Periódico EL TIEMPO.
Domingo 18 de Octubre 2009
Ahora comprendo por qué el Ministro de Ambiente tiene la misma conciencia ecológica que un pirómano de bosques. Ya en el 2004, Carlos Costa Posada tenía una especial inclinación a favorecer empresas que atentan contra la Naturaleza. El entonces director general del Ideam respaldó el proyecto de una empresa avícola, Incubadora Santander, pese a ser evidente que agotaría los recursos hídricos de la Microcuenca Cuchicute y Curití (Santander), lo que afectaría a diversos pueblos, como San Gil o Barichara.
Lo premiaron después con un puesto de consultor en el Banco Mundial, uno de tantos organismos multilaterales, refugio de burócratas cesantes, que pagan salarios abultados con nuestros impuestos. Allí se dedicó a predicar sobre la conservación del agua en Latinoamérica y supongo que difundiría su experiencia santandereana.
Les enseñaría cómo rechazó, entre otros documentos irrefutables, el estudio de un biólogo acreditado, Eduardo Barbosa, que el propio Ideam escogió, porque iba en contra de los planes de la mencionada Incubadora. También aconsejaría desconfiar de los comités cívicos de veeduría ciudadana, cuyo único fin es lograr que montes y ríos sobrevivan a las ansias depredadoras de tanto humano insensato.
Con el tiempo y la dimisión de Juan Lozano, acabó en su actual cargo, y menos demora en cantar un gallo que Costa en firmar concesiones que su antecesor tenía congeladas por dañinas con el entorno natural.
Para refrescarle la memoria, le recuerdo al Ministro que en el 2001, la CAS aconsejó comprar las tres mil hectáreas de la reserva acuífera del Curití y Cuchicute para asegurar su conservación e impedir que algún irresponsable la pusiera en riesgo. Por supuesto que el concepto duró lo que tardó Incubadora Santander en presentar su plan de desarrollo. Entonces, la gobernación y la CAS acomodaron las tesis técnicas a los intereses de la empresa, el Ideam que Costa dirigía hizo lo propio y los pollos aterrizaron en la reserva hídrica.
Hace poco visité la zona junto con miembros del Comité Cívico de Veeduría Ambiental. Parte del recorrido la hicimos por los predios que Incubadora Santander se apropió pese a ser públicos. Y descubrimos que esa gente no se conforma con extinguir el agua, sino que tiene comportamientos estrafalarios. Botaron arena a una de las pozas cristalinas que aún quedan, a fin de taparla. Como hay otros lugares inaccesibles, donde es imposible entrar sin su permiso, imagino que habrán repetido esa singular práctica.
Al margen de lo anecdótico, que dice mucho del talante feudal de ciertos empresarios, lo dramático es que están convirtiendo unos parajes bellos y verdes en un secarral y que muchas poblaciones aledañas ya tienen problemas de agua y no por 'El Niño'. Por cierto, un fenómeno que será permanente en unas regiones si no se corrige la desastrosa política ambiental de los Costa de turno.
Aunque el referido Comité Cívico ha cosechado derrotas en los tribunales, en los concejos lentejos y en distintos organismos de pelaje parecido, pese a tener la razón de su parte y un cúmulo de pruebas aplastante, ni claudica ni se rinde. Con personas como Zelaida Barragán y Olga Astrid Barragán, por citar solo a dos, la lucha está asegurada. Además del amor a su tierra e inquebrantable determinación, las anima el triunfo de sus vecinos de Charalá, que derrotaron a un coloso que pretendía extenuar quebradas. Avifonce, otra avícola, no solo suspenderá actividades sino que venderá los terrenos al municipio para dedicarlo a zonas protegidas de producción de agua.
NOTA. Pienso que un periódico tiene todo el derecho de prescindir de sus columnistas. Igual que no da explicaciones para invitarnos a escribir, puede echarnos cuando lo crea oportuno. Pero la forma que utilizaron el martes fue equivocada; salió perjudicada la imagen de tolerancia y serenidad que debe dar un diario de su importancia.
Salud Hernández-Mora
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