domingo, 11 de julio de 2010

CLAUSURA Y CIERRE DE LAS MEGACANTERAS A CIELO ABIERTO, EN MINAS DE ORO DISEMINADO

Humberto Pérez Salazar


Geólogo U. N.

Cualquier desprevenido observador y neófito en el tema puede quedar favorablemente impresionado cuando le muestren los sitios de las canteras de las minas de oro a cielo abierto de los proyectos de explotación a gran escala, cuando se han clausurado y cerrado y sobre las mismas se han adelantados labores de estética y embellecimiento. Quizás, aprecie rellenos cubiertos con membranas plásticas, que suavizan la morfología y esconden cuanto hay debajo de ellas, zonas empradizadas y reforestadas y en el mejor de los casos parques de recreación con juegos para niños o adultos que pretenden mostrar la amabilidad de estos lugares y la inocuidad de las explotaciones megamineras. La percepción, sin duda, la reforzarán los representantes o propietarios de las compañías mineras, quienes generalmente han sufragado los gastos del invitado, permanentemente lo han acompañado desde que llega al territorio de las minas y hasta que abandona el mismo, al igual que le han prodigado atenciones sociales y lúdicas, para que su estadía sea más grata y para que esté en mejor disposición anímica de asimilar el mensaje que ellos desean trasmitir. Pero, ojo, las apariencias engañan y una cosa es el aspecto externo y otra muy diferente es cuanto sucede hacia el interior de esa fachada, en el seno de las canteras, por la acción natural de los agentes químicamente activos que continúan reaccionado entre si y sobre las rocas mineralizadas, hasta producir sustancias químicas contaminantes, algunas no biodegradables y lesivas para el entorno y para la salud de quienes se relacionan con el mismo. En la actualidad y por fortuna, en el país no se cuenta con este tipo de megaminería para oro diseminado, aunque muy pronto y para desventura de los colombianos lo habrá en Santander y en el Tolima. Para la comprensión del tema, si no ha sido invitado, o si ya lo fue, para que contraste lo observado, es preciso evaluar las consideraciones que se exponen a continuación.


La clausura y el cierre de las canteras a cielo o tajo abierto de las explotaciones a gran escala de oro diseminado, como las que quizás deben proyectarse para Santander y el Tolima, guardan cierta similitud con la clausura y el cierre de los rellenos sanitarios, donde los esfuerzos se concentran en la estética y la apariencia armoniosa de sus partes externas, sin considerar a fondo que los desechos sólidos continúan descomponiéndose por más de un cuarto de siglo, así el sitio de disposición se haya clausurado, cerrado y abandonado. La forma externa del relleno sanitario, generalmente de domo, el cubrimiento del mismo con cobertura vegetal como pasto, la siembra de árboles, la instalación de canchas de futbol y de baloncesto, y de bancos de concreto y algunas casetas, armoniosamente distribuidos, pareciera que son las preocupaciones mayores de quienes operaron estos sitios de disposición final de residuos sólidos y desean salir del mismo, lo más rápido posible, con la entrega que se hace generalmente a entes municipales. Pero, el problema no termina con esconder las “basuras” con una gruesa capa de material de cobertura, con la instalación de algunas torres para los gases y con la construcción de lagunas para el almacenamiento de lixiviados. Es necesario garantizar la estabilidad del relleno sanitario y evitar que colapsen como lo hizo el de Doña Juana en la capital de la república, prevenir la fuga de gases y lixiviados en distintas partes del domo, y lo más importante garantizar el tratamiento de estos lixiviados, hasta que cesen de generarse. Adicional a lo anterior, se requiere garantizar que las geomembranas que se encuentran en la base del sitio de disposición y en las lagunas de acumulación de lixiviados, conserven su carácter impermeable, pues de otra forma se escaparían los lixiviados hacia las corrientes de aguas superficiales, o en el peor de los casos se infiltrarían a través de las fracturas de las rocas y contaminarían las aguas subterráneas. El mantenimiento de la capa exterior del material de cobertura debe ser permanente y rigoroso, pues al erosionarse deja escapar olores nauseabundos y permite la infiltración del agua, la cual atenta contra la estabilidad del relleno sanitario. También, posibilita la proliferación de vectores, moscos, mosquitos, ratas y otros roedores, que atenta contra la salud de quienes habitan en los alrededores. Las minas de oro diseminado que contienen polisulfuros metálicos, como las del Tolima, indefinidamente producen drenajes ácidos, pues por la acción del agua los sulfuros se convierten en ácido sulfúrico, que, casi siempre, son hábilmente escondidos y no mostrados a los turistas de la megaminería. Estos drenajes ácidos son equivalentes a los lixiviados de los rellenos sanitarios y la meteorización de los polisulfuros metálicos también genera gases, que guardadas proporciones corresponden a los hidrocarburos que se producen en los rellenos sanitarios y que se utilizan como fuente de energía doméstica o simplemente se expulsan a la atmósfera. Los drenajes ácidos, aguas con bajo potencial de hidrógeno -PH- al alterar las características físicas y químicas del agua superficial modifican el hábitat de la fauna y la flora y menguan su existencia. La utilización de estas aguas aciduladas en cultivos agrícolas y forestales alteran el ciclo biológico de las mismos produciendo disminución en su productividad y pérdidas económicas. Además, atentan contra la salud de quienes consumen alimentos, que eventualmente contendrían residuos de cianuro, como podría posiblemente ser el caso del arroz que se cultiva en el distrito de riego de Usocoello, en El Espinal-Tolima. Los drenajes ácidos pueden viciar las aguas subterráneas, para siempre, porque descontaminar las aguas del subsuelo es casi que imposible. La producción de drenajes ácidos persiste por periodos superiores a cien años y son pasivos ambientales que deben asumir los países donde se explotaron las minas, pues las empresas extranjeras abandonan los territorios tan pronto extraen el oro que es viable explotar desde el punto de vista económico. Experiencias internacionales de explotación a gran escala de depósitos de oro diseminado a cielo abierto demuestran que el dinero de las regalías y los impuestos recibidos no alcanzan para resarcir los pasivos ambientales, constituyéndose, por ello, la minería a gran escala en un pésimo negocio, lo cual refuerza la expresión común que las regalías y los impuestos recibidos por este tipo de explotación minera son: PAN DE HOY Y HAMBRE DE MAÑANA. Los PAD, sitios de acumulación de roca molida e impregnada con soluciones de cianuro de sodio, son verdaderos cerros, superiores en tamaño al de Pan de Azucar en Ibagué. Así se cubran con membranas plásticas y descansen sobre gigantescas geomembranas, potencialmente acusan problemas de inestabilidad y contribuyen a la creación de drenajes ácidos, pues es imposible aislarlos completamente de los agentes químicamente activos, como el agua, el oxígeno, el dióxido de carbono y el hipotético ácido carbónico, presentes en la atmosfera. Los escombros o estériles, material lítico con oro diseminado en cantidades insuficientes para su explotación, contienen igualmente polisulfuros metálicos que ocasionan drenajes ácidos, aunque estén cubiertos por membranas de plásticos, con vistosa apariencia externa. Los diques de colas producen igualmente contaminación en las aguas superficiales y subterráneas, aunque son lugares que no siempre se muestran a los turistas. Las geomembranas que recubren las piscinas a donde llegan las soluciones de cianuro de sodio con el oro disuelto, preocupan a largo tiempo, pues al romperse contaminan los cursos de aguas superficiales y aún el agua subterránea. La estética de estas piscinas salta a la vista, pero el estado de las membranas es oculto. Por otro lado, poco se le dice a los turistas con respecto a los manantiales que afloraban en el lugar donde se ubicaron las canteras y que desaparecieron, y si se les insinúa que para reemplazar las fuentes naturales de agua se está reforestando, es preciso entender que los bosques no producen agua, aunque regulan los cauces y generan O2 a partir del CO2 que consumen las especies vegetales. Se podrían exponer mayor número de problemas ocultos, pero por la brevedad del escrito se omiten, aunque es oportuno observar con mirada crítica las apariencias externas que se ciernen sobre los paisajes estéticos y armoniosos, construidos sobre las megacanteras, para deleitar a los turistas y para extraer, por parte de las compañías mineras multinacionales, los recursos naturales de los países subdesarrollados, sin mayores problemas, y sin las inversiones cuantiosas que requiere la restitución del entorno y la seguridad de la no contaminación, después de la clausura y el cierre de las megaminas de oro diseminado. De acuerdo a los expertos, si se restituyeran las condiciones ambientales a las existentes antes de iniciar la explotación del oro y si se realizaran las inversiones económicas para garantizar la no contaminación con cianuro y con drenajes ácidos, ningún proyecto de megaminería de oro a cielo abierto que utilice cianuro, sería viable desde el punto de vista económico. No queda más que tener en cuenta que las apariencias engañan, que los paisajes también se maquillan y que debajo de una cobertura vegetal, estética y superficial, existen y se propagan graves problemas ambientales, los cuales se ocultan a los engolosinados turistas.





Ibagué, 29 de junio de 2010

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