Los defensores de
los transgénicos y el nuevo estudio sobre daños en los cerdos
TOM LASKAWY
Sábado 22 de junio de 2013
Este es un artículo sobre el reciente
estudio que revela daños en los cerdos alimentados con transgénicos. Sólo una
advertencia, en contra de lo que dice Tom Laskawy, no se ha producido el
consenso del que habla sobre el estudio de Séralini con el maíz NK603 y
Roundup, diciendo que estuvo “mal concebido y fue mal ejecutado”.
GMWatch ha estado informando desde
septiembre de 2012 los apoyos que ha recibido este estudio desde diferentes
países. Hay más información sobre este asunto en el sitio webhttp://gmoseralini.org. Contestación a las
críticas realizadas al estudio de Séralini: https://noticiasdeabajo.wordpress.com/2012/09/23/respuestas-del-equipo-de-seralini-a-las-criticas-realizadas-a-su-estudio-sobre-el-maiz-transgenico/.
Nota de GMWatch. [Sobre este estudio se ha publicado en Viento Sur: Escándalo sanitario: un estudio pone
en jaque el futuro de 46 transgénicos en Europa yLos expertos rechazan el estudio de
Séralini. NdR]
Siéntese y respire profundamente. Tómeselo con calma.
¿Preparado? Voy a hablar de un nuevo estudio que sugiere que los alimentos
procedentes de los cultivos modificados genéticamente quizás no sean lo más
conveniente para nosotros.
¡Sé lo que está pensando!: ¿No hemos hablado de forma
repetida de este asunto ya? Ya el grupo industrial CropLife, ese que odia a la
primera dama estadounidense, Michelle Obama, ha realizado más de 150 estudios
científicos en los que se alimentaba a los animales con cultivos biotecnológicos
y, hasta la fecha, no hay evidencias científicas de ningún efecto perjudicial.
Usted recordará el reciente alboroto que se levantó
tras la publicación del estudio realizado por el científico francés Giles-Eric
Séralini, que encontró evidencias de que una dieta a base de maíz transgénico
producía tumores en las ratas. Los críticos inmediatamente plantearon
importantes cuestiones sobre el estudio y se produjo un consenso sobre lo mal
ejecutado y concebido de tal estudio. También varios científicos dijeron que
oponerse a los transgénicos es comparable, moralmente, a negar el cambio
climático.
¡Así que un nuevo estudio! ¿El affaire Séralini
revisitado? Echemos un vistazo.
Científicos australianos, que trabajaron en una granja
de Iowa y veterinarios de los Estados Unidos, estudiaron a 168 lechones que
fueron criados y engordados para su sacrificio. La mitad de los cerdos fueron
alimentados con pienso no transgénico y la otra mitad con un pienso que tenía
como base maíz y soja transgénica. Los investigadores dijeron que los piensos
transgénicos contenían varios tipos de granos modificados genéticamente,
comunes en la alimentación del ganado. Una de las semillas era resistente a los
herbicidas, por ejemplo, y otra desarrollaba sus propios pesticidas. (Una de las
críticas a los últimos ensayos de alimentación con transgénicos es que no se
reflejaban las prácticas reales de alimentación y que por lo tanto no podría
ser responsable de cualquier posible sinergia por exposición de los animales a
más de uno de los transgenes).
Los veterinarios examinaron a los cerdos una vez
sacrificados y no sabían si lo que exploraban era un cerdo criado por piensos
transgénicos o no. Los resultados, según informó la Agencia Reuters fueron:
“Los investigadores dijeron que no encontraron
diferencias observables entre los cerdos alimentados con una dieta que incluía
transgénicos y los que no, en ganancia de peso, índice de mortalidad y las
medidas bioquímicas en los análisis de sangre.
Pero los cerdos que consumieron una dieta con transgénicos
tenían una tasa más alta de inflamación estomacal severa: el 32% de los cerdos
alimentados con transgénicos, en comparación con sólo el 12% de los alimentados
con no transgénicos. La inflamación era peor en los machos alimentados con
transgénicos que en los alimentos con no transgénicos, con una diferencia en un
factor de 4; las hembras alimentadas con transgénicos tenían una inflamación
más severa en un factor de 2,2, frente a las hembras alimentadas con no
transgénicos. Además, las hembras alimentadas con transgénicos tenían un útero
que era un 25% más pesado que las hembras alimentadas con piensos no
transgénicos”.
¿Qué pensar de todo esto?
Algunos críticos al estudio, como el realizado por
Anastasia Bodnar, codirectora del grupo sin fines de lucro Biology Fortified,
dijo que hay un desacuerdo importante al no garantizar el estudio que el
alimento transgénico utilizado fuese equivalente al no transgénico. “Lo ideal
para estos estudios de alimentación es que se controlen los ambientes de
cultivo, las isolíneas genéticas y se hiciera un análisis de sus componentes”,
de modo que se pudieran haber aislado los efectos que se encontraron.
También se puede cuestionar la forma en la que los
investigadores analizaron los datos recogidos. Si bien es cierto que los
investigadores encontraron diferencias estadísticamente significativas en la
incidencia de inflamación grave del estómago entre los cerdos alimentados con
transgénicos y los que no, no se utilizaron técnicas que pudieran establecer
que los datos se dieran por casualidad. Un científico, ingeniero agrónomo y
estadístico, crítico muy a menudo con los estudios anti transgénicos, observaba
en un blog que las diferentes técnicas estadísticas habían encontrado
diferencias entre unos animales y otros.
Sin embargo, incluso los críticos del estudio
coinciden en que se llevó de una manera rigurosa y que los hallazgos son
interesantes y que vale la pena tenerlos en cuenta. Los investigadores, después
de todo, encontraron índices muy elevados de inflamación severa. Como autor
principal del estudio se encuentra Judy Carman, que señaló en una respuesta a
las críticas que todos los cerdos alimentados en condiciones comerciales
típicas sufren de inflamación estomacal. Pero la inflamación era más grave en
los cerdos alimentos con piensos transgénicos.
Pero en lugar de solicitar que se realice un nuevo
estudio independiente para contrastar lo obtenido en el estudio, los críticos
lo descartaron como “ciencia basura”, un estudio muy sesgado de Carman, quien
es profesora en la Universidad de Flinders en Australia del Sur. También dicen
que quien proveyó de pienso no transgénico fue el propio granjero, que es un
importante vendedor de alimentos no transgénicos. A pesar de que el estudio
estuvo financiado por el Gobierno australiano, no se puede considerar un grupo
de presión, o que pertenezca a la Industria Biotecnológica, para el caso. La
lección para los científicos que pudieran estar interesados en la alimentos con
cultivos transgénicos es que no merece la pena molestarse.
Ya he escrito sobre esta cuestión otras veces: cuando
los estudios están realizados por las empresas de Biotecnología, la mayor parte
de ellos, no se obtienen las mismas conclusiones. De hecho, los Organismos
Gubernamentales utilizan las conclusiones de estos estudios financiados por la Industria
para decidir su comercialización y por tanto convertirse en nuestros alimentos.
A raíz de la violenta reacción contra el estudio de
Séralini, Francois Houllier, director de la Agencia de Investigación Agrícola
de Francia, dijo en las páginas de Nature que había que realizar más
investigaciones sobre la alimentación con transgénicos:
“Creo que tenemos que financiar con fondos públicos
los estudios que analicen los factores de riesgo y beneficio de los cultivos
transgénicos. También necesitamos más estudios interdisciplinarios de los
alimentos modificados genéticamente, especialmente en su repercusión en la
salud de los animales y de los seres humanos…
En segundo lugar, la investigación siempre tiene que
cumplir con los estándares académicos adecuados. En mi opinión, cualquier
incumplimiento del rigor y la trazabilidad del trabajo científico… podría dar
lugar a una falta de confianza, obtener resultados inesperados. Este debe ser
un trabajo riguroso…
Como científicos, tenemos que estar al tanto de los problemas
sociales, incluso cuando hay una contradicción entre innovación y precaución”.
Estas son palabras de alguien que no rechaza de plano
la posibilidad de que los transgénicos no puedan producir daños. No es el caso
de los efectos nocivos de productos industriales: DDT, BPA, PCB, etc, etc,
etc). Existe un nuevo campo de estudio que es la Epigenética, que ha empezado a
explorar cómo nos pueden afectar las sustancias a las que nos exponemos. Y está
la noción de microbioma, que abre nuevas fronteras para la investigación.
Los críticos de los transgénicos son acusados de
anteponer su ideología a la Ciencia. Pero viendo las reacciones viscerales de
los defensores de los transgénicos ante cada nuevo estudio que se hace, lo
mismo se pudiera decir de estos. Como Michael Hansen, científico principal de
Consumers Union (el brazo político y de acción de Consumer Reports), dijo: “Es
algo que se debe tener en cuenta. Es consistente con otros hallazgos. Los
críticos de este estudio asumen que los transgénicos son seguros y derriban
cualquier estudio que demuestre lo contrario. Es una posición ideológica, no de
buenos científicos”.
Así que vuelva a respirar profundamente. Houllier
tiene razón. Necesitamos más rigor, pero también más estudios. Y gritando
contra cada científico que dice que los transgénicos no son la panacea que sus
defensores dicen que es, no es la mejor manera de conseguirlo.
Tom Laskaway es fundador y director
ejecutivo de Food & Environment Reporting Network y un escritor que
contribuye en Grist, que trata temas de alimentación y política agrícola. Sus
artículos también aparecen en The American Prospect, Slate, The New York Times
y The New Republic
13/6/2013
Thanks for sharing, nice post!
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