JORGE RIECHMANN
Miércoles 23 de enero de 2013
Un compañero de la Universidad de
Barcelona, el filósofo Víctor Méndez, sintetizaba en una frase jocosa la jovial
despreocupación narcisista con la que determinada gente abordaba en los años
noventa la cuestión de la clonación humana: “cuanto más clonemos, más
reiremos”. Ahora salta a los medios de formación de la opinión pública una
notable embestida de espectáculo de alto nivel: Neander Park en
la estela de Jurassic Park. Las técnicas genéticas han seguido
desarrollándose muy rápidamente, y los entusiastas de la biología sintética
empiezan a considerar técnicamente factible la “resurrección” de humanos
neandertales de aquí a un tiempo.
George Church, de 58 años -leíamos hace
poco en una entrevista en Der Spiegel/1-, es un
pionero de la biología sintética, disciplina cuyo objetivo es crear organismos
y ADN sintéticos en el laboratorio. (Según definía la Dirección General de
Investigación de la Comisión Europea en 2005, “la biología sintética es la
ingeniería de componentes biológicos y sistemas que no existen en la naturaleza
y el re-diseño de los elementos biológicos que ya existen, se fundamenta en el
diseño intencional de sistemas biológicos artificiales en vez de en la
comprensión de la biología natural.”/2) En los años ochenta del siglo
XX, este catedrático de genética de la Universidad de Harvard ayudó a poner en
marcha el Proyecto Genoma Humano, que trazó un mapa de nuestro genoma. Además
de su trabajo actual sobre el desarrollo de procedimientos acelerados de
secuenciación y síntesis de ADN, también ha participado en la creación de unas
dos docenas de empresas de biotecnología: todo un ejemplo del nuevo tipo de
científico-empresario que hoy tiende a prevalecer. En su reciente libro (escrito
en colaboración con Ed Regis) Regenesis/3, que por cierto
también ha codificado en forma de cadenas de ADN y distribuido como pequeños
chips de ADN, Church esboza la historia de una segunda Creación realizada por
el ser humano: Madre Naturaleza en versión 2.0.
En la entrevista con el Spiegel –traducida
parcialmente en El País/4—Church aclara la presumible ruta
técnica: “Lo primero que hay que hacer es secuenciar el genoma del
hombre de Neandertal, y eso ya se ha hecho. El siguiente paso sería cortar este
genoma en, por ejemplo, diez mil trozos y luego sintetizarlos. Finalmente, se
introducirían estos trozos en una célula madre humana. Si lo hacemos con la
frecuencia suficiente, generaríamos una línea de células madre que se acercaría
cada vez más a la secuencia correspondiente del neandertal. En mi laboratorio
hemos desarrollado el procedimiento semiautomático necesario para hacerlo.
Finalmente, unimos todos los trozos en una célula madre humana, lo que al final
nos permitiría crear un clon neandertal”.
El entrevistador le indica que las
madres de alquiler serían mujeres sapiens, claro está: en su
libro escriben Church y Regis que una “mujer humana extremadamente audaz”
podría servir de madre de alquiler.
Sólo un par de comentarios ante estas
brillantes perspectivas. El primero: los fuegos artificiales tecnocientíficos
sirven como eficaz instrumento de distracción frente a los problemas reales que
están, hoy mismo, empeorando brutalmente las condiciones de existencia de la
gente y dañando nuestras perspectivas, ya incluso a corto plazo, de poder vivir
una vida humana decente en este maltratado planeta Tierra. Fantasee usted con
lo que los ingenieros biológicos serán capaces de hacer en el futuro, y así no
prestará demasiada atención a cómo sigue creciendo incontrolado el poder del
capital financiero, cómo las megacorporaciones son más grandes que los estados,
cómo aumenta la desigualdad a escala planetaria y también dentro de su pueblo o
su ciudad, cómo se destruyen los servicios públicos esenciales y los sistemas
de protección social, cómo la crisis ecológica se agrava hasta lo irremediable.
En segundo lugar, y ya entrando más en
materia: está el importante asunto del sentido de la medida, aquello que los
viejos griegos tematizaban como hybris. Tanto Homo
sapiens comoHomo neanderthalensis llegamos a nuestro ser
en un proceso que duró muchas decenas de miles de años. Incluso el proceso de
extinción de los neandertales (culminado en la zona de Campo de Gibraltar hace
poco menos de 30.000 años) duró más de diez milenios: un lapso de tiempo
equiparable al que nos separa del Mesolítico. Y ahora ¿nos ponemos a tratar de
revertir esos procesos en unos pocos años? Ahí se da una clase de desproporción
que no cuadra, y que también se vincula con el descomunal poder que algunas
generaciones están –estamos– adquiriendo en detrimento de las demás… ¿No
necesitaríamos un debate intergeneracional profundo, digamos durante cuatro o
cinco generaciones humanas, antes de poder tomar decisiones tan trascendentales
con cierto conocimiento de causa? ¿No convendría darnos un siglo de moratoria,
al menos?
En tercer lugar, constituye una especie
de sarcasmo hiriente que se defienda la clonación humana y la resurrección de
neandertales argumentando la importancia de la diversidad biológica y cultural/5 desde
los pliegues de ese poder omnímodo que hoy está destruyendo la diversidad
–tanto cultural como biológica– existente en nuestro planeta, a un ritmo que
sobrecoge/6. La tecnociencia banaliza los procesos de destrucción en
curso desde una promesa bañada en teología: todo será recuperable gracias a
nuestros milagrosos procedimientos ingenieriles. Pero nada resulta menos
plausible que eso…
Señores ingenieros biológicos, les
proponemos un trato. Ustedes consigan desuncir su ciencia y sus tecnologías del
poder del capital que no ha dejado de crecer, sometiéndolos a ustedes, desde
hace más de medio siglo; y entonces nosotros nos pondremos a estudiar en serio
la resurrección de los neandertales. Hoy no se dan las condiciones mínimas para
ello –¡cualquier homínido prudente lo advertiría!
Podemos pensar que no son muy sólidos
los argumentos que reprochan de modo general a los científicos el “jugar a ser
dioses”; podemos creer que no hay un problema de fondo en artificializar la
naturaleza humana; y aun así cabría coincidir con el filósofo moral y teólogo
Paul Ramsey quien en 1970, en su libro Fabricated Man, escribía:
“Los seres humanos no deberían jugar a ser Dios antes de que aprendiesen a ser
humanos; y después de haber aprendido a ser humanos, no jugarán a ser Dios.” /7
23/01/2013
Notas
1/Puede consultarse
2/ Más información en http://www.etcgroup.org/es/issues/s...
3/ George Church y Ed
Regis: Regenesis: How Synthetic Biology Will Reinvent
Nature and Ourselves [Regénesis: de qué modo la biología sintética
reinventará la naturaleza y a nosotros mismos], Basic Books 2012. Una reseña enhttp://online.wsj.com/article/SB100...
4/ Puede consultarse
5/Church en la
entrevista citada: “El principal objetivo es incrementar la diversidad. Lo que
es malo para la sociedad es que haya poca diversidad. Esto es así para la
cultura y la evolución, para las especies y también para las sociedades en
general. Si uno se convierte en una monocultura, corre un gran riesgo de
perecer. Por tanto, la recreación de los neandertales sería principalmente una
forma de evitar riesgos sociales…” Gorge Church, “El modo de pensar del
neandertal podría resultarnos beneficioso”, El País, 23 de
enero de 2013.
6/Véase Jorge
Riechmann, “Diversidad biológica: la sexta gran extinción”, capítulo 7 de Interdependientes
y ecodependientes,Proteus, Barcelona 2012.
7/Citado en Comité de
Bioética de España: La biología sintética. Informe conjunto del Comité
de Bioética de España y del Conselho Nacional de Ética para as Ciencias da Vida
de Portugal, Madrid 2012, p. 21. (Puede consultarse en www.comitedebioetica.es).
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