lunes, 19 de diciembre de 2011

El medio ambiente hace temblar gobiernos


Por: Paloma Valencia Laserna

Al presidente del Perú, Ollanta Humala, le duró poco la luna de miel con sus aliados y sus electores; el partido del Cholo lo dejó, hubo crisis ministerial y la huelga en Cajamarca no será fácil de solucionar.
La comunidad de Cajamarca sigue protestando contra el proyecto minero Conga que sería entregado a la minera Yanacocha –la más grande en Suramérica y la segunda a nivel mundial- filial de Newmont. La inversión para la explotación de oro alcanzaría los 4.500 millones de dólares. Cajamarca es una de las zonas más ricas en recursos minerales y, al mismo tiempo, una de las zonas con mayor población en estado de pobreza. La historia de los conflictos entre esas empresas mineras y la población es larga y tortuosa.
Cajamarca fue, además, una de las regiones definitivas para el triunfo de Humala en la apretada elección contra Keiko Fujimori; precisamente porque Humala utilizó un discurso contra los atropellos de las mineras. Los manifestantes se quejan de que la mina acabará con tres lagunas de agua, imposibilitando la agricultura y la ganadería. Durante la campaña Humala dijo que era más importante el agua que el oro; pero ahora -cuando ya es presidente- le dio su apoyo a la minera; utilizando para eso el argumento que esgrime Yanacocha:  se crearán lagunas artificiales que garantizarán el consumo de agua de los habitantes y sus actividades.
La comunidad cajamarquina está harta de las mineras, pues los beneficios que ha recibido la sociedad han sido escasos; Cajamarca es una de las 10 regiones más pobres del Perú, su nivel de pobreza es del 56%, a pesar de que ha recibido US$ 534.6 millones de las mineras. El pobre manejo ambiental ha causado muchas crisis sociales. La misma empresa Yanacocha es causante de contaminación de muchos ríos con metales pesados, pero el caso más grave es el derramamiento de mercurio en Choropampa, un pueblito de Cajamarca.
Más de 150 kilos de mercurio cayeron de un camión de esa empresa a lo largo de 45 km. La minera primero negó el hecho y luego le ofreció dinero a los habitantes del pueblo para que recogieran el toxico metal, sin ninguna advertencia, ni el equipo necesario para ello. Su negligencia ocasionó la muerte de 10 personas y la intoxicación más de 1000 pobladores, de los cuales el 40% eran menores.  Los daños en el hígado, la piel, riñones –entre otros- fueron minimizados, y la limpieza –hecha a costa de la salud de los habitantes- fue tan insuficiente que aún hay mercurio en el ambiente.
Once años después de este desastre; no hay responsables penales; la minera arregló el 95% de los casos de manera extrajudicial con sumas insignificantes de dinero. La demanda que instauraron algunos abogados en representación de los pobladores –sobre la que se sabe muy poco- dio lugar a indemnizaciones mucho más altas, sin que haya claridad sobre en cuánto o cómo se tazaron los perjuicios; lo que sí es cierto es que los pobladores fueron obligados a firmar cláusulas para liberar de toda responsabilidad y de futuras acciones a la empresa Yanacocha. La demanda que instauró la Municipalidad Provincial de Cajamarca contra Yanacocha-Newmont en EE.UU. terminó en un acuerdo por 3 millones de dólares; 40% le correspondió a los abogados gringos que llevaron el caso. Las críticas sobre Choropampa han alcanzado también al gobierno peruano, fue negligente y contribuyó a ocultar lo sucedido; ni siquiera hay informes oficiales que demuestren la ocurrencia del hecho.
El apoyo que le dio Humala al proyecto minero de una empresa con semejante historia le ha costado el apoyo de muchos sectores que fueron definitivos para su elección. Tiene tan sólo el 47% de aprobación en su quinto mes en el gobierno; cayó 9 puntos en el transcurso de un mes. La situación en la esfera política tampoco es buena. La mayoría de quienes lo acompañaron se han alejado, en especial, los progresistas y la izquierda. Varios de sus ministros hicieron declaraciones en contra del proyecto y dejaron el Gobierno. El primer ministro Lerner también renunció, luego de que fracasara el diálogo con la comunidad para levantar la huelga. Humala optó por decretar un estado de emergencia, y le entregó la seguridad al ejército. Remplazó a Lerner con Oscar Valdés, ex comandante del ejército, como el Humala. Además, Valdés fue instructor del Presidente cuando este era cadete de la Escuela Militar de Chorrillos.
Aunque el Gobierno han mantenido el ánimo de dialogar con los cajamarquinos, aquello no parece estar dando resultado; los diálogos volvieron a fracasar. El estado de emergencia y el nombramiento de Valdéz no son un buen augurio; Humala puede estar aproximando al Perú a un régimen autoritario-militarista.

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