fondation Sciences Citoyennes, deseen organizar un conjunto de debates de alcance mundial para evitar que se abra la caja de Pandora. El Fórum Mundial Ciencias & Democracia, cuya segunda edición se desarrollará en Dakar en febrero de 2011, debería abordar estas cuestiones esenciales. Pues las tecnologías en cuestión constituyen una espada de Damocles excesivamente afilada. Ya en octubre de 2004, un editorial de la revista científica Nature observaba: "Si los biólogos están a pique de sintetizar nuevas formas de vida, el alcance de los desastres que podrían provocarse o voluntariamente o por negligencia es potencialmente inmenso".

Para seguir pensando:

<!--[if !supportLists]-->• <!--[endif]-->ETC Group, « Synthia is Alive ... and Breeding : Panacea or Pandora's Box ? ».

<!--[if !supportLists]-->• <!--[endif]-->Nicholas Wade, « Researchers Say They Created a 'Synthetic Cell' », The New York Times, 20 mayo 2010.

<!--[if !supportLists]-->• <!--[endif]-->« Synthetic Genomic. Options for governance », J. Craig Venter Institute.

<!--[if !supportLists]-->• <!--[endif]-->ETC Group, « Extreme Genetic Engineering : An Introduction to Synthetic Biology », 16 enero 2007.

<!--[if !supportLists]-->• <!--[endif]-->Sciences & Démocratie, un doculibro (DVD + libro) sobre el Fórum Mundial Ciencias & Democracia.

NOTAS: [1] « Creation of a Bacterial Cell Controlled by a Chemically Synthesized Genome », Science, 20 mayo 2010. [2] Véase : Mateo Cueva, « Bits, atomes, neurones et gènes font BANG », Le Monde diplomatique, octubre 2009. [3] Véase: Mona Chollet, « Le ciel nous préserve des optimistes », y Philippe Rivière, « Nous serons tous immortels... en 2100 », Le Monde diplomatique, respectivamente, septiembre y diciembre 2009.

Hervé Le Crosnier es profesor de informática en la Universidad de Caen.

Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març



blog de Le Monde Diplomatique, 21 mayo 2010

La fiebre del petróleo que amenaza al Golfo de México y al planeta

Michael T. Klare • • • • •
Revista Sin Permiso
23/05/10


La cuestión es clara: el drenaje masivo de petróleo del fondo del Golfo México podría consumar uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de la humanidad. Lo peor es que es sólo un anticipo de lo que será la era del petróleo degradado, una época caracterizada por la creciente dependencia de fuentes de energía problemáticas y difíciles de conseguir. La partida se desarrolla en terreno peligroso, y lo que está en juego es el destino del planeta.

Es posible que nunca se llegue a dar con la causa precisa de la explosión que destruyó la torre petrolífera de Deepwater Horizon el 20 de abril y mató a 11 de sus 126 trabajadores. Se ha hablado de fallos en una conexión submarina y en un aparato específicamente diseñado para prevenir explosiones. La falta de controles gubernamentales sobre los mecanismos de seguridad también tuvo su parte en el desastre, producido, seguramente, por una combinación de equipo defectuoso y errores humanos. En todo caso, aunque no se determine cuál fue el exacto disparador de la explosión, la razón de fondo está clara: la existencia de una empresa a la que el gobierno autorizó a explotar reservas de petróleo y gas natural en entornos remotos y bajo condiciones de operación altamente riesgosas.

Los peligros de la nueva fiebre del petróleo

Los Estados Unidos ingresaron en la era de los hidrocarburos con una de las principales reservas de petróleo y gas natural. La explotación de estos valiosos y versátiles recursos ha contribuido durante mucho tiempo a la riqueza y al poder del país, así como a la rentabilidad de gigantes de la energía como British Petroleum (BP) y Exxon. Este proceso, empero, condujo al agotamiento de la mayoría de reservas siutadas en tierra firme y sólo dejó algunas disponibles en áreas marítimas de difícil acceso en Alaska y el Ártico. Para mantener el suministro de energía, así como los ininterrumpidos beneficios de las grandes empresas del ramo, todos los gobiernos sin excepción han impulsado la explotación de fuentes energéticas remotas, con abierto desdén por los peligros humanos y ambientales que encierran estas operaciones.

La búsqueda afanosa de gas y petróleo ha entrañado siempre un cierto grado de riesgo. Después de todo, la mayoría de las reservas energéticas se encuentran bajo tierra entre sucesivas capas de rocas. Cuando las perforadoras llegan hasta ellas, las probabilidades de erupciones explosivas son altas. Es lo que se conoce como efecto "géiser". En los intrépidos inicios de la industria del petróleo, este fenómeno -bien conocido gracias a películas como Pozos de ambición (There Will Be Blood, según el título original en inglés)- era causa frecuente de importantes accidentes humanos y ambientales. Con los años, las compañías petroleras consiguieron prevenir los daños causados a los trabajadores o al entorno de los pozos. Ahora, sin embargo, la compulsión por disponer de las remotas reservas de Alaska, el Ártico y las profundidades marinas se está reeditando una peculiar y peligrosa versión de los intrépidos inicios de la industria. Las empresas se encuentran con riesgos inesperados, y su tecnología -diseñada para escenarios más benignos- resulta a menudo incapaz de ofrecer una respuesta adecuada a los nuevos desafíos. En consecuencia, cuando el desastre se produce, el daño ambiental es exponencialmente mayor que cualquiera que haya podido registrarse en los anales de la industria a lo largo del siglo XIX o a inicios del XX.

La operación Deepwater Horizon es un ejemplo de ello. BP, la empresa que gestionaba la torre petrolífera y tenía a su cargo la supervisión de la perforación, lleva años inmersa en una frenética búsqueda de petróleo en zonas profundas del Golfo de México. El pozo en cuestión, conocido como Mississippi Canyon 252, tenía una profundidad de 1,5 kilómetros y estaba situado a unos 80 kilómetros al sur de la costa de Luisiana. El perforador, por su parte, se extendía unos 4 kilómetros más bajo tierra. A semejante profundidad, cualquier operación en el fondo del océano debe realizarse a través de robots manejados por control remoto por técnicos situados en el pozo. El margen de error admisible en estas circunstancias es mínimo, sobre todo en cuestiones de perforación y corte de capas rocosas. Aparentemente, la operación Deepwater Horizon se caracterizó por una gran laxitud en materia de supervisión, de manera que cuando surgieron algunos problemas previsibles, fue imposible enviar técnicos que pudieran evaluar la situación y ofrecer una solución.

Acometer perforaciones en Alaska y en el Ártico entraña peligros aún mayores, dadas las condiciones climáticas y ambientales extremas con las que es menester lidiar. Cualquier pozo marítimo siutado en los mares de Beaufort o de Chukchi está expuesto a eventuales choques con trozos de hielo, a temperaturas extremas y a poderosas tormentas. Por otra parte, siempre será más difícil, en semejantes parajes, lidiar con derrames de petróleo como los de BP, da igual que sean marítimos o terrestres. Es más, un flujo incontrolado de petróleo en esas condiciones representará, a no dudarlo, una amenaza letal para cualquier especie viva.

Las grandes empresas de energía aseguran estar blindadas contra tales peligros. Sin embargo, tanto el desastre del Golfo como la propia historia han puesto en ridículo dicha pretensión. En 2006, por ejemplo, un oleoducto en mal estado de BP propició el derrame de más de un millón de litros de crudo en unas lomas del norte de Alaska frecuentadas por manadas migratorias de caribús (como el derrame tuvo lugar en invierno, los caribús aún no estaban allí, lo que hizo posible alejar el petróleo de los bancos de nieve; de haberse producido en verano, los riesgos para la manada hubieran sido considerables).

Cuando hay petróleo de por medio, todo está permitido

A pesar de los peligros evidentes y de la ausencia de mecanismos adecuados de seguridad, diferentes administraciones, incluida la de Barack Obama, han apoyado la política de las grandes empresas y han favorecido la explotación de reservas de gas y petróleo en aguas profundas del Golfo de México, así como de otras áreas ambientalmente sensibles.

El gobierno ya asumió esta posición frente al tema con la Política de Energía Nacional (PEN), adoptada por el presidente George W. Bush en mayo de 2001. Liderados por el ex Director Ejecutivo de Halliburton, el vice presidente Dick Cheney, los diseñadores de esta política advirtieron que los Estados Unidos consideraron que la creciente dependencia de la importación de energía comportaba un auténtico peligro para la seguridad nacional. A resultas de ello, apostaron por un mayor aprovechamiento de las fuentes de energía locales, especialmente petróleo y gas natural. “Es un objetivo primordial de la Política de Energía Nacional diversificar las fuentes de aprovisionamiento” rezaba la declaración de principios de la PEN. “Y esto supone priorizar las fuentes locales de petróleo, gas y carbón”.

No obstante, como la propia PEN dejaba claro, los Estados Unidos estaban perdiendo sus reservas de gas natural o de petróleo convencionales y de fácil acceso, tanto terrestres como marítimas. “Es probable -se decía en el documento- que la producción de petróleo en los Estados Unidos decaiga en las próximas dos década; [de manera que] la demanda local excederá las propias capacidades productivas”. La única solución, se afirmaba, era aumentar la explotación de reservas de energías no convencionales, como el petróleo o el gas situados en el fondo martímo del Golfo de México, más allá de los bancos de arena continentales, en Alaska, en el Ártico e incluso recurrir a formaciones geológicas complejas como el petróleo o el gas bituminosos.

“La producción de gas y petróleo en áreas geológicamente estimulantes -continuaba el documento- es vital para todos los estadounidenses y para la seguridad energética nacional, siempre que resulte compatible con la protección del medioambiente” (esta última mención era un explícito añadido de la Casa Blanca dirigido a contrarrestar las acusaciones -desafortunadamente ciertas- en torno a la escasa sensibilidad gubernamental por las consecuencias ecológicas de su política energética).

La primera recomendación de la PEN consistía en el desarrollo de un Refugio para la Vida Silvestre en el Ártico, una propuesta con amplio eco en los medios que se granjeó la inmediata desconfianza de los grupos ambientalistas. Sobre todo cuando se la veía acompañada por la apelación a una mayor exploración y explotación en las profundidades del Golfo y en los mares de Beufort y Cukchi, en el norte de Alaska. Aunque la perforación en el Refugio Nacional para la Vida Silvestre del Ártico fue finalmente bloqueada, la explotación en otras áreas se abrió camino con escasa oposición. En realidad, el Servicio de Gestión de Minerales (SGM), una agencia gubernamental probadamente corrupta, lleva años facilitando la concesión de licencias de exploración y perforación en el Golfo de México e ignorando de manera sistemática las regulaciones ambientales. Esta práctica, frecuente durante la era Bush, se mantuvo incólume con la llegada de Barack Obama a la presidencia. Obama, de hecho, autorizó con su firma el crecimiento masivo de las perforaciones marítimas, y apenas tres semanas antes del desastre de Deepwater Horizon, el 30 de marzo, anunció la realización de tareas de perforación, por primera vez, en vastas áreas del Atlántico, la zona oriental del Golfo de México y las aguas de Alaska.

Además de acelarar las exploraciones en el Golfo de México, pasando por alto las advertencias de científicos y funcionarios gubernamentales, el SGM también aprobó perforaciones en los mares de Beaufort y Chukchi. Todo ello a pesar de la fuerte oposición de grupos ecologistas y de los propios pueblos nativos, que temían que las operaciones pusieran en riesgo la supervivencia de ballenas y otras especies fundamentales para mantener su modo de vida. En octubre, por ejemplo, el SGM otorgó a Shell Oil una autorización provisional para llevar a cabo perforaciones en dos bloques del mar de Beaufort. Los opositores al plan han señalado que cualquier derrame de petróleo generado por dichas actividades entrañaría severos riesgos para especies ya amenazadas. Como de constumbre, sin embargo, las advertencias han sido ignoradas (el 30 de abril, 10 días después de la explosión del Golfo, el presidente Obama otorgó al Plan un sorpresivo visto bueno, cuando aún algunas tareas de perforación aún estaban pendientes de revisión).

El salón de la vergüenza de BP

Las grandes compañías energéticas tienen sus propias razones para sumarse a la explotación de opciones remotas de energía. Para evitar la caída de sus acciones, cada año se ven obligadas a reemplazar el petróleo extraído con el de nuevas reservas. La mayoría de los yacimientos tradicionales, sin embargo, está agotada y algunos de los más prometedores en Oriente Medio, en América Latina o en la ex Unión Soviética se encuentran bajo control de empresas estatales como la saudí Aramco, Pemex, en México, o PDVSA, en Venezuela. Este panorama deja a las empresas privadas con áreas cada vez más restringidas en las que reponer sus provisiones. Ello explica que lleven tiempo inmersas en una búsqueda enloquecida de petróleo en el África sub-sahariana, donde muchos países todavía permiten una cierta participación privada. Lo cierto, sin embargo, es que incluso en estos casos deben afrontar la feroz competencia de empresas chinas así como de otras compañías de propiedad estatal. Las únicas áreas en las que aún pueden operar con las manos prácticamente libres son el Ártico, el Golfo de México, el Atlántico Norte y el Mar del Norte. No es casual que sea aquí donde están concentrando sus esfuerzos, con escasa o nula preocupación por los peligros que ello pueda suponer para la humanidad o para el planeta.

El ejemplo de BP es bastante elocuente. Originariamente conocida como Anglo-Persian Oil Company (más tarde, Anglo-Iranian Oil Company, y finalmente, British Petroleum), BP comenzó sus operaciones en el sudoeste de Irán, donde gozó durante un tiempo del monopolio en la producción de crudo. En 1951, sus propiedades fueron nacionalizadas por el gobierno democrático de Mohammed Mossadeq. La empresa regresó a Irán en 1953, tras el golpe apoyado por los Estados Unidos que puso al Shah en el poder, y fue expulsada nuevamente en 1979 tras la revolución islámica. La compañía todavía conserva un pie en la inestable aunque rica en petróleo Nigeria, una ex colonia británica, y en Azerbaijan. Sin embargo, desde su absorción de Amoco (en su momento, Standard Oil Company of Indiana) BP ha concentrado sus energías en la explotación de las reservas de Alaska y en algunos yacimientos de petróleo degradado en el Golfo de México y en las costas africanas.

No por casualidad, el informe anual de BP de 2009 lleva por título "Operar en las fronteras de la Energía". Allí, de hecho, se señala con orgullo que “BP opera en las fronteras de la energía. Desde las profundidades marítimas a los entornos más complejos, desde remotas islas tropicales a la próxima generación de biocombustibles, una renovada BP trae consigo mayor eficiencia, un impulso sostenido y crecimiento empresarial. En el marco de esta declaración de principios, el Gofo de México ocupa un papel central. “BP es un operador líder en el Golfo de México”, señala el informe. “Somos el principal productor y proveedor en la zona, además de contar con el mayor área de exploración” […] Nuevos descubrimientos, emprendimientos exitosos, operaciones de alta eficacia y un amplio abanico de nuevos proyectos nos sitúan en inmejorable posición en el Golfo de México, tanto a corto como a largo plazo”.

Está claro que los altos ejecutivos de BP pensaban que un rápido incremento de la producción en el Golfo resultaría fundamental para la salud financiera de la empresa a largo plazo (de hecho, unos pocos días después de la explosión en Deepwater Horizon, la compañía anunciaba que había conseguido unos 6.100 millones de dólares de beneficios sólo en el primer trimestre de 2010). Queda por determinar hasta qué punto la concepción empresarial defendida por BP contribuyó al accidente de Deepwater Horizon. En todo caso, existen inidicios de que la compañía estaba inmersa en una frenética operación de consolidación del pozo de Mississippi Canyon 252, un paso previo al eventual traslado de la plataforma alquilada a Transocean a unos 500.000 dólares diarios a algún otro sitio de perforación rentable.

Si bien es probable que BP sea el principal villano en este caso, otras grandes empresas energéticas están implicadas en actuaciones similares, con cobertura del gobierno y de algunos de sus funcionarios. Estas empresas y sus aliados gubernamentales aseguran que, con las debidas precauciones, es seguro operar en estas condiciones. El incidente de Deepwater Horizon, sin embargo, revela que mientras más remota es el área de exploración, mayores son las posibilidades de que el asunto acabe en desastre.

Se nos dirá que la explosión en Deepwater Horizon fue un accidente desafortunado, una desgraciada combinación de gestión inadecuada y equipo defectuoso. Que bastaría un control más estricto para disipar los riesgos de la perforación en aguas profundas. Pero el alegato no es de recibo. La falta de diligencia y los defectos técnicos pueden haber desempeñado un papel crucial en la catástrofe del Golfo. Sin embargo, la fuente última del desastre es la necesidad compulsiva de las grandes empresas de compensar el declive de las reservas convencionales de petróleo a través de la exploración en zonas altamente riesgosas. Mientras esta compulsión se mantenga, los desastres continuarán. Tenedlo por seguro.

Michael T. Klare es profesor de estudios de Paz y Seguridad Mundial en el Hampshire College. Su último libro es Rising Powers, Shrinking Planet: The New Geopolitics of Energy (Metropolitan Books).

Traducción para www.sinpermiso.info: Gerardo Pisarello



Tom Dispatch, 18 de mayo de 2010

domingo, 16 de mayo de 2010

• Reflexiones sobre la Cumbre del clima en Cochabamba

Edgardo Lander
Punto de Vista Internacional


Ver en línea : http://outrapolitica.wordpress.com



Tras la Cumbre sobre el clima que tuvo lugar el pasado abril en Bolivia, los gobiernos podrán transmitir la agenda de los movimientos sociales y de los pueblos más amenazados del mundo en el marco de la siguiente conferencia oficial sobre el clima en México.

El resultado final de la Cumbre de Cochabamba fue bueno. Por un lado, el gran número de personas que participaron en ella, ya que asistieron unas 33 000 personas, más del doble de lo que esperaban los organizadores, y de éstas, alrededor de 10 000 se desplazaron desde el extranjero hasta Bolivia.

Por otro, Cochabamba albergó también buenos debates. Fue una ardua tarea crear 17 documentos, uno por cada grupo, en tan sólo tres días, así como el documento final del Acuerdo de los Pueblos. Además de tomar decisiones de forma colectiva en vez de en pequeños grupos. Pero lo conseguimos y ahora tenemos el Acuerdo de los Pueblos como alternativa al llamado Acuerdo de Copenhague. De esta forma, los gobiernos (hasta ahora sólo los del ALBA, aunque se espera que se les sumen otros antes de la siguiente cumbre sobre el clima) podrán transmitir la agenda de los movimientos sociales y de los pueblos más amenazados del mundo durante la Conferencia oficial de Cancún.

Es casi imposible sobrestimar la importancia de los problemas medioambientales en el mundo. Me gustaría destacar simplemente dos razones. Por supuesto, la primera es el hecho de que nos estamos enfrentando a una crisis que amenaza la supervivencia del ser humano e, incluso, la vida en el planeta. La segunda, el hecho de que las luchas medioambientales han logrado conectar algunos de los problemas/luchas más importantes en las últimas décadas (como justicia/igualdad, guerras/militarización, libre comercio, soberanía alimentaria, agroindustria, derechos de los campesinos, luchas contra el patriarcado, defensa de los derechos de los indígenas, migraciones, críticas a los patrones de pensamiento dominantes eurocéntricos y coloniales, así como luchas por la democracia, etc.). En Cochabamba se debatió sobre todos estos temas y están, en cierta medida, presentes en el Acuerdo de los Pueblos.

Sin embargo, existen algunos asuntos que considero potencialmente peligrosos.

1. El primero es el hecho de que los movimientos de resistencia en el mundo han asumido la forma en que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU ha concebido los problemas medioambientales como problemas derivados del “cambio climático”. Personalmente creo que, una vez que el problema se define como “cambio climático”, es bastante fácil que el siguiente paso sea limitar los debates al aumento de la temperatura media. Esta situación tiende a reducir el tema de los debates a cómo limitar las emisiones de dióxido de carbono sin cuestionarse nada más. De este modo, no se discute sobre los límites (o crisis terminal) de una civilización patriarcal antropocéntrica debido a la separación radical entre los humanos y el resto de la vida en el planeta; un proyecto de civilización basado en la idea de un crecimiento ilimitado en un planeta limitado. Así, por ejemplo, en vez de discutir sobre la necesidad de eliminar un sistema de transporte basado en vehículos privados, los debates se centran en las energías alternativas, dejando intactas (pero dándoles un nuevo enfoque verde y lucrativo) las formas de transporte actuales que resultan insostenibles.

Esta situación ha hecho posible que tanto corporaciones como la gran mayoría de los gobiernos y de la comunidad científico-tecnológica se hayan lanzado a la búsqueda de ‘soluciones tecnológicas’ y de mercado para los problemas ‘técnicos’ que sufrimos en la actualidad. Es cierto que el cambio climático es un problema importante, pero éste forma parte de las extendidas consecuencias de carácter destructivo que tienen el desarrollo, el progreso y el crecimiento ilimitado en este mundo extremadamente desigual. Estos problemas no son, en esencia, ni tecnológicos o de mercado. No se puede esperar que esa misma ciencia/tecnología, esos mismos patrones de conocimiento dominantes, esos mismos sistemas de mercado causantes de la crisis actual nos puedan ofrecer alguna alternativa significativa.

Por este motivo, la lucha contra el cambio climático (“cambiemos el sistema, no el clima”) debe combatir al mismo tiempo esta concepción limitada y corporativa de lo que está en juego.

2. El segundo asunto es la forma en que los debates de Cochabamba definieron al capitalismo como la principal causa del cambio climático y la destrucción medioambiental. Estoy completamente de acuerdo con que el capitalismo y la preservación de la vida humana en la Tierra son incompatibles. El capitalismo sustenta un sistema de crecimiento ilimitado. No existe tal cosa como un capitalismo de Estado estable o un capitalismo con crecimiento negativo. Un crecimiento ilimitado no es posible dentro de un planeta de recursos limitados. Por eso, las únicas alternativas válidas serán las no capitalistas.

Sin embargo, cuando el debate se limita al “capitalismo” surgen dos problemas. El primero es que los gobiernos o proyectos llamados socialistas pueden aprovechar esta idea para lavarse las manos y evadir su responsabilidad. (Si el culpable es el capitalismo, el problema no es nuestro, ya que estamos construyendo el socialismo). Todos sabemos que el socialismo soviético fue, en muchos sentidos, más destructivo para la humanidad y el medio ambiente que el capitalismo. Por eso, es necesario que las alternativas sean tanto anticapitalistas como radicalmente críticas con los patrones de civilización dominantes. Esta dimensión crítica de los patrones de civilización tiende a ser poco clara cuando los problemas quedan encasillados en que la única responsabilidad reside en el capitalismo. Precisamente esto es lo que ocurre hoy en día en Venezuela, donde las consecuencias de un modelo de desarrollo de Estado socialista basado en la extracción del petróleo no quedan del todo claras debido al énfasis que se hace en responsabilizar al Norte, especialmente a los Estado Unidos.

Un segundo problema, relacionado con el anterior, es el hecho de que este énfasis unilateral en el capitalismo puede llevar a creer que sólo se puede lidiar con estos problemas en una sociedad no capitalista (es decir, socialista), después de una revolución, o después de que un gobierno progresista o socialista tome el poder. Tengo la impresión de que éste era el pensamiento circundante entre muchos de los asistentes a la cumbre de Cochabamba. Esto supondría un paso atrás en las enormes transformaciones políticas y culturales que han tenido lugar desde la caída del Muro de Berlín, desde el derrumbe de la Unión Soviética en la resistencia mundial ante capitalismo. Durante las dos últimas décadas han surgido en todo el mundo nuevas formas de hacer política, basadas en conceptos como pluralidad, diversidad y horizontalidad, así como en la idea de que, aunque sea importante, el poder estatal constituye sólo una de las múltiples dimensiones de las transformaciones sociales necesarias que tienen que ocurrir (no después de tomar el Palacio de Invierno, sino aquí y ahora).

El proceso del Foro Social Mundial ha supuesto una enorme contribución a esta nueva cultura política. Si la adhesión al “socialismo” se convierte una vez más en el criterio mediante el cual se juzgan el valor o la contribución de los temas, luchas y movimientos sociales, la mayoría de esta valiosa experiencia reciente se perderá.

3. También es necesario ser consciente de los problemas que pueden surgir como consecuencia del llamamiento “a construir un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra” que se hace dentro del Acuerdo de los Pueblos de Cochabamba. Muchos movimientos sociales no ven esto como necesario, sino como una superposición con las redes y articulaciones ya existentes, e incluso como una amenaza potencial a la autonomía de los movimientos sociales, en caso de que los gobiernos del ALBA intenten controlar este Movimiento Mundial de los Pueblos. Este asunto requiere ser tratado con delicadeza para no perturbar el desarrollo de las alianzas necesarias entre movimientos y gobiernos en la lucha por la justicia climática y otros temas.

En lo que a la organización se refiere, algunos gobiernos latinoamericanos han hecho pública su inquietud ante la posibilidad de que los europeos quieran imponer el modelo del “Klimaforum” de Copenhague en las movilizaciones en Cancún; un modelo desconocido en la trayectoria de los movimientos sociales latinoamericanos. Esto no tiene que ser un motivo de conflicto, pero sí es necesario tener en cuenta estas susceptibilidades durante el proceso hacia Cancún.



16 de mayo de 2010

Vertido en el golfo de México

Stephen Leahy


Gara





Negocios y políticas como las que condujeron al derrame de crudo en el golfo de México están minando la arquitectura vital del planeta, según la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 3, publicada el pasado lunes.

El derrame de unos 5.000 barriles diarios de crudo, causado por la rotura el 20 de abril de una plataforma petrolera en el golfo de México, tendrá efectos devastadores que durarán décadas, según los expertos.

Este tipo de negocios y políticas, multiplicados miles de veces en el último siglo, han puesto en peligro los pilares de la vida terrestre, según el informe Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica 3 (GBO3, en inglés), que publica la ONU.

Se trata del registro más reciente del estado de la diversidad de especies de flora y fauna, los organismos vivos que nos suministran salud, riqueza, alimentos, combustible y otros servicios esenciales.

En ese estudio, «se distingue con claridad el perfil de lo que puede ser el sexto mayor evento de extinción de la vida en la Tierra», afirma el científico Thomas Lovejoy, jefe de biodiversidad del Heinz Center for Science, Economics and the Environment y consejero jefe de la Presidencia del Banco Mundial.

Uno de los puntos de inflexión es el colapso irreversible de la selva amazónica, afirmó. Una reciente investigación revela que la combinación de tres factores podría desatar una incontenible transformación de la Amazonia en una sabana.

Esos factores son el aumento de dos grados centígrados de la temperatura media global, una pérdida de entre 3 y 4% más de la cobertura selvática original y los incendios forestales.

Así, se desataría una enorme pérdida de especies y abundantes emisiones de CO2 a la atmósfera, recalentando el clima.

Este es el Año Internacional de la Biodiversidad, pero las campanas de alarma llevan bastante tiempo sonando.

En 2002, 123 países se comprometieron a acciones urgentes para frenar el ritmo de pérdida de especies. Ocho años después, con los datos aportados por esas naciones, el GBO3 registra que las promesas no se cumplieron.

Interrogado acerca de por qué es importante la extinción de especies cuando contamos con todo tipo de tecnología, Lovejoy contesta: «Usted no se alimenta de Internet». Tampoco se puede respirar sin las plantas que suministran oxígeno, pero se puede vivir sin petróleo.

Sin embargo, la preocupación por los ecosistemas siempre está en segundo lugar cuando se decide explorar en busca de crudo, minerales o madera, apunta Kieran Suckling, director ejecutivo del no gubernamental Centro para la Diversidad Biológica de EEUU.

«Si los ecologistas consultados al final son lo bastante agresivos, tal vez puedan conseguir que el proyecto se reduzca en un 5%», dijo Suckling. «El poder reside en aquellos que impulsan el desarrollo», insistió.

«Desastre anunciado»

BP fue eximida de controles ambientales para operar en el golfo de México. Y no había planes para lidiar con un derrame importante de crudo. «Era un desastre anunciado, pero la empresa y el Gobierno hicieron de cuenta que no pasaría».

Pese al enorme valor de los ecosistemas, es difícil calcularlo en dinero, dice Suckling. El golfo de México es un enorme recurso alimentario estimado en 2.000 millones de dólares anuales solamente para el Estado de Louisiana. Pero eso ni siquiera se acerca al valor real de esa región. «¿Cómo poner precio a sus humedales que existen desde hace cientos de miles de años?».

En lugar de explotar crudo en el mar, la sociedad podría decidir elevar su eficiencia en consumo de combustible, dice Lovejoy. Por ejemplo, si los coches y camiones recorren 18 kilómetros por litro de gasolina ahorrarían millones de barriles de crudo por año y miles de millones de dólares en gastos de combustible, según la Unión de Científicos Comprometidos.

«Hay que elevar la importancia de la biología en la agenda de preocupaciones humanas», afirma Lovejoy. La cuestión es «lograrlo antes de que ocurran terribles desastres». «La infraestructura biológica del planeta peligra y nuestro mayor interés es hacer algo para salvarla».

http://www.gara.net/paperezkoa/20100516/199534/es/Se-puede-vivir-sin-petroleo-pero-no-sin-plantas

El gran dilema

Revista Semana
V 16 2010

El auge de la minería ha puesto en peligro el tesoro más grande de Colombia: su biodiversidad y riqueza natural. La pregunta para el Estado es cómo hacer un desarrolo sostenible. El debate está abierto.

En materia de biodiversidad Colombia es un país privilegiado. Desde donde se mire, el territorio nacional siempre termina en los primeros puestos en este tema. Según el Instituto Humboldt, Colombia es considerada la cuarta nación más rica en vida en el mundo. Se calcula que el 40 por ciento del país está cubierto por bosques que albergan el 10 por ciento de las especies vivas del mundo. Es el primero en diversidad de anfibios y aves, el segundo en especies de plantas, el tercero en reptiles y el quinto en mamíferos.


Con semejante palmarés era de esperarse que el Día de la Biodiversidad, el sábado 22 de mayo, justo en el marco del año en que se celebra esta riqueza, fuera a ser todo un acontecimiento. Pero los ánimos no están para festejos. Y lo que está aguando la fiesta es la amenaza a toda esa variedad de organismos vivos que supone la explotación minera, cuya fiebre está disparada en diversas regiones del país. Proyectos como el de La Colosa en Tolima y el de Angostura en Santander son apenas algunos de los tantos que podrían hacer duplicar la producción de oro en los próximos dos años. Según Ingeominas, desde 2004 el gobierno ha entregado 1.536 títulos para explorar y explotar yacimientos de oro y hay otros 7.770 en trámite. Según el Dane, entre enero y marzo de este año las ventas de oro ya superaron en 31,6 millones de dólares las exportaciones de café.





Según los expertos el país ha hecho un trabajo acertado para conservar la biodiversidad gracias en parte a las leyes de parques naturales y a la creación de resguardos indígenas, cuyas comunidades tienen modelos de cultivo de mucho menor impacto que las técnicas convencionales. El conflicto armado también ha desempeñado un papel en esta preservación porque impidió el acceso del progreso a esas zonas. Pero ahora, debido a los avances en ese campo, ese obstáculo ya no existe y en el exterior se está vendiendo la propuesta Colombia País Minero 2019, que aunque traerá divisas, sobre todo con el precio del oro disparado, también podría tener un costo muy alto en el tema ambiental si no se maneja con cuidado.





El tema es que muchos de los ecosistemas importantes del país en donde existe una gran concentración de especies, como en las tres cordilleras, están localizados en los mismos lugares donde se ha otorgado o hay solicitudes de títulos mineros (ver mapa). "Esto pone a pensar a cualquiera si el proyecto de país minero es el ideal para un país biodiverso", dice un experto. Debido a las protestas de varios sectores, han sido anulados los que Ingeominas otorgó en parques naturales y páramos, pero podrán seguir funcionando los que hasta febrero de este año estaban explotando minas en estos lugares, considerados la joya de la corona por su papel en la producción de agua.



Los riesgos





Los ambientalistas saben que su actitud es vista como un capricho y un freno al desarrollo. Pero su angustia es fundamentada. Extraer oro a cielo abierto requiere excavaciones gigantescas de hasta 600 metros de profundidad, cinco veces el tamaño de la Torre Colpatria, debido a que el mineral se encuentra diseminado en pequeñas partículas en el subsuelo. Esto implica "acabar con una montaña. Y si desaparece el hábitat, se afecta el agua y todas las demás especies que viven en ese ecosistema", señala Brigitte Baptiste, subdirectora del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Pero además, esta explotación utiliza sustancias tóxicas para separar el oro de la roca, como cianuro y mercurio, letales para los organismos vivos. Recientemente la Unión Europea prohibió la explotación minera con esta sustancia con el argumento de que tiene un impacto altísimo en la salud de los seres humanos y que no hay garantía de que se puedan evitar accidentes en los que agua contaminada con dicho elemento llegue a fuentes para el consumo.





Uno de los casos más sonados ha sido el de la mina La Colosa en Cajamarca, catalogado el yacimiento más grande en el mundo en los últimos 10 años, cuya exploración por la firma sudafricana Anglo Gold Ashanti fue suspendida por Cortolima. Según Carmen Sofía Bonilla, directora de la entidad, el proyecto podría afectar la cuenca hidrográfica de ríos que surten de agua al 60 por ciento de los habitantes. Corrientes que son cruciales además para la agricultura, y cuyo caudal ya se ha afectado por el Fenómeno del Niño. "El peligro es que se reduzca la disponibilidad de agua, pues la minería necesita grandes volúmenes, y también se teme que se deteriore su calidad", señala. En efecto, los expertos calculan que en un día de trabajo de una megamina a cielo abierto se necesita la cantidad de agua que consume en ese lapso una ciudad de 500.000 personas. "Si conociéramos un caso de mina a cielo abierto exitosa, que no afecte el medio ambiente ni la biodiversidad no habría problema, pero no lo conocemos", agrega Bonilla. Aunque las firmas extranjeras involucradas en la explotación muestran como ejemplo exitoso el caso de Mina Gerais en Brasil, Bonilla sostiene que no son comparables pues la zona de Tolima es una región agrícola y no de vocación minera, como lo es la de Brasil.





En el caso de Greystar, la firma canadiense está pendiente de la licencia de explotación del Ministerio de Medio Ambiente. Si bien sus directivas reconocen que "va a haber un impacto", aseguran que están haciendo esfuerzos para que sea mínimo y por eso el diseño se hizo en áreas lejanas a las fuentes de agua. "Hay que tener en cuenta que era una zona ya deteriorada por minería artesanal, por la agricultura y la ganadería", señala Frederick Felder, vicepresidente de Greystar. La compañía compró esos predios para recuperarlos pero habrá otros sitios, como el del tajo de la mina, que cambiará el paisaje por completo. "Hemos aprendido a cultivar las especies propias de la zona para poder reparar los daños en la vegetación", asegura.





Fallas legales





Para algunos, el conflicto de la minería y la biodiversidad tiene que ver con fallas en el código de minas que prácticamente permite extraer minerales en cualquier parte del país sin tener en cuenta los riesgos para el medio ambiente. El artículo 13 de la Ley 685 de 2001 declara "de utilidad pública e interés social la industria minera en todas sus ramas y fases" y por lo tanto se pueden expropiar bienes inmuebles y los derechos sobre estos para el desarrollo de la actividad. "Si esto es así y se mira el mapa de nuevas solicitudes en la región andina no queda claro dónde nos van a poner a todos nosotros", dice un experto que prefirió la reserva de su nombre. Aunque el Ministerio de Medio Ambiente logró excluir de esa norma los parques nacionales y los páramos, todavía están en riesgo muchas zonas de reservas forestales que podrían representar hasta la mitad del territorio colombiano. El ex ministro de esa cartera Manuel Rodríguez Becerra señala que un inconveniente es que la gente cree que la biodiversidad se encuentra en el Amazonas y "en realidad está en todas partes". Por eso es partidario de que se estudie cada caso pues el problema no es solo de que la minería informal se vuelva legal. En la explotación ilegal en Zaragoza, Valle del Cauca, por ejemplo, se está acabando con la ribera del río Dagua y de paso está afectando la bahía de Buenaventura. El gobierno inició el proceso para legalizar la explotación pero "en este caso no es aconsejable ni siquiera hacerlo de manera legal", sostiene Rodríguez.



Un peligro para la explotación minera tal y como está planteada hoy es la falta de instituciones para controlar y hacer seguimiento a estas actividades y lograr que esas regalías se usen en beneficio de la comunidad. Los expertos citan como ejemplo el caso de Cesar, donde pese a los mayores recursos disponibles por la explotación de carbón, los estudios del Pnud señalan que no se han generado los avances esperados en los sectores de educación , salud, acueducto y alcantarillado. "No estamos listos para convertirnos en un país minero", dice Baptiste, quien señala que por regalías momentáneas se está hipotecando el futuro suministro de agua y el buen funcionamiento de muchos ecosistemas que dan servicio a la gente. "Y la pérdida en biodiversidad es para siempre", agrega.





Para Carlos Rodríguez, director de la fundación Tropenbos, este dilema refleja una ausencia de política intersectorial clara. Actualmente cada entidad va por su lado en defensa de su gremio cuando lo ideal es que no se otorguen licencias sin que antes se hayan hecho los estudios ambientales pertinentes. "Es necesario que estos trámites sean más armónicos y que en todo el proceso se busque proteger el bien común", establece Rodríguez.





Aunque es cierto que el país tiene muchas especies endémicas, como la rana más venenosa del mundo, el beneficio de la biodiversidad va mucho más allá de lo anecdótico. En una ocasión en 2008, Cristián Samper, director del Museo de Historia Natural de Washington, dijo que Colombia estaba sentada en una mina de oro. Pero se refería a la riqueza en biodiversidad. Samper señala que dentro de los servicios que presta la biodiversidad al país está la provisión de alimento, agua, maderas y fibras así como otros que tienen que ver con el control de las inundaciones y de las enfermedades. El tema es de tal sensibilidad que si faltan las abejas, por ejemplo, se obstaculiza la polinización de los árboles y las plantas y ello tendría un impacto no solo en la alimentación de las personas sino de los animales. "La minería deja ganancias a corto plazo, pero hacia el futuro los servicios ambientales son más importantes que el oro", agrega el especialista.





Por eso hay quienes opinan que lo mejor es apostarle a otro modelo de desarrollo que más bien explote la biodiversidad, como ha hecho Costa Rica, no solo con el ecoturismo sino también con la ciencia. Pero para ello "falta invertir en investigación y desarrollo de la biodiversidad" , dice Samper. No obstante, actualmente no hay la estructura administrativa para facilitar que los científicos colombianos tengan acceso a ese material de estudio y el trámite de un permiso puede demorar cinco meses lo que obstaculiza su trabajo de investigación. "Y si no lo hacemos acá, son otros los que la van a desarrollar", dice Gabriel Nemogá, del Instituto de Genética de la Universidad Nacional. Para Manuel Rodríguez la idea no es decirle no rotundo a la minería sino revisar el código minero para llenar los vacíos, garantizar que se proteja la biodiversidad y se establezcan reglas de juego claras.

sábado, 15 de mayo de 2010

Entrevista a la ambientalista Kelly Blynn, del movimiento 350.org

Franz Chávez


IPS
Pasar de la movilización a la presión política sobre los líderes de los países industrializados es la fórmula elegida por el movimiento ambientalista 350.org para reducir el calentamiento global, explicó su cofundadora, la estadounidense Kelly Blynn, en una entrevista con IPS.


Blynn, especialista en Medio Ambiente y Geografía, vino a Bolivia con la finalidad de fortalecer a la organización local de 350.org e impulsar movimientos juveniles que asuman la lucha contra el cambio climático como su prioridad.



El número 350 representa las partes por millón que científicos especializados en cambio climático, como el estadounidense James Hansen, consideran el límite máximo seguro de concentración de dióxido de carbono (Co2) en la atmosfera para la vida del planeta.



Blynn promueve que los jóvenes tengan participación propia en la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), que se realizará en México en noviembre. También impulsa la iniciativa de "un día de soluciones locales al cambio climático", que se realizará el 10 de octubre a nivel mundial.



En una jornada similar en 2009 se realizaron 5.245 actividades diferentes en 181 países gracias a una red en la que participan miles de organizaciones en todo el mundo para las que 350 se ha convertido en un lema unitario.



IPS: ¿Qué lecciones recogen de la movilización realizada en octubre pasado?



KELLY BLYNN: Nuestro mayor logro ha sido colocar el número 350 como meta científica de la sociedad civil y como representación de sobrevivencia.



Estamos organizando para el próximo 10 de octubre un día de realización de proyectos comunitarios como plantar árboles, realizar talleres de educación, organizar recorridos en bicicleta y promover el uso de paneles solares.



Queremos dar un mensaje político y hacer una transición a un futuro sostenible, a manera de llamado de atención a los líderes políticos a los que pedimos que hagan algo.



En mi país queremos incidir para que el gobierno tome alguna acción, porque nuestro gobierno no quiere cambiar.



Vimos en (la COP 15 realizada en diciembre en) Copenhague que hubo 115 países apoyando las medidas contra el cambio climático, pero los países con mayor poder no escucharon. Es importante dedicar más tiempo y campañas hacia estos países y crear una presión política.



IPS: ¿Cómo nace el movimiento y cuáles son los alcances del proyecto?



KB: Nació como un grupo de gente y organizaciones de diferentes partes del mundo dispuesto a generar un movimiento global para interponer su presión sobre los políticos.



En 2007, el científico James Hansen junto a otros investigadores, publicaron un reporte después de revisar los glaciares y el ártico, advirtieron que habíamos pasado el nivel límite de emisiones de dióxido de carbono (Co2) y sugirieron que 350 partes por millón debería ser el límite en la atmósfera.



Entonces debíamos hacer algo muy rápido. En 2008 tomamos este número, luego contactamos a varios grupos y decidimos organizar esta movilización mundial. Pensamos que al concentrar la acción en un solo día tendríamos más impacto.



La existencia de la red global ayudó mucho para presionar en Washington y demostrar que hay gente interesada en salvar al planeta en todos los países del mundo.



IPS: ¿Por qué el poder no escucha los pedidos para enfrentar las causas del cambio climático?



KB: El fundador de 350.org, docente de la (estadounidense) Universidad de Middlebury, Bill McKibben, escribió en 1988 el libro "El fin de la naturaleza" y varios artículos sobre el cambio climático, pero estaba cansado porque no veía resultados.



Un grupo de estudiantes y McKibben unimos nuestros esfuerzos y comenzamos una campaña nacional para presionar al Congreso a participar en los programas de reducción de las emisiones de carbono.



Aliados con otros organismos, en 2007 realizamos 2.000 actividades para pedir al Congreso la reducción del 80% de las emisiones de carbono hasta el año 2050, y algunos precandidatos a la Presidencia de Estados Unidos como Barack Obama y Hillary Clinton incluyeron esta meta en sus programas.



IPS: ¿Por qué el presidente Obama no puede traducir su propuesta en acciones?



KB: Es difícil saber las razones. Creo que no hay voluntad política en el Congreso y Obama lo sabe. Creo que no ha hecho del cambio climático una prioridad y, si no lo hace el movimiento juvenil estará decepcionado porque se pierde la esperanza que lo llevó a la Casa Blanca.



IPS: ¿A qué obedece el poder creciente de las industrias con alto grado de contaminación?



KB: En Estados Unidos, este año una decisión de la Corte Suprema de Justicia ha dado más poder a las corporaciones para influir en la política y hace difícil la acción de la sociedad civil, pero en Australia y en otros países hay corrientes que comienzan a cobrar fuerza a favor de las campañas ambientales. Las corporaciones son grupos importantes y las transnacionales tienen más poder que los propios gobiernos.



IPS: En Bolivia el gobierno responsabiliza de la contaminación al capitalismo. ¿Qué opina al respecto?



KB: Estoy de acuerdo en que el capitalismo ha causado muchos problemas, pero un sistema muy grande no cambiará de la noche a la mañana. Lo que hacemos mediante 350.org y nuestros aliados es generar conciencia entre la gente para un cambio del estilo de vida, acabar con el consumismo es una prioridad por ahora.



El cambio debe surgir desde las bases, desde las comunidades para proyectarlo a un crecimiento sostenible y sin emisiones excesivas de carbono.

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=95413

Respuesta a "Indianismo y pachamamismo" de Pablo Stefanoni

Hugo Blanco *

Inicia el artículo (¿Adonde nos lleva el pachamamismo?: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3301) deslindándose de la estúpida evaluación que de la Cumbre de Cochabamba hizo la derecha, parecía que haría un análisis de la reunión, pero por lo visto el racismo anti-indígena lo encegueció y no hay ninguna evaluación seria.


Veamos lo que de esa reunión dice Silvia Ribeiro (http://www.lahaine.org/index.php?p=45033), investigadora, periodista y coordinadora de campañas en temas ambientales en México, Uruguay, Brasil y Suecia. Conferencista internacional sobre esos temas y que ha seguido las negociaciones de diversos tratados ambientales de la ONU:

"La convocatoria a esta cumbre rebasó todas las expectativas, tanto en número (35,000) como en contenido, convirtiéndose en un hito histórico en el debate internacional sobre la crisis climática. Ante las maniobras de los gobiernos poderosos en Copenhague, Bolivia convocó a las bases de las sociedades del mundo a manifestar sus posiciones y plantearlas a los gobiernos. Ambas cosas sucedieron en forma contundente. También se afirmaron las redes e interacciones entre los movimientos ..."

"Se creó sí, una base común para la comprensión, el análisis crítico y las estrategias frente a la crisis climática, enriquecida por diversas perspectivas desde muchas culturas, pueblos, organizaciones temáticas y sectoriales del continente y el mundo. El Acuerdo de los Pueblos en Cochabamba refleja esto (www.cmpcc.org) ."

Un analista serio debiera haber comenzado precisamente evaluando las conclusiones de la reunión: El "Acuerdo de los Pueblos" que menciona Ribeiro, Stefanoni no hace eso, el único comentario que hizo de dicha reunión en otro artículo suyo es: "poco provechosa sería la cumbre si sólo sirviera para confirmar la (merecida) popularidad internacional de nuestro Presidente y para hacer anticapitalismo emotivo en una multitudinaria catarsis colectiva."

Stefanoni dice: "Muchos de los errores oficiales en la cumbre no son ajenos a haberle entregado a los pachamámicos la temática del cambio climático"

¿Quién les entregó? Morales luego de su correcta intervención en Copenhague, que precisamente concordaba con el sentimiento de los 100, 000 que protestaban ante la inacción de los gobiernos, fue el único presidente que convocó a la cumbre no sólo a los indígenas sino a la población mundial.

Nadie ha entregado a los indígenas la temática del cambio climático, son ellos quienes día a día vienen luchando y muriendo como en Bagua, Perú, en defensa de la Madre Tierra y contra la contaminación ambiental que produce la acción de las grandes empresas multinacionales. En estos momentos los indígenas ecuatorianos han pasado a la oposición al "Socialismo del Siglo XXI" de Correa por su política extractivista. Pero estas batallas ecologistas no tienen importancia para el autor, no igualan al ecologismo civilizado: "En Europa hay mucha más conciencia del reciclado de basura (incluyendo los plásticos) que en nuestro país, donde en muchos sentidos está todo por hacer, y un ecologismo informado -y técnicamente sólido- parece mucho más efectivo que manejar el cambio climático desde una supuesta filosofía originaria".

Concordamos con las críticas de los compañeros de la mesa 18 a la continuación del extractivismo que practica el gobierno boliviano, ellos precisamente le critican por no se ser, en palabras de Stefanoni, un "pachamamista" consecuente.

Entre otras cosas Stefanoni dice "Yo nunca vi, pero quizás me equivoque, un bloqueo por el "vivir bien".

En el Perú las batallas mencionadas en defensa del medio ambiente, son dadas por el "buen vivir" en contra de la escuela que nos da el capitalismo de "ganar más dinero en el menos tiempo posible", hace poco una mujer combatiente declaró: "no voy a comer oro".

"El discurso pachamámico, en este y otros puntos, no hace más que llevar los debates al terreno de la filosofía, una disciplina digna del máximo respeto excepto cuando se la usa como coartada para no abordar los problemas candentes que debemos enfrentar."

Estamos de acuerdo en no usarlo como coartada, pero tenemos derecho a usarlo para defender a Pachamama, no ha de ser Stefanoni quien nos ordene abandonar nuestro modo indígena de ver el mundo que por supuesto no es el suyo. Tenemos derecho a mantener y desarrollar nuestra identidad así como él tiene el derecho a mantener su visión del mundo.

"El debate sobre la descolonización no puede dejar de lado la tensión entre la supervivencia del gueto (bajo la forma de la preservación de la identidad y la cultura 'ancestrales' o de las teorías del indio 'buen agricultor'...

En primer lugar hablemos del gueto, La gran mayoría de los indígenas no somos ni queremos ser un gueto. (Por supuesto que hay excepciones que sí tienen ese espíritu racista al revés, como Felipe Quispe mencionado con respeto por el autor). El partido Pachacuti de Ecuador admite gringos en sus filas, con tal de que estén de acuerdo con su programa. En el Perú nos consideramos parte del movimiento popular. Morales invitó a todo el mundo a venir a la reunión (desgraciadamente muchos de los europeos que estuvieron en Copenhague no pudieron hacerlo porque las cenizas del volcán islandés impidieron los vuelos)

El mejor ejemplo son los mayas de Chiapas que declararon "Somos indígenas, estamos orgullosos de serlo, queremos que nos respeten como indígenas. Nos consideramos hermanos de todos pobres de México y del mundo." Recordemos que la primera reunión internacional para debatir "Contra el neoliberalismo, por la humanidad", mucho antes que los Foros Sociales Mundiales, se realizó en el barro de Chiapas ante el llamado de los indígenas zapatistas, a ella asistieron representantes de 70 países.

Sobre "el indio buen agricultor" , por supuesto que es así, tenemos una herencia milenaria acerca de cómo cultivar resguardando el suelo, la agricultura indígena no practica el monocultivo asesino del suelo ni usa agroquímicos que también matan el suelo, como sí lo hace la agroindustria moderna que además usa transgénicos y ha descubierto la maravilla del terminator, que es una semilla que no sirve para la reproducción. La agricultura indígena practica, entre otras cosas, los cultivos asociados y la rotación de cultivos, que conservan el suelo.

"el proceso de cambio es demasiado importante para dejarlo en manos de los pachamámicos"

¿Quién quiere eso? El movimiento indígena, que lucha por el cambio, llama a todo el pueblo a que se incorpore a esa lucha.

"La pose de autenticidad ancestral puede ser útil para seducir a los turistas revolucionarios en busca del "exotismo familiar" latinoamericano ... pero no parece capaz de aportar nada significativo en términos de construcción de un nuevo Estado, de puesta en marcha de un nuevo modelo de desarrollo, de discusión de un modelo productivo viable o de nuevas formas de democracia y participación popular."

"su generalidad "filosófica" no da ninguna pista sobre la superación del capitalismo dependiente, el extractivismo o el rentismo, ni sobre la construcción de un nuevo Estado"

La comunidad indígena existe en cualquier país americano con población indígena, Bolivia, Chile, Honduras, México, EEUU, Canadá.

El espíritu de dicha comunidad es que es la colectividad quien manda (esto no excluye que haya comunidades deformadas por el entorno capitalista que les rodea). Es, en pequeño, un organismo de poder político, en lucha y convivencia con el poder del sistema.

Las luchas contra el sistema la fortalecen como organismo de poder. Eso viví personalmente en La Convención, Cusco, durante la lucha por la tierra. Eso vimos el año pasado luego de la masacre de Bagua, cuando la policía tenía miedo de entrar a muchas comunidades selváticas que eran regidas por el gobierno comunal. Ese fortalecimiento vemos ahora en Ecuador como producto de la tensión que existe entre los indígenas y el "socialismo del siglo XXI". En el Cauca, Colombia, a pesar del ataque del gobierno, los paramilitares y las FARC, la organización indígena se da a niveles superiores de la comunidad, están organizados conjuntos de comunidades.

El mejor ejemplo son los indígenas de Chiapas, donde hace más de 16 años los indígenas se gobiernan a sí mismos en forma colectiva, auténticamente democrática, mediante las "Juntas de Buen Gobierno" en que sus componentes practican la rotatividad y no ganan sueldo, El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, compuesto también por indígenas, no participa del gobierno, sus miembros están impedidos de ser miembros de las juntas, su función es resguardar a las poblaciones indígenas de los ataques del "mal gobierno".

Los indígenas no "toman" el poder, lo construyen en forma auténticamente democrática desde abajo, no lo llaman "socialismo" porque el gobierno "socialista" de Chile encarcelaba mapuches usando las leyes de Pinochet, y, en Ecuador, como dijimos, están en lucha con el "Socialismo del Siglo XXI". Más tarde o más temprano se enfrentarán en Bolivia con el gobierno del "Movimiento al Socialismo", que todavía no es el gobierno democrático indígena, sino un gobierno antimperialista intermediario entre la oligarquía y la población indígena y boliviana en general, algo parecido a los gobiernos de Ecuador y Venezuela.

Esperamos que la población no indígena también participe en la construcción de la nueva sociedad, nos alegra la existencia de fábricas recuperadas en Argentina, probablemente hay otros ejemplos.

El uso del lenguaje pachamámico por organismos de gobierno y ONGs, que lo usan para frenar el movimiento y otros fines, no invalidan el espíritu indígena, la cosmovisión indígena, el lenguaje indígena, la lucha indígena.

El "marxismo-leninismo" también fue usado en la Unión Soviética para masacrar a la vanguardia obrera, lo que no invalida el marxismo ni el leninismo. Los gobiernos neoliberales llamados "democráticos", no invalidan la democracia.

Lima, 11 de mayo del 2010



* Hugo Blanco, dirigente histórico de la izquierda revolucionaria y de la Confederación Campesina del Perú.

¿Adónde nos lleva el pachamamismo?

Pablo Stefanoni
Revista Sin Permiso
09/05/10

La cumbre de Tiquipaya, más allá de los pollos, los gays y los calvos que ocuparon amplias portadas de los medios, en lo que podría interpretarse como un lapsus presidencial, dejó una evidencia hacia el futuro: el proceso de cambio es demasiado importante para dejarlo en manos de los pachamámicos. La pose de autenticidad ancestral puede ser útil para seducir a los turistas revolucionarios en busca del “exotismo familiar” latinoamericano y más aun boliviano (al decir de Marc Saint-Upéry) pero no parece capaz de aportar nada significativo en términos de construcción de un nuevo Estado, de puesta en marcha de un nuevo modelo de desarrollo, de discusión de un modelo productivo viable o de nuevas formas de democracia y participación popular. Más bien, el pachamamismo –una suerte de “neolengua” a la moda- contribuye a disolver las profundas ansias de cambio de los bolivianos en el saco roto de una supuesta filosofía alternativa a la occidental, aunque a menudo es aprendida en espacios globales como los talleres de ONGs, en la calma de la Duke University o en los cursos supervisados por Catherine Walsh en la Universidad Andina o la Flacso Ecuador. Al final de cuentas, como queda cada vez más en evidencia, estamos en presencia de un discurso indígena (new age) global con escasa capacidad para reflejar las etnicidades realmente existentes. Y como en los países del socialismo real, esta “neolengua” puede ampliar hasta el infinito el hiato entre el discurso y la realidad (¿por qué no dicen nada del extractivismo y la reprimarización de la economía?, por ejemplo), debilitando las energías transformadoras de la sociedad.




Así, en lugar de discutir como combinar las expectativas de desarrollo con un eco-ambientalismo inteligente, el discurso pachamámico nos ofrece una catarata de palabras en aymara, pronunciadas con tono enigmático, y una cándida lectura de la crisis del capitalismo y de la civilización occidental. O directamente, exabruptos interpretativos, como el de Fernando Huanacuni, funcionario de la Cancillería, que le dijo a un diario argentino que el sismo en Haití fue un pequeño aviso del ímpetu económico-global-cósmico- telúrico-educativo de la Pachamama.



¿Acaso [el alcalde electo de El Alto y cuestionado dirigente sindical] Edgar Patana hace política desde una nueva espiritualidad, [el senador y Ejecutivo campesino] Isaac Ávalos interviene en el Senado pidiéndole permiso al abuelo Cosmos o [el viceministro de Régimen Interior] Gustavo Torrico manejará la Policía con el criterio de que los derechos de la Pachamama (y de las hormigas) son más importantes que los derechos humanos?



En Europa hay mucha más conciencia del reciclado de basura (incluyendo los plásticos) que en nuestro país, donde en muchos sentidos está todo por hacer, y un ecologismo informado –y técnicamente sólido- parece mucho más efectivo que manejar el cambio climático desde una supuesta filosofía originaria, a menudo una coartada de algunos intelectuales urbanos para no abordar los problemas urgentes que vive el país. Muchos de los errores oficiales en la cumbre no son ajenos a haberle entregado a los pachamámicos la temática del cambio climático, cuya irresponsabilidad impide a Bolivia jugar con seriedad en las grandes ligas mundiales. A muchos intelectuales, el laboratorio boliviano puede darles ingentes insumos para sus investigaciones, y muchas ONG están encantadas de financiar todo tipo de experimentos sociales. Pero para los bolivianos el costo de una nueva oportunidad perdida sería impagable por todos los proyectos de la Cooperación juntos.

Addendum

[Lo antedicho] provocó una respuesta airada de algunos compañeros, que –sin ser mencionados– se consideran parte de la corriente pachamámica, a la que, sin ninguna evidencia, buscan transformar en sinónimo de indígena y en la base ideológica única del actual proceso de cambio. En realidad, el indianismo era inexistente en el Chapare, y en el Altiplano, Felipe Quispe hablaba menos de la Pacha-Mama y el Pacha-Tata que de tractores, Internet, proyectos de desarrollo rural para los comunarios, en el marco de un proyecto nacionalista aymara. Kataristas e indianistas hacían política; los pachamámicos esoterismo. Yo nunca vi, pero quizás me equivoque, un bloqueo por el “vivir bien”.



Tampoco el pachamamismo fue la base discursiva de las rebeliones indígenas del siglo XVIII, XIX o XX, como Forrest Hylton lo muestra para Chayanta (1927), allí los caciques apoderados reclamaban educación y reconocimiento de sus autoridades y de sus tierras en alianza con sectores de la izquierda urbana, con una interpelación cargada de discursos antiesclavistas moderno/occidentales. Y en los 40 y 50 los sindicatos rompieron, en muchas regiones, con el rol conservador de las autoridades tradicionales en la preservación de un statu quo neocolonial. Muchas de sus categorías, como el chacha-warmi por tomar sólo una, no resisten la investigación histórica, y según Milton Eyzaguirre tiene más que ver con la imposición de la visión católica del matrimonio que con costumbres ancestrales. ¿Descolonizar será volver a las dos repúblicas del Virrey Toledo? Al fin de cuentas hay pachamámicos no indígenas e indígenas no pachamámicos -posiblemente la mayoría- por lo que considerar racista a cualquier crítica no tiene mucho asidero. Aunque parece profundamente radical, su generalidad “filosófica” no da ninguna pista sobre la superación del capitalismo dependiente, el extractivismo o el rentismo, ni sobre la construcción de un nuevo Estado, o la necesidad de formas “post peguistas” de hacer política. Aunque tiene poca incidencia en el Gobierno, el pachamamismo emite un discurso útil para que cualquier debate serio caiga en la retórica "filosófica" hueca.



El debate sobre la descolonización no puede dejar de lado la tensión entre la supervivencia del gueto (bajo la forma de la preservación de la identidad y la cultura ‘ancestrales’ o de las teorías del indio ‘buen agricultor’ o directamente buen salvaje- ecológico estilo Avatar) y la asimilación: acceso a la cultura ‘universal’. Posiblemente de una vía intermedia entre ambos extremos pueda surgir un camino exitoso de descolonización y movilidad social y cultural. (Por algo en algunas haciendas, los propietarios, no precisamente pluri-multis, sólo dejaban entrar a curas que hablaran en aymara con sus colonos…no fuera que aprendieran castellano y se marcharan).



El pachamamismo impide discutir seriamente –entre otras cosas– qué es ser indígena en el siglo XXI. ¿Acaso el propietario aymara de una flota de minibuses en El Alto, convertido al pentecostalismo, se puede asimilar sin más con un comunario del Norte de Potosí que sigue produciendo en el marco de una economía étnica? ¿cómo es posible aplicar el modelo comunitarista en un país mayoritariamente urbano y atravesado por todo tipo de hibridaciones/migraciones/inserción en los mercados globales y surgimiento de una burguesía comercial indígena/chola? Y finalmente: ¿quién eligió a los globalizados intelectuales “pachamámicos” para hablar en nombre de los indígenas de Bolivia y del mundo? Sí, son preguntas de un “mono-pensador” pero quizás valga la pena responderlas.



Pablo Stefanoni es director de Le Monde Diplomatique Bolivia

Página 7 (La Paz, Bolivia), 27 de abril y 4 de mayo de 2010