Análisis y propuestas del GISSAN ante la crisis mundial y el cambio climático
Giorgio Trucchi
Rel-UITA
En ocasión del Día Mundial de la Mujer Rural y del Día Mundial de la Alimentación, el Grupo de Interés por la Soberanía y la Seguridad Alimentaria y Nutricional (GISSAN) celebró un Foro en el que se analizó la situación de Nicaragua ante la necesidad de impulsar de forma contundente políticas y acciones en vista de garantizar la seguridad alimentaria al pueblo nicaragüense, haciendo énfasis en la condición de la mujer rural como motor fundamental para alcanzar este objetivo.
Rel-UITA
En ocasión del Día Mundial de la Mujer Rural y del Día Mundial de la Alimentación, el Grupo de Interés por la Soberanía y la Seguridad Alimentaria y Nutricional (GISSAN) celebró un Foro en el que se analizó la situación de Nicaragua ante la necesidad de impulsar de forma contundente políticas y acciones en vista de garantizar la seguridad alimentaria al pueblo nicaragüense, haciendo énfasis en la condición de la mujer rural como motor fundamental para alcanzar este objetivo.
En 1996, la Cumbre Mundial de la Alimentación en Roma estimó en 800 millones los seres humanos que padecían de hambre. En 2006 ese flagelo afectaba a 854 millones de personas y dos años después, según la FAO, el número subió de manera preocupante hasta llegar a 923 millones de personas hambrientas.
Para final del 2009 se estima que serán 1.020 millones las personas que padecen de hambre y desnutrición.
En su informe sobre la situación de la inseguridad alimentaria y nutricional de Nicaragua, el GISSAN avisó que las estadísticas nacionales del 2004 indicaban que alrededor de 2,5 millones de nicaragüenses vivían en condiciones precarias o infrahumanas, con un déficit de entre 413 y 313 kilocalorías per cápita1.
No obstante, el GISSAN evidencia “los esfuerzos que realiza el actual gobierno de Nicaragua por tratar de cumplir con sus compromisos en materia de la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA), en reducir la pobreza, el hambre y la desnutrición, desarrollando políticas y estrategias nacionales y sectoriales bajo el modelo de la Soberanía y Seguridad Alimentaria, y reconociendo este modelo como el único que pueda solucionar la difícil situación de pobreza, hambre y desnutrición que atraviesa el país”, explica el Informe presentado el ocasión del Día Mundial de la Alimentación.
Según datos ofrecidos por el Informe, el gobierno que asumió en Nicaragua en 1990 se había comprometido a disminuir la desnutrición crónica del 20 al 16 por ciento para el 2015. Sin embargo, las políticas neoliberales implementadas en el país contribuyeron a que en 2001 este porcentaje se elevara hasta el 25,8 por ciento, y el 27,21 en 2004.
La última encuesta del Instituto Nacional de Información de Desarrollo (INIDE) del 2004 arrojó una mejor situación, mostrando un nivel de prevalencia de la desnutrición crónica del 21,7 por ciento.
Después de casi tres años del nuevo gobierno, datos del PMA revelan que en 2009 la desnutrición crónica bajó hasta el 17,1 por ciento, siendo Nicaragua el segundo país con menor porcentaje de la región centroamericana. Pese a este avance, el GISSAN recordó en su documento de posición que es necesario implementar el cumplimiento de la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (SSAN), aprobada el pasado mes de julio 2009, y su reglamento; asegurar la creación de un mecanismo de reservas nacionales de semillas y granos básicos aptos para el consumo humano y construir una estrategia de producción agrícola sustentable e integral.
Pide también definir un banco de tierras fértiles y aptas para el cultivo de alimentos para depositar en manos de las mujeres, brindando asistencia técnica y acceso al crédito; divulgar el daño ocasionado por las políticas de implementación de los monocultivos, de agrotóxicos y cultivos transgénicos.
Finalmente, el GISSAN pidió implementar el monitoreo y evaluación de programas productivos que están beneficiando a la población, promover la lactancia materna como el primer derecho humano a una alimentación adecuada, aprobar las leyes que complementan la Ley SSAN, tal como la Ley de Bioseguridad y la de Biodiversidad, y adoptar estrategias para implementar estrategias de gestión de riesgos y adaptación ante el fenómeno del cambio climático.
Sobre este último punto Denis Meléndez, del Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (CISAS), dijo que “los fenómenos naturales son normales y no hay que tenerles miedo porque son parte del sistema en que vivimos. Simplemente hay que aprender a vivir con ellos y trabajar una estrategia de gestión de riesgos, preparándose al evento.
Por el contrario, los desastres no son naturales, sino sociales, y la situación va a empeorar porque tiene que ver con nuestras formas y hábitos de vida y la matriz productiva. Si no intervenimos con fuerza, el fenómeno del cambio climático, convertido en calentamiento global, nos va a afectar de manera dramática”, aseveró en su intervención.
La mujer RuralPara Eduardo Vallecillo, coordinador del GISSAN, “Históricamente en Nicaragua las mujeres son las más afectadas. Pueden trabajar en el sector rural pero no tienen acceso a la propiedad de la tierra, lo cual agudiza el problema del hambre.
Al mismo tiempo –continuó Vallecillo– las mujeres son las que garantizan la alimentación en los hogares y es por eso que la Coordinadora de Mujeres Rurales de Nicaragua introdujo en la Asamblea Nacional la iniciativa de Ley Creadora de un Fondo para la Compra de Tierra con Equidad de Género.
Con este proyecto se pretende que el estado facilite los recursos a las mujeres para seguir produciendo alimentos con todas las garantías del caso”.
En su planteamiento que se enmarca en la Campaña “La tierra nos da poder”, la Coordinadora de Mujeres Rurales de Nicaragua explica que “la iniciativa contempla la conformación de un fondo para que las mujeres rurales puedan acceder a un crédito hipotecario, a un plazo de 10 a 15 años, a una tasa de interés no mayor del 5 por ciento, con un año de gracia, para que compren de 1 a 5 manzanas de tierra a su nombre (1 manzana = 0,6 hectárea).
Además, que accedan a otros recursos conexos para que puedan hacer producir su tierra, como asistencia técnica, capacitación, créditos para producir, semillas e insumos, infraestructura. A las mujeres solas, jefas de hogar, se les dé un subsidio del 2 por ciento sobre el valor de la tierra que compre, para que pueda iniciar una actividad agropecuaria, además de legalizarla de manera expedita”.
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