Entre el 12 y el 16 de octubre próximo, en diversas partes del mundo se llevarán a cabo una serie de marchas y actividades en defensa de la Pachamama, nuestra Madre Tierra, que viene siendo destruida día a día debido a la contaminación y la sobre explotación de sus recursos.
En nombre del llamado desarrollo vemos como a diario no solo se acaban con los bosques, se contaminan cuencas hidrográficas y se ponen en peligro a miles de especies, si no también se pone en peligro hasta a las propias personas.
En el ámbito internacional el tema del cambio climático producto de la intervención humana es un hecho ya aceptado e innegable, pero eso no parece tener eco en nuestra autoridades, que se empeñan en asegurar que detrás de las protestas de quienes defienden a nuestra Pachamama, están posiciones radicaloides que se oponen al desarrollo del Perú. Lo cierto del caso es que mientras aun hay quienes defienden la destrucción de la Madre Tierra en nombre de un desarrollo del cual no nos beneficiamos, es cada vez más grande el reconocimiento de que hoy en día más muertes se producen debido a las crecientes olas de calor y las enfermedades aparecen y se propagan con mayor rapidez teniendo como una de sus principales causas el consumo de alimentos o aguas contaminadas. Si bien los estudios realizados por las más importantes universidades del mundo terminan dándole la razón a quienes defienden a la naturaleza, en el Perú poco o nada importa a las autoridades del gobierno central que vienen promoviendo la explotación de recursos naturales aun en zonas donde se pone en riesgo fuentes de agua para zonas con un notorio estrés hídrico, en otros casos no importa si hay que destruir bosques y tampoco si se afecta a las poblaciones que ocupan estas áreas o lugares circundantes.
Un Perú cada vez más sediento
El avance de las desglaciación, principalmente de la Cordillera Blanca, ha puesto de manifiesto que el calentamiento global no es un problema a futuro para el Perú, sino que es algo que ya nos está afectando. En muchas zonas donde antes se podía observar una notoria presencia de hielo en los picos más altos, hoy presentan un panorama desalentador. El color blanco del hielo ha sido reemplazado por el marrón de la tierra. Según las propias cifras del Instituto Nacional de Recursos Naturales (INRENA), desde la década del 70 a la fecha los glaciares en el Perú han tenido un retroceso de más del 20% y la cifra va en aumento y no hay nada por ahora que permita frenar esta situación. Pero no preocupa tanto el hecho de que el paisaje haya cambiado, aquí lo que se ha puesto de manifiesto que la no recuperación de estas zonas amenaza la provisión de agua para el futuro cercano. Como se sabe los glaciares son la principal fuente de alimentación los ríos que proveen de agua a las ciudades de la costa peruana, líquido elemento que es usado tanto para el consumo humano como la agricultura. Hay que recordar que más de los tercios de la población peruana vive en la costa, zona en la que hay que afrontar una creciente demanda con el reducido 1,8% de la provisión de agua de todo el país. A ello hay que sumarle que las actividades que la industria minera, principalmente en las zonas andinas demandan una importante cantidad de agua disputándose el uso de los recursos hídricos con el abastecimiento destinado al consumo humano y la agricultura. Eso pone de manifiesto que la provisión en cantidad y calidad de agua, tanto para la costa como para la parte andina – y ahora también para la amazonía – es un problema que tiende a agudizarse producto de esa actividad, la misma que ha provocado una serie de daños en diversas cuentas de varios puntos del país.
Dejando sin pulmones al mundo
Otro de los problemas que afectan a nuestra Pachamama es la creciente deforestación de nuestra amazonía debido a la tala indiscriminada y la tala de árboles para facilitar las actividades de las empresas dedicadas a la producción de hidrocarburos y también a la producción de biodiesel. Solo como referencia se debe señalar que antes del 2005 las concesiones para la explotación de hidrocarburos era de menos del 15%. En ese año la lotización a favor de las compañías explotadoras de gas y petróleo llegó al 50% y actualmente la cifra bordea el 72% (49 millones de hectáreas de 68 millones de hectáreas que componen la selva peruana). A ello hay que sumarle que el gobierno peruano ha dispuesto la entrega en concesión de unas 10 millones de hectáreas a favor de los productores de cultivos empleados en la elaboración de los biocombustibles. Para complicar más aun la situación en la amazonia peruana, en los últimos meses se ha podido conocer que varias empresas mineras estarían proyectando su ingreso a esta zona del país. Recordemos que hasta la fecha la minería ha tenido como campo de acción principalmente la zona andina.
Los Datos
El Quelccaya, el mayor nevado tropical del mundo, ubicado al sudeste de Perú, está perdiendo cerca de 60 metros por año. Hace 4 décadas perdía solo 6 metros anualmente. El Pastoruri, ubicado en la Cordillera Blanca ha reducido su capa de hielo en 40% en los últimos 10 años. La zona sur del Perú (Moquegua y Tacna principalmente) afronta un marcado estrés hídrico, sin embargo, en las zonas altas la prioridad del uso de los recursos hídricos que se generan en las zonas altas la tienen al parecer las empresas mineras. El proyecto minero Río Blanco, ubicado entre las provincias de Ayabaca y Huancabamba afectaría los páramos andinos, que es el colchón de agua que abastece a las zonas bajas de Piura y algunas provincias de Cajamarca. La provincia de San Martín en el departamento del mismo nombre es la más afectada por la deforestación solo 215,222 hectáreas, de un total de 5163,858, son de uso forestal, pero la tala indiscriminada ha avanzado más allá de lo estimado.
Aldo Arnao / CONACAMI
Fecha: 19/09/2009
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