Una agricultura
sin campesinos
ESTHER VIVAS
Viernes 28 de junio de 2013
La Unión Europea parece estar empeñada en acabar con
el pequeño campesinado. Así se desprende de la reforma de la Política Agrícola
Común (PAC) aprobada anteayer en Bruselas. Unas medidas que benefician, una vez
más, a los grandes terratenientes y a la agroindustria, en detrimento de
aquellos que trabajan y cuidan la tierra.
Un solo dato: a pesar de que en el Estado español sólo
350.000 personas están dadas de alta como trabajadores en el campo, 910.000
reciben ayudas. ¿Quiénes son, pues, esos 560.000 perceptores de subvenciones
que no son campesinos pero sí reciben dicho dinero? El informe Una Política
Agraria Común para el 1%, de Veterinarios Sin Fronteras, lo deja
claro. Se trata de empresas de la agroindustria, grandes viticultoras,
supermercados y terratenientes. Sus nombres y apellidos: Pastas Gallo,
Nutrexpa, Osborne, Nestlé, Campofrío, Mercadona, la Casa de Alba, por sólo
mencionar los mayores beneficiarios.
Eso sí. Con la nueva PAC, ni aeropuertos ni
ferrocarriles ni campos de golf recibirán más ayudas agrarias. Imagino que el
robo, o desvío de fondos, resultaba demasiado escandaloso. Otros amigos de
Arias Cañete, en cambio, seguirán recibiendo cuantiosas subvenciones. A
destacar, su esposa, Micaela Domecq, terrateniente andaluza y propietaria de
Bodegas Domecq. Ya se sabe, quien parte reparte.
Como afirma el sindicato agrario COAG, en su valoración y
análisis de la reforma de PAC, "se corre el riesgo de
desmantelamiento de un sector, el agrario, estratégico para nuestra
economía". Algo que no es nuevo, pero que con las actuales
medidas no hace sino agudizarse. Hoy, menos del 5% de la población activa en el
Estado español trabaja en la agricultura, y una parte muy significativa son
personas mayores. Algo que, según los estándares actuales, es símbolo de
progreso y modernidad. Tal vez, tendríamos que empezar a preguntarnos con que
parámetros se definen ambos conceptos.
La agricultura campesina es una práctica en extinción.
Anualmente, miles de fincas cierran sus puertas. Sobrevivir en el campo y
trabajar la tierra no es tarea fácil. Y es que quiénes más salen perdiendo en
el actual modelo de producción, distribución y consumo de alimentos son,
precisamente, aquellos que producen la comida. La renta agraria se situaba en
2007, según la COAG, en un 65% de la renta general. Su empobrecimiento es
claro. Avanzamos hacia una agricultura sin campesinos.
Y, si estos desaparecen, ¿en manos de quién queda
nuestra alimentación? Creo que la respuesta es clara: en manos de un puñado de
empresas de la agroindustria y la distribución que controlan cada uno de los
eslabones de la cadena alimentaria, desde las semillas hasta el producto final.
Cargill, Monsanto, Syngenta, Dupont, Procter & Gamble, Nestlé, Kraft,
Mercadona, Eroski, Carrefour, Alcampo, El Corte Inglés... son quienes,
finalmente, nos dan de comer. Y, así nos va.
Publico.es, 28/06/2013.
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