martes, 30 de marzo de 2010

Ahora a declarar la guerra a las extracciones...

Diario Tolimense El Nuevo Día

MARTES 30 DE MARZO DE 2010

En cuanto más subdesarrollados más ambiciones económicas despertamos al capital mercenario... especialmente en cuanto a recursos como el agua, mineros y atmosféricos. El Tolima muy frecuentemente enfrenta intentos de violación ambiental: el cobre de Payandé, el oro de Ataco, el cemento, y otra vez el oro con cianuro en Cajamarca... ya se escuchan las alertas de monocultivos: la palma de aceite, la caña de azúcar, el maíz, las tecas, y las fuentes de agua, como los nevados y páramos que ya están en el mercado clandestino de las bolsas.


Estamos en guerra

La crisis de los combustibles nos empuja cada vez más como posibles servidores de cultivos de maíz, yuca, palma... lo cual demuestra que el desarrollo económico industrial no tiene interés en bajar la presión sobre el medio ambiente a pesar de la claridad de los indicadores climáticos, del descongelamiento, del avance de los desiertos, de las extinciones, del hambre, la muerte de niños, el aumento de las temperaturas y de la escasez de agua potable...

Es por ello que la obsesión del desarrollo económico acelerado tendrá modalidades clandestinas y especializadas, sobornos, invasiones, imposiciones presidenciales, y todo aquello que se les ocurra, para extraer lo que les dé la gana y legalizar después.

Ello nos obliga a declaraciones de guerra territorial que incluyan a los proyectos específicos como La Colosa y territorios de importancia ecológica local, que no resisten agresiones ambientales. Ahora la vaina vuelve a ser el de territorio, especialmente cuando la ciencia está al servicio de la destrucción, en contra de las gentes y con un profundo desprecio por la vida.

La reversa ambiental

La ideología de la sociedad industrial, basada en el crecimiento económico, niveles de vida cada vez más altos y la fe en que la tecnología lo arreglara todo, es insostenible. Y para cambiarlo tenemos que trabajar hacia el objetivo de una sociedad humana en la cual la población, el uso de recursos, el procesamiento de residuos y el medioambiente muestren un saneado balance. "En cierto modo, afirma Lovelock, el mundo humano está repitiendo la tragedia del avance de Napoleón sobre Moscú en 1812. Los británicos por otro lado, recuerdan con orgullo la retirada de su Ejército de Dunkerque, en 1940, y no lo ven como una derrota ignominiosa. Ciertamente no fue una victoria, pero fue una retirada exitosa y sostenible. Ha llegado la hora de planear una retirada de la insostenible posición que hoy hemos alcanzado a través del uso inapropiado de la tecnología; es mucho mejor retirarnos ahora, mientras todavía disponemos de energía y tiempo. Como Napoleón en Moscú, tenemos demasiadas bocas que alimentar y nuestros recursos disminuyen día tras día mientras postergamos la decisión. La retirada de Dunkerque no fue sólo resultado de una adecuada planificación estratégica desde el alto mando: contribuyó a ella una sorprendente manifestación de espontáneo altruismo por parte de un gran número de civiles que arriesgaron sus vidas en sus pequeños barcos para cruzar el canal y rescatar a su Ejército. Es preciso que todo el mundo perciba el peligro como real e inmediato, de modo que la gente se movilice espontáneamente y no escatime esfuerzos en la retirada ordenada y sostenible hacia un mundo en que se pueda intentar vivir en armonía con Gaia".

El objetivo es sobrevivir

Es que la humanidad ha desperdiciado su inteligencia haciendo guerras inútiles... y pretendiendo arreglar sus diferencias mediante enfrentamientos violentos entre el capital internacional y los pueblos nativos. El objetivo urgente de la humanidad, todos unidos, es salvar la vida del planeta... ya nos queda muy poco tiempo: pero la maldición climática, predice que el despelote se desencadenará en unos 15 años y que morirá mucha gente... Lovelock está convencido que solamente sobrevivirán unos 500 millones, que se refugiarán en los polos, o en territorios muy lejos de donde vivimos... pero se trata de sobrevivir.

Gonzalo Palomino Ortiz

Observatorio Ambiental de la U.T.

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