El diario colombiano El
Tiempo prendió la señal de máxima alerta. En su nota editorial del 17 de mayo
señalaba cómo la humanidad había cruzado un umbral peligroso.
Un límite que nos pondría en extremo riesgo y que nunca se debió haber
traspasado. De acuerdo con el medio capitalino, la Agencia Nacional Oceánica y
Atmosférica de Estados Unidos (Noaa), advertía acerca de que la concentración
de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera habría alcanzado un nuevo récord en
la historia de las mediciones: 400 partes por millón de moléculas, cifra que
nos pondría ante un cambio climático de consecuencias impredecibles y, sobre
todo, preocupante. Se trataría del nivel más alto desde hace tres millones de
años.
Explica el editorial que, según la misma agencia norteamericana,
arriesgarnos a superar incluso las 350 partes por millón ya representaba un
riesgo. Habríamos estado jugando con fuego desde hace rato y era lógico que
termináramos quemándonos. Ahora, entraría la especie humana a una ‘zona de
peligro’ y lo haría con la certeza de que las cosas no van a cambiar a corto
plazo. Por el contrario, ya se calcula que en un cuarto de siglo habrá 450
partes por millón de CO2 en la atmósfera.
La causa de este sombrío panorama habría sido una sola: el uso incontrolado
de petróleo, gas y carbón. Las tragedias -subraya el editorial- seguramente se
reflejarán en naciones en desarrollo como Colombia -cada vez más sujetas a
desplazamientos-, en calamidades por enfermedades relacionadas con la
contaminación y por vivir en infraestructuras continuamente vulnerables y
tardíamente adaptadas a nuevas inundaciones o sequías prolongadas, a lo que
habría que sumar la pérdida de un tercio de la población de animales y de más
de la mitad de las plantas en la tierra.
Concluye el editorialista que el principal obstáculo para afrontar el
problema y atenuar las consecuencias de algo que ya es inevitable radica en que
ni la gente ni quienes toman decisiones se sienten aún en riesgo.
No obstante la nota editorial se cuida de identificar plenamente a los
verdaderos responsables de tan apocalíptica perspectiva. ¿Por qué no moverse
hacia el uso de energías renovables cuyo potencial técnico, según expertos
internacionales, bastaría para cubrir más de 10 veces las necesidades de la
humanidad?
La verdadera razón radica en que para el capital transnacional los recursos
fósiles siguen siendo más rentables dado que las reservas mundiales aún no
explotadas de petróleo, carbón y gas figuran en el activo en el balance de las
empresas multinacionales.
El compromiso indisoluble de los gobiernos de las principales potencias y
de algunos países “emergentes” con los intereses económicos del capital
trasnacional, permite explicar a la ciudadanía mundial el fracaso de las
cumbres convocadas precisamente para conjurar la amenaza del “cambio climático”
extremo. Permite comprender, a su vez, tanto el lánguido resultado derivado del
acuerdo de Kioto, no obstante sus limitados objetivos en materia de reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero, como el estruendoso fracaso de las
recientes cumbres de Copenhague, Cancún, Doha y Río+12.
Publicada por
RAMIRO GÁLVEZ ALDANA
Diario El Nuevo Dìa Ibaguè
Junio 17 de 2013
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