martes, 12 de mayo de 2015

Zafarrancho de combate con los fósiles

DANIEL TANURO
Sábado 9 de mayo de 2015
La cuestión de la burbuja del carbono/1 adquiere una importancia creciente en los medios mercantiles. Recordemos que la señal de alarma fue dada por la ONG Carbon Tracker/2 : no superar 2º C de calentamiento respecto al período preindustrial implica renunciar a quemar dos tercios de las reservas conocidas de carbón, de petróleo y de gas natural. Como estas reservas están en manos privadas y su valor figura en el activo de los grupos propietarios, de forma que renunciar a explotarlas equivale a destruir capital o a considerarlo como ficticio. Dicho de otra forma, que constituye una burbuja.
28 billones de dólares
Una burbuja enorme, muy grande: 28 billones de dólares. Esta cifra astronómica es la adelantada por Kepler Cheuvreux/3, una sociedad de servicios financieros especializada en el corretaje y los consejos a los inversores. Que una empresa de ese tipo haya estudiado el problema muestra bastante la inquietud entre los accionistas… De hecho, Carbon Tracker tiene razón: tanto el Banco Mundial como la Agencia Internacional de Energía han convalidado la estimación de la ONG, y el G20 acaba de demandar un estudio en profundidad sobre la burbuja de carbono al Consejo de Estabilidad Financiera (el sucesor del Foro del mismo nombre, creado en 1999 por el G7).
Actualmente, el Consejo de Estabilidad Financiera (CSF) está presidido por Mark Carney. Carney, Director del Banco de Inglaterra, está muy sensibilizado por el problema de la burbuja del carbono. El año pasado, cogió su bastón de peregrino para testimoniar ante la comisión de medio ambiente del Parlamento británico, y luego planteó la cuestión ante la importante reunión ministerial informal que el Banco Mundial organiza cada año sobre el tema del precio del carbono. En paralelo, el Banco de Inglaterra/4 encargó un estudio sobre la dimensión de la burbuja. El informe, que se presentará el próximo mes de junio, dará probablemente el tono del que el CFS remitirá al G20.
París 2015
Evidentemente, todo este alboroto hay que situarlo en el contexto de la preparación de la cumbre sobre el clima en París a finales de este año 2015 (COP 21). Se supone que para esa ocasión los gobiernos del planeta concretarán finalmente el compromiso tomado en Cancún (COP 16, en 2010) sobre las medidas a adoptar para no superar 2ºC de calentamiento (e incluso 1,5º C si fuera necesario según los científicos). Es muy poco probable que las decisiones de la COP 21 permitan cumplir este acuerdo, pero tampoco es probable un fracaso como el de Copenhague en 2009. Salvo gran sorpresa, “algo saldrá de París”.
Por lo tanto, el problema para las compañías fósiles es el siguiente: cuanto más sustancial sea este “algo”, más se hinchará la burbuja y se acercará a los 28 billones de dólares de Kepler Cheuvreux. Y con ello, el zafarrancho de combate en los consejos de administración de las multinacionales del petróleo, del carbón, del gas y de los sectores conexos. Nadie se queda parado. Objetivos: 1) limitar al máximo el volumen de las reservas que no puedan ser explotadas, y 2) hacer de forma que el estallido de la burbuja esté a cargo de la colectividad, como ocurrió con la crisis de las subprimes en 2008. Todos los medios son buenos.
Furiosos
Los patronos más furiosos se encuentran entre los del sector del carbón, de quienes explotan las arenas bituminosas de Canadá y los grupos petroleros que han invertido masivamente en la exploración petrolíferas en el Ártico. Es lógico: si la COP 21 tomara decisiones coherentes con el límite de 2ºC, los yacimientos del Ártico permanecerían intactos, el 95% de las reservas verificadas de hulla deberían permanecer bajo tierra, y habría que renunciar al 75% de los hidrocarburos contenidos en las arenas bituminosas…
ExxonMobil está muy implicada en el Ártico y en las arenas bituminosas de Alberta. Recientemente su dirección ha remitido a los accionistas un informe que afirma perentoriamente que “ninguna de nuestras reservas de hidrocarburos no está ni será devaluada/5. Para garantizar esta afirmación, la mayor multinacional mundial del petróleo se basa en un escenario de transición energética en el que las emisiones de gas con efecto invernadero continuarán creciendo hasta 2030… Hay que recordar que el GIEC estima que deberían haber comenzado a disminuir en 2015… como muy tarde.
Greg Boyce es el big boss de Peabody Energy, el mayor grupo privado carbonero a nivel internacional. En una conferencia reciente sobre las energías fósiles en Houston (Texas) declaraba que el principal problema mundial es “una crisis humana que tenemos los medios de resolver” -la garantía de una energía barata- “y no la crisis medioambiental prevista por modelos informáticos poco seguros” /6. La pobreza energética que golpea a una fracción creciente de la población es así utilizada para barrer la política climática que es necesaria, en particular en interés de los pobres. ¡Puro cinismo!
El patrón de Glencore Xstrata, otro gigante del carbón, no se queda atrás. Ivan Glansenberg/7 apuesta abiertamente por el fracaso de la COP21. Ha declarado que nada le impedirá vender los 4300 millones de toneladas de hulla que tiene en reserva, y echa la culpa a los gobiernos: ha declarado que “los gobiernos no serán capaces de tomar medidas para reducir las emisiones de carbono” … Por supuesto, Gransenberg omite precisar que él y sus semejantes hacen todo lo posible para que los gobiernos no tomen las medidas en cuestión.
Suben las pujas
La actualidad reciente ha dado un nuevo ejemplo de la capacidad de hacer daño de estos fósiles. El Senado estadounidense, en el debate a favor del oleoducto Keystone XL, que debe llevar los hidrocarburos de Alberta hacia las refinerías del Golfo de México,/8 se ha visto obligado a votar una moción sobre el cambio climático. La enmienda que estipulaba que éste es debido “significativamente” a la actividad humana no ha recogido el número suficiente de votos. James Inhofe, presidente del Comité del Medio Ambiente (!) en el Senado, ha declarado que el calentamiento provocado por la combustión de los combustibles fósiles “es el mayor bulo” jamás inventado para hacer daño a la humanidad. La presidenta del Comité de Energía, Lisa Murkowski, le ha apoyado. Los principales patrocinadores económicos de las campañas electorales de Murkowski e Inhofe son empresas del sector de la energía fósil o de sectores aledaños…
Una victoria de los capitalistas que quieren quemar hasta el último barril de petróleo, hasta la última tonelada de carbón y hasta el último metro cúbico de gas natural -con riesgo de provocar una subida del nivel de los océanos de más de diez metros- no parece el escenario más probable para la COP 21. El voto en el senado americano muestra sin embargo que no puede ser excluido. En cualquier caso, desde su punto de vista, el combate de los criminales fósiles está lejos de ser absurdo o inútil: en efecto, aferrándose a sus reservas, gritando que se les asesina, manipulando los temores de una energía cara y apoyándose en su enorme poder económico y político, hacen subir las pujas.
Así, en el caso en que tuvieran que renunciar a una parte de sus stocks, estos multimillonarios avariciosos habrían creado las mejores condiciones para que la colectividad pague por el estallido de la burbuja del carbón, como pagó por el estallido de las subprimes.
A buen entendedor… Un asno no tropieza jamás dos veces en la misma piedra, pero ¿somos asnos?
5/05/2015
Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
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