Perú
Las autoridades gubernamentales reiteradamente nos dicen que quieren
dialogar y nos muestran que el movimiento anti–Conga es el que se niega al
diálogo. La verdad es completamente opuesta: Quien busca el diálogo es el
movimiento anti-Conga y el gobierno se niega a él.
Es claro que el gobierno, el
parlamento, el Poder Judicial, el ejército, la policía, la mayoría de los
medios de comunicación, etc., se han puesto de rodillas a los pies de los 64
mil millones de dólares que obtendría Newmont, la empresa transnacional con
sede en Estados Unidos, como producto del asesinato de 5 valles ricos en
agricultura y ganadería, desvergonzado ataque a la naturaleza que lanzaría a la
miseria a miles de campesinos. Por supuesto impiden que esto se sepa, por eso
tienen terror al diálogo.
Una de las maniobras del gobierno es
formar organismos facilitadores o impulsores del diálogo. Este tipo de
organismos debiera ser conformado con reconocimiento de ambas partes, no por
una sola de ellas, lo que invalida su neutralidad, puesto que el gobierno está
al servicio de la empresa.
Otra maniobra es escoger ellos a su
interlocutor. Hace mucho tiempo que andan pregonando: “Santos no quiere
dialogar”.
No es con Santos con quien deben
dialogar. Él fue elegido como Presidente Regional, no como dialogador.
Precisamente, en tanto Presidente
Regional, a él le correspondía convocar a un referendo sobre si la mayoría
quiere o no que Conga vaya, hasta ahora no lo hace. Recuérdese que Tambogrande
fue el primer caso en el mundo en realizar ese tipo de referendo, que
naturalmente fue exitoso, consiguió que la empresa minera se fuera. Después eso
fue imitado por defensores del medio ambiente de Argentina y otros países,
también con éxito. En el Perú por Ayavaca y Huancabamba en Piura y últimamente
por los Cañaris.
No es pues con Santos, ni con el padre
Marco Arana, ni con Wilfredo Saavedra (a quienes respeto) con quienes se debe
dialogar, sino con representantes nombrados para eso, de los luchadores en
defensa del agua, como el Comando Unitario de Lucha, o los guardianes de las
lagunas que vinieron a Lima a exponer su posición y las autoridades no les
hicieron caso. Tuvieron y tienen miedo de escuchar a Milton Sánchez de Celendín
y a Edy Benavides de Bambamarca.
Los defensores del agua y de la vida
están ansiosos de ser escuchados y ninguna autoridad está dispuesta a hacerlo,
la Newmont ordena que ¡NO!
El día 6 de este mes el diario “La
República” publica la acción de protesta de los ronderos de El Alumbre y El
Tambo, quienes, por acuerdo democrático de la asamblea decidieron infringir un
castigo a servidores de la mina. Cuando fueron la fiscal y la policía ¡Horror!
Encontraron que el camino había sido bloqueado por los ronderos.
Pero no hablan del bloqueo permanente
de carreteras y caminos que hace la policía peruana al servicio de la empresa
extranjera, impidiendo el paso de cualquier peruano que quiera fotografiar los
desastres que ya está cometiendo Conga en la laguna El Perol e impidiendo a los
comuneros transitar entre sus comunidades.
Tampoco dicen de los atropellos
cometidos por la empresa y sus sirvientes, la policía y jueces peruanos, contra
la familia Chaupe que no quiso vender su terreno a la empresa, ni denuncian que
la visita a su parcela también está bloqueada para los peruanos. Por supuesto que
los vehículos que llevan la bandera roja y azul de la empresa extranjera tienen
el tránsito libre.
Ya sabemos cómo ha de ser encarado el
caso publicitado por “La República”: A pesar de los dispositivos legales que
autorizan la aplicación de lo señalado por las costumbres consuetudinarias de
justicia, siempre que no haya mutilación, el Poder Judicial se ha de poner, una
vez más, al servicio de los millones de la Newmont. No ha de tomar en cuenta
que fue la asamblea general la que dispuso y ha de procesar a los dirigentes.
Ese Poder Judicial que no ha castigado
con un solo día de prisión crímenes como el vertido de mercurio que mató y
sigue matando a los pobladores de Choropampa, la contaminación del agua de
Cajamarca, el asesinato de defensores del agua en Celendín y Bambamarca, entre
otros crímenes.
Ese Poder Judicial que ilegalmente se
arrodilló a las órdenes del Ejecutivo para disponer que los casos judiciales de
Cajamarca no se trataran en ese departamento sino en Chiclayo, para que así las
viudas de los asesinados y los encausados pobres no puedan ir a atender los
procesos. El pueblo peruano debe exigir el diálogo, debe exigir que se escuche
a los defensores del agua y de la vida. Así se enteraría de las maravillas que
destruiría Conga:
Un sistema natural hidráulico que ya
quisiéramos tener en otras alturas de la sierra peruana: Infinidad de lagunas y
lagunitas de todos los tamaños, pantanos, aguajales (agua dulce en el pasto),
arroyos que desaparecen en “tragaderos”. Esas aguas van por vías subterráneas a
brotar en más de 600 manantiales a diferentes alturas, dando vida a una
increíble variedad de flora y fauna, parte de la cual no existe en otro lugar.
Esos arroyos dan de beber agua limpia a
miles de campesinos que además la utilizan para una agricultura y ganadería
sanas que nutren saludablemente a la población peruana. El agua limpia continúa
su curso, por una parte hacia la costa para regarla y luego volcarse al Océano
Pacífico y por la otra se interna en la selva para verter sus aguas en el
Amazonas, el río más ancho y más largo del mundo que termina en el Océano
Atlántico.
La empresa y sus sirvientes hacen
tragar el cuento de que ese maravilloso sistema hidráulico natural será
sustituido por algo mejor, que dará más agua a los campesinos: Enormes estanques
de cemento que recogerán el agua de lluvia y, según ellos, en mayor cantidad de
la actual. Hay gente urbana ignorante que puede tragarse este cuento, pero los
campesinos de Cajamarca pueden ser analfabetos, pero bobos no son.
Saben que aunque fuese cierto que los
estanques que está construyendo (no se ha detenido el proyecto Conga) den más
agua, es imposible que sustituyan el sistema hidráulico natural que, como
repito, hace brotar más de 600 manantiales a diferentes alturas. Además conocen
muy bien a Yanacocha: Saben que ya mató dos lagunas: Yanacocha y San Juan.
Saben que convirtió el río Grande que daba agua a la ciudad capital del
departamento en cuatro tuberías de agua contaminada, cuya descontaminación no
la paga la empresa sino los usuarios. Saben que ya hizo un estanque con
capacidad de millones de litros y que no tiene ni una gota de agua.
El Estudio de Impacto Ambiental, que es
un documento farsante e ilegal, dice que matará cuatro lagunas: A dos de ellas
para sacar oro de abajo y a otras dos para convertirlas en basurales de
desechos venenosos.
Otro cuento que hacen tragar es el de
los millones que invertirán y que sacarían al Perú de la pobreza. No quieren
que el pueblo se entere de que servirán para comprar el molino de piedra más
grande del mundo, que no lo harán artesanos peruanos. Comprarán explosivos para
matar la naturaleza peruana y sustancias químicas que envenenarán el agua. Ese
dinero no vendrá al Perú.
La exigencia de verdadero diálogo por
parte del pueblo no sólo será una actitud de justicia de parte de la población
urbana, sino también en beneficio de su propia salud y de su propia vida; pues
la desaparición del pequeño campesino porque le roben el agua y la tierra, le
privará de los alimentos sanos que él le provee; entonces caerá en las garras
de la llamada “industria alimentaria”, a la que su voracidad por la ganancia le
lleva a envenenarnos con transgénicos y químicos.
El pueblo que no es sobornado por las
empresas depredadoras no tiene ninguna razón para defender la depredación. Le
corresponde defender el agua y la vida.
*Hugo Blanco Galdós es dirigente histórico de la izquierda y de la Confederación Campesina del Perú (CCP). Integró la Asamblea Constituyente de 1979 por la agrupación Frente de Izquierda Revolucionaria y fue candidato al Parlamento Andino por el Partido Socialista. Actualmente es editor del periódico mensual “Lucha Indígena”.
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