Francisco López Bárcenas · · · · ·
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18/03/12
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Hace 11 años, en el municipio de Cerro de San Pedro, San Luis Potosí,
comenzó la resistencia popular contra el despojo a la nación y los mexicanos
por la gran industria minera. En 2001 los opositores a la minería a cielo
abierto comenzaron la resistencia con un festival cultural y unas mesas de
análisis sobre los problemas que la presencia de la minera New Gold-Minera
San Xavier generaba entre ellos. Tal vez los organizadores de la resistencia
ni lo imaginaron, pero al paso del tiempo terminaron convirtiéndose en uno de
los referentes imprescindibles de la oposición a la actividad minera a gran
escala, por los efectos tan negativos que deja entre la población de los
alrededores donde se establece. Ahora, con la legitimidad que les da una
década de lucha, se preparan para la realización del undécimo festival de la
resistencia contra la actividad minera a gran escala, el cual está programado
para realizarse el próximo sábado 17 del presente mes y al cual, además de
comunidades de la región, esperan asistan opositores de otras latitudes del
país.
Once años después de las
primeras resistencias las condiciones son diferentes. En principio ya los efectos
de la minería se dejan ver con más claridad. Uno de ellos es que los dueños
de las minas se vuelven ricos a costa de la vida de los trabajadores. El
ejemplo más claro es que Germán Larrea Mota Velasco, el principal accionista
del consorcio minero Grupo México –el dueño de la mina Pasta de Conchos,
colapsada por una explosión en febrero de 2006–, ocupa el cuarto lugar entre
los multimillonarios mexicanos, y el 48 en el mundo, con una fortuna de 14
mil 200 millones de dólares. Esa es la cara bonita, la de los resultados
alegres de la minería; la otra enseña los muertos por oponerse a esta
actividad –Óscar Loredo, en Cerro de San Pedro, San Luis Potosí; Mariano
Abarca Roblero, en Chicomuselo, Chiapas, y Bernardo Méndez, en San José del
Progreso, Oaxaca, son casos emblemáticos–. Pero también están las muertes por
enfermedades, la contaminación de las tierras y aguas, privándolos de los
medios de subsistencia, devastación ambiental, afectación de la salud de las
personas y la destrucción del entorno cultural.
No son los únicos que
resisten, naturalmente. Por muchos puntos del territorio nacional la lucha
antiminera crece y se fortalece. Son importantes las luchas de Chicomuselo,
Chiapas; la de los opositores a la mina Caballo Blanco, en Veracruz; la de
San José del Progreso y Capulalpan, en Oaxaca; la que se desarrolla en la
región Costa-Montaña, en Guerrero; la de los huicholes en Jalisco, y varios
municipios de Chihuahua, Sonora y Baja California, en el norte del país. Son
la luchas antimineras más visibles, las que han trascendido el espacio local
y sus voces inconformes son escuchadas mas allá de su localidad; la mayoría
de ellas inclusive participan en la Red Mexicana de Afectados por la Minería
(Rema) y la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales. Pero hay más, aunque
no se vean. En el mismo estado de San Luis Potosí y su vecino Zacatecas
existentes resistencias que no por pequeñas dejan de ser importantes. Hacia
allá también se tienden caminos en este undécimo festival de la resistencia
minera, para que su experiencia transcienda y abone a la lucha.
Entre los objetivos que los
organizadores del encuentro se han fijado está propiciar la coordinación de
los diversos movimientos que se oponen a los efectos nocivos de la gran
minería, que es al mismo tiempo una lucha en defensa de la vida y el
ambiente; también buscan que entre todos los asistentes se genere un diálogo
en torno a las posibilidades de establecer lazos de apoyo y unidad entre
todos aquellos que se oponen a la gran minería tóxica, para compartir
conocimientos, recursos y experiencias que permitan que sus esfuerzos arrojen
mejores resultados. Se trata de miras de alto vuelo, porque piensan que ya
está más o menos claro el objetivo por el que se debe combatir, pero falta
saber cómo se hará, no porque no haya ideas de cómo hacerlo, sino porque
abundan, pues aunque los movimientos de resistencia comparten sus objetivos
comunes, cada uno tiene sus propias dinámicas, de acuerdo con su tamaño, los
recursos con que cuenta para moverse y las relaciones que logra establecer
con diversos actores, entre otros factores. Ahí radica la importancia de este
undécimo festival de la resistencia a la minería que el 17 de marzo se
realizará en el Cerro de San Pedro. De ahí pueden surgir las ideas que
permitan dar el gran salto hacia adelante en la lucha por la vida.
Francisco
López Bárcenas es un
abogado mixteco, autor entre otros libros de: Muerte sin fin:
crónicas de represión en la Región Mixteca oaxaqueña. Escribe
regularmente columnas de análisis político en el diario mexicano de
izquierda La Jornada.
La Jornada, 16 de marzo de 2012
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domingo, 18 de marzo de 2012
Minería: entre el despojo capitalista y la resistencia popular
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