“La tierra y las mujeres no somos territorios de conquista”. “Nosotras
somos ricas, tenemos lo que quieras del territorio: cazamos y pescamos, y hay
toda clase de hortalizas. ¿Qué pobres vamos a ser? No tener naturaleza es ser
pobre”
Testimonios recogidos en “La vida en el
centro y el crudo bajo tierra: El Yasuní en clave feminista” [1]
La defensa de la política extractivista se
desenvuelve en un discurso que mezcla una serie de desafíos realmente
existentes, con todo un juego retórico plagado de omisiones, desactivaciones
simbólicas de campos de poder y valor, y mitificaciones históricas ―en la
cuales el “desarrollo” es pilar fundamental―, que en su conjunto ofrecen una
conclusión profundamente conservadora, pero que en ningún modo es cierta: no
hay alternativas más allá del extractivismo.
El circuito de acumulación en los
capitalismos extractivos se desarrolla como un proceso metabólico, que intenta
capturar, dominar, destruir y/o cooptar todas las formas territoriales de
reproducción de la vida para subsumirlas al patrón macro-energético hegemónico.
En este sentido, a lo largo de los procesos que constituyen este circuito de
acumulación, se van construyendo justificaciones que puedan legitimar cada fase
de este modo de explotación capitalista sobre las subjetividades y la
naturaleza. Es necesario atender a estas fases para intentar evidenciar cuáles
son estas omisiones, desactivaciones y mitificaciones contenidas en el discurso
extractivista.
En Teoría económica del
capitalismo rentístico de Asdrúbal Baptista, uno de los clásicos de la
literatura petrolera venezolana, el autor destaca que la especificidad del
capitalismo rentístico radica en el hecho de que su estructura abarca desde el
inicio un doble ámbito espacial, un doble ámbito territorial [2]. En esta
dualidad geográfica, el origen de la renta petrolera es de escala internacional
―determinada por la lógica de la División Internacional del Trabajo―, y el
destino de ésta, estaría enmarcado en una escala nacional, teniendo entonces al
Estado como la interfaz de estos dos procesos.
La propuesta de Baptista nos sirve como
referente para analizar en estos dos ámbitos, los diferentes argumentos y
epistemes que se proponen para justificar la expansión del extractivismo: un
primer momento, la captación de una renta internacional de la tierra - RIT
(origen); y un segundo momento, la distribución de la misma (destino). Sin
embargo, es necesario hacer previamente un par de salvedades al respecto:
a) La separación que propone Baptista
sobre una escala “internacional” y una escala “nacional” es insuficiente para
comprender las diversas dinámicas transterritoriales que constituyen el proceso
capitalista de acumulación en el extractivismo. El elemento sobre el que se
enfoca Baptista, el origen de la RIT, otorga centralidad a los flujos de esta
forma de valor monetaria, haciendo pasar a un segundo plano el hecho de que el
origen de la riqueza es territorial. Esto nos lleva a que, antes que atender
únicamente a la captación de la RIT, nos enfoquemos primordialmente en el
proceso capitalista de extracción que se realiza en el territorio, en la
desterritorialización colonial que genera el capital, en la reconfiguración y
reordenamiento político que se produce en dicho espacio geográfico a raíz de
este proceso extractivo.
b) En este mismo sentido, respecto al
proceso de distribución de la RIT, el carácter “nacional” de la misma se ha
desdibujado muchísimo en la globalización neoliberal, generándose en numerosas
ocasiones procesos de regionalización del capital que trascienden las fronteras
de los Estados-nación, y mecanismos “informales” que desbordan los canales
tradicionales de estos procesos, como el caso de la economía extractiva de
frontera en Venezuela (contrabando) [3] . Esto, por supuesto, sin
contar con los mecanismos globales de redistribución del excedente (regulares y
fraudulentos) hacia los núcleos hegemónicos de la economía-mundo capitalista.
Primer momento: el proceso capitalista de
extracción y el origen de la RIT
En nombre del “desarrollo”, el “progreso”,
el fin de la dependencia y la lucha para salir de la pobreza, los diversos
discursos extractivistas nos proponen que debemos sacar más y más de la
naturaleza, ampliar cada vez más los proyectos extractivos en número e
intensidades, para así obtener mayores dividendos monetarios y posteriormente
alcanzar tales grandes objetivos.
Por citar algunos ejemplos, en México el
presidente Enrique Peña Nieto afirmaba que la promulgación de los reglamentos
de la Reforma Energética de fines de 2013 marca el inicio de una nueva era de
desarrollo y crecimiento económico en el país [4] ; en el marco de la
extraordinaria expansión del extractivismo sojero en Argentina, la presidenta
de ese país, Cristina Fernández de Kirchner, inauguraba a fines de abril la
planta de procesamiento de soja más grande del mundo, alegando que se trata del
desarrollo de "una industria de punta para agregar valor a la materia
prima (…) y podamos seguir agregando valor al producto del sector
agropecuario" [5] ; y en Perú, Ollanta Humala ha
defendido el Proyecto minero Conga (Cajamarca), pues “la población necesita
ver que los proyectos económicos que se desarrollan en sus territorios los
benefician directa y concretamente”, incluyendo la supuesta posibilidad de
garantizar “más agua y de mejor calidad ” [6] ;
argumentos éstos muy similares a los planteados por los gobiernos
“progresistas” de Rafael Correa respecto al petróleo en el Yasuní [7] ,
o Evo Morales en relación al TIPNIS [8] .
En todos estos casos, el consenso
extractivista está determinado por un fetiche constitutivo de la racionalidad
desarrollista, basado en una idea obsesiva de que el supremo objetivo social es “crear
valor”, o bien captarlo como renta, reproducirlo y expandirlo. En realidad esto
significa que lo que el mercado mundial capitalista considera como útil, válido
y valioso, debe reproducirse de manera acumulativa, exponencial e indefinida,
siendo que esta dinámica crecentista y reproductiva del capital fluye fundamentalmente
en la forma dinero. Esta concepción particular del valor se sostiene sobre
varios pilares:
Ø Su sentido se reproduce desde una
pretensión de universalidad, de objetividad (en la medida en
la que aspira a ser equivalencia absoluta de una serie de “materialidades”) y
de un perfil profundamente economicista, por lo cual hablamos de un patrón
colonial del valor, que coloniza a otros valores existentes, que invisibiliza,
subsume o marginaliza toda una red de procesos de interacción e intercambio metabólicos
de escala molecular, de sentidos simbólicos y afectivos, que en este caso deben
ceñirse a este patrón hegemónico para tener validez.
Ø Desde esta perspectiva, la naturaleza en
sí no representa ni reproduce valor. Por esto, la existencia de un territorio
no intervenido por la modernización capitalista, tal y como está,
obstaculizaría la reproducción de capital, es improductivo, parasitario,
incivilizado; es « espacio vacío » – vacío de valor – . Esto tiene dos
implicaciones políticas importantes: una, es que si la producción del valor se
centra en el trabajo, la tierra (naturaleza) está por tanto condenada a ser
objeto de renta (rentístico); la otra implicación es que la creciente
devastación ambiental producto del desarrollo capitalista, no es contabilizada
en ninguna medida como pérdida valor – más bien este proceso destructivo es la
base material para este tipo de “creación de valor” – .
Ø Los procesos permanentes de «
acumulación originaria », que se han desplegado y continúan haciéndolo por
múltiples territorios en todo el planeta, encarrilan, someten, o destruyen
también un enorme y muy diverso mosaico de cosmovisiones y culturas ancestrales
o endógenas, y sus diferentes metabolismos y universos de valor, a favor de la
estructura universalizante de este patrón colonial de poder.
De esta forma, ante este discurso
extractivista que propone que debemos captar más valor (como renta, a partir de
la expansión de los proyectos extractivos), y crearlo sostenidamente
(sustitución de importaciones, « sembrar el petróleo » para el caso venezolano,
o la « industrialización de la naturaleza » como lo proponen los teóricos de la
UNASUR), es necesario preguntarse: ¿cuál es el saldo socioambiental final que
deja este proceso, que va desde la desterritorialización que produce el
proyecto extractivo, hasta la transformación de la naturaleza en mercancía, y
luego en renta?
Si se hacen emerger las omisiones y
desactivaciones simbólicas de otros campos de valor, ocultos por estos
discursos desarrollistas y extractivistas, reformulando las cuentas que nos
ofrecen como “evidencia” de su verdad, toma más claridad lo profundamente
pernicioso que es intensificar este modelo de desarrollo capitalista.
En este sentido, planteamos que hay un
valor ontológico en la naturaleza, no sólo en la medida en la que se considere,
desde una visión antropocéntrica, a la misma como un activo (bienes comunes
accesibles a todos los humanos) que debe ser contabilizado como pérdida cuando
se destruye ― como lo propusiera el experimento chino del «PIB verde», abortado
rápidamente en 2006 [9] ―, sino también en el propio sentido de ser
de la vida y la reproducción misma de sus ciclos. Este valor ontológico de la
propia vida (el bios), constituye todos los procesos de reproducción
socio-metabólicos y sus formaciones de valor. De ahí que propongamos el
concepto de « valor-vida » .
Si lleváramos pues, el «valor-vida» al
metalenguaje económico, y consideramos los bienes comunes naturales como un
activo, el balance ecológico después de cada proceso extractivo capitalista, e
incluso, desde una perspectiva transterritorial, después del “desarrollo” y la
modernización territoriales (como las expansiones urbanas o modernizaciones
agrícolas), sería sumamente negativo en términos de “pérdidas y ganancias”,
siendo importante también resaltar que la reconfiguración metabólica de los
territorios por parte del capital implica una síntesis indivisible entre la
devastación ambiental que deja, y la desigualdad social que produce, en
beneficio primordialmente de sus administradores [10] .
Si asumiéramos esta nueva
eco-contabilidad, sería sumamente problemático hablar de un proceso puro de
creación de riqueza. Es verdaderamente absurdo convertir el «valor-vida» en un
commodity, afectando masivamente fuentes de agua potable, para luego
vanagloriarnos de una alta captación de RIT y de un gran crecimiento del PIB,
que nos permitirá poder comprar muchas unidades de agua embotellada. Lo que
tenemos como saldo final de estos ciclos extractivos es un notable incremento
de la pobreza del «valor-vida»; una expansión de la cantidad de sujetos
dependientes desvinculados de su relación directa con los bienes comunes, pero
que ahora vivirán en ciudades y se tomarán tazas de café que requieren en todo
su proceso de producción usar hasta unos 140 litros de agua para cada taza [11] ;
y un ciclo de acumulación de dinero-renta para comprar productos importados,
que tarde o temprano va a entrar en una fase contractiva.
De esta forma, más que asumir que este es
un proceso de “creación de riqueza”, la transfiguración de la naturaleza en
dinero conlleva en cambio a una alienación de la riqueza. De ahí que esta
transformación material, metabólico/territorial, y de las sociabilidades que
produce el extractivismo, arroje los nefastos resultados ya conocidos, que se
intentan atenuar con la incumplible promesa de un futuro “desarrollo” para
todos. El discurso pro-extractivista omite toda esta reconfiguración metabólica
sobre la base de una política monetaristocéntrica.
Los cuestionamientos aquí planteados,
hacen parte de una disputa político-cultural, y tienen varias implicaciones
programáticas en los términos de construir alternativas a los capitalismos
extractivos rentísticos y el “desarrollo”:
Ø En todas las escalas espaciales sobre
las que se debe operar para impulsar transiciones post-extractivistas y
post-capitalistas, es fundamental una política no monetaristocéntrica, o no
centrada principalmente en la forma dinero. Hablamos entonces de ampliar la
reproducción de la riqueza por apropiación social de procesos [12] ,
que persiga vencer la intermediación que se instituye en el proceso de
alienación de la riqueza anteriormente descrito, y que se puede proyectar tanto
a las políticas públicas, como a las estrategias de los movimientos sociales y
organizaciones populares, en pro de construir tejido autogestionario.
Ø En este sentido, la reivindicación y
defensa del «valor-vida» nos lleva a las peticiones y exigencias de moratorias
de numerosos proyectos extractivos y desarrollistas en toda América Latina ― el
Yasuní en Ecuador es tal vez el más emblemático en la región ― , que no
responden a las necesidades de la población, sino primordialmente del mercado
capitalista mundial y las élites nacionales que se enriquecen de éstas. En el
caso de Venezuela, el llamado «Arco Minero de Guayana» es un proyecto de este
tipo ― siendo que la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Amazonia y
el antropólogo Esteban Emilio Mosonyi han solicitado su moratoria ― , al igual
que los planes de expansión de la explotación carbonífera en la Sierra de
Perijá (Estado Zulia), e inclusive zonas ecológicamente más sensibles en la
Faja Petrolífera del Orinoco, que la Red de Alerta Petrolera Orinoco Oilwatch,
con Francisco Mieres entre sus integrantes, propusiera en 2004 que no se
explotaran [13] .
Ø El impulso de un proceso de reproducción
de la riqueza por apropiación social de procesos supone
entonces la expansión del sector común, respecto a los sectores
público y privado, lo que debe ir imperiosamente de la mano del reconocimiento
de formas de autogobierno territorial y la mixtificación de las formas de
propiedad, en pro y defensa de la reproducción de esos valores-vida existentes,
que van más allá de la hegemonía de la riqueza monetarizada.
Ø La promoción de nuevos eco-indicadores
para la transición en varias escalas, que logren descentralizar los procesos de
reproducción del valor, y que al mismo tiempo puedan servir para modificar
radicalmente la lógica colonial que constituye las relaciones socio-metabólicas
reinantes en el sistema capitalista.
Ø Si el origen de la riqueza está en el
territorio, y si reconocemos que un proceso de transformación profunda no va a
ser impulsado por el Estado ― y en cambio éste podría tratar de frenarlo ― ,
surge la pregunta: ¿deben los movimientos sociales disputarse principalmente la
renta con los administradores del capitalismo rentístico, o en cambio dirigir
su mirada fundamentalmente hacia los territorios y los bienes comunes? La
globalización de la lógica popular deloccupy, practicada tanto por los
movimientos urbanos en todo el mundo (indignados, OWS), como por pueblos
campesinos (MST-Brasil) e indígenas (recordemos al cacique Sabino Romero y los
yukpa ocupando haciendas en la Sierra de Perijá en Venezuela) evidencian
disputas territoriales en el campo del «valor-vida», donde se origina la
mercantilización de la naturaleza, la RIT y donde se ejerce directamente el
poder neocolonial.
Segundo momento: el destino de la RIT y el
proceso capitalista de su distribución
El discurso defensor del extractivismo nos
propone que, ante los flagelos de la pobreza, de la dependencia y el llamado
“subdesarrollo” debemos profundizar este modelo, sin atender al hecho de que,
antes que expandir los proyectos extractivos y ampliar la renta captada, es
necesario revisar cómo se distribuye la misma. Y no sólo se hace referencia a
tener balances positivos y cuentas saneadas, o bien distribuir la renta de
manera más equitativa, sino también a reconocer que los diversos mecanismos de
distribución de la RIT generan territorialidades, espacialidad,
institucionalidades, procesos metabólicos determinados, relaciones de poder y
formas de producción de subjetividad e interacción social, acordes a los
requerimientos biopolíticos de este modelo de acumulación de capital.
Esto por supuesto implica que, dependiendo
de los sentidos y lógicas que atraviesan estos procesos de distribución,
podrían disputarse y reconfigurarse nuevas producciones de la política y la
territorialidad, que apunten claramente hacia formas de transición
post-extractivistas. Surgen entonces varias preguntas: ¿qué formas de
producción están estimulando y desestimulan estos mecanismos existentes en
nuestros países? ¿Qué estilos de vida promueven? ¿Qué formas de valor
prevalecen? ¿Qué tipo de ordenamiento territorial dispone, qué tipo de patrones
energéticos? ¿Beneficia a una descentralización o a una concentración del
poder? ¿Impulsa una mercantilización de la naturaleza, o bien abre caminos a la
gestión popular de los bienes comunes? ¿Qué horizontes emancipatorios se
podrían trazar desde otras lógicas distributivas?
A modo ilustrativo, existen algunos
ejemplos que se podrían revisar: los investigadores Pablo Iturralde y Eduardo
Pichilingue del Centro de Derecho Económico y Social (CDES), muestran que si se
aumentara la carga tributaria 1,5% más de lo actualmente registrado, sobre las
ventas de los 110 grupos económicos más poderosos en Ecuador, se obtendrían
alrededor de 20 mil millones de dólares en un período similar a la de la
explotación petrolera de 25 años en el Yasuní-ITT [14] , lo cual da
aún más sentido a la moratoria exigida para ese territorio, ahora con un
argumento que se propone desde el campo de la redistribución de la renta. Otro
ejemplo es el del precio
de la gasolina en Venezuela, la más barata del mundo, que no sólo le
genera pérdidas al Estado venezolano, sino que promueve estilos de vida y
patrones de consumo que para el caso del país caribeño son notablemente
intensivos respecto al resto de países de la región (¿a quiénes beneficia ese
subsidio en el país?), y que desestimula otras posibles alternativas [15] .
Aunque el discurso y la política oficial,
y en general la retórica de los partidos políticos insiste en que no hay
alternativas al extractivismo, nada más falso que esto. Numerosas experiencias
populares que muestran que sí es posible la vida sin extractivismo, junto con
la urgencia tanto de la crisis ambiental global, como de la propia crisis del
sistema capitalista, y sus consecuencias para una América Latina que se
encuentra en una encrucijada, ponen de manifiesto el doble ámbito de esta
disputa política-cultural para los movimientos sociales: el territorio y la
institucionalidad.
Caracas, noviembre de 2014
*Emiliano Teran Mantovani es
investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos CELARG
Fuentes consultadas
- BAPTISTA, Asdrúbal. Teoría
económica del capitalismo rentístico. Banco Central de Venezuela. Caracas,
Venezuela. 2010.
- COLOMINE, Feijoo. Lo que no dijo
Últimas Noticias sobre el contrabando que azota las fronteras venezolanas.
Aporrea. 25/08/2014. Disponible en:http://www.aporrea.org/contraloria/a193849.html .
Consultado: [27/08/2014].
- DECLARACIÓN del encuentro de mujeres
frente al extractivismo y al cambio climático. Quito, 14 de octubre de 2014.
Disponible en:http://territorioyfeminismos.org/2014/10/15/encuentro-de-mujeres-frente-al-extractivismo-y-al-cambio-climatico/ .
Consultado: [15/10/2014].
- EFE. Peña Nieto: reglamentos de
reforma energética abren paso a era de crecimiento. 3 de Noviembre de 2014.
Disponible en:http://www.caracol.com.co/noticias/economia/pena-nieto-reglamentos-de-reforma-energetica-abren-paso-a-era-de-crecimiento/20141103/nota/2491067.aspx .
Consultado: [9/11/2014].
- EL TELÉGRAFO. Correa se
compromete con waoranis a extracción responsable del Yasuní . 17 SEP
2013. Disponible en:http://www.telegrafo.com.ec/noticias/informacion-general/item/correa-se-compromete-con-waoranis-a-extraccion-responsable-del-yasuni.html .
Consultado: [9/11/2014].
- HERNÁNDEZ, Rafael A. La economía
se desangra por la frontera . Últimas Noticias.
21/09/2014. Disponible en:http://www.ultimasnoticias.com.ve/noticias/actualidad/economia/infografia--la-economia-se-desangra-por-la-fronter.aspx .
Consultado: [24/09/2014].
- HUMALA Tasso, Ollanta. Pronunciamiento
del Presidente de la República, Ollanta Humala Tasso, sobre el proyecto minero
Conga . Presidencia de la República del Perú. Sin fecha. Disponible
en: http://www.presidencia.gob.pe/pronunciamiento-del-presidente-de-la-republica-ollanta-humala-tasso-sobre-el-proyecto-minero-conga .
Consultado: [9/11/2014].
- LA HORA. Presentan alternativas
a la explotación del Yasuní-ITT. 19 de Septiembre de 2013.
Disponible en:http://www.lahora.com.ec/index.php/noticias/show/1101565476/-1/Presentan_alternativas_a_la_explotaci%C3%B3n_del_Yasun%C3%AD-ITT.html#.VGFGXnDZU0R .
Consultado: [9/11/2014].
- PÁGINA Siete. Evo promete mayor
desarrollo en TIPNIS . D omingo, 27 de abril de 2014. Disponible en:http://www.paginasiete.bo/sociedad/2014/4/27/promete-mayor-desarrollo-tipnis-20006.html .
Consultado: [9/11/2014].
- RED Alerta Petrolera Orinoco Oilwatch. El
conflicto petrolero venezolano y sus implicaciones ambientales. Ecoportal.
15/01/04. Disponible en:http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Energias/El_conflicto_petrolero_venezolano_y_sus_implicaciones_ambientales .
Consultado: [9/11/2014].
- TELAM. Cristina inauguró la
planta de procesamiento de soja más grande del mundo . 21.04.2014.
Disponible en:http://www.telam.com.ar/notas/201404/60230-cristina-inauguro-la-planta-de-procesamiento-de-soja-mas-grande-del-mundo.html .
Consultado: [09/11/2014].
- TERAN Mantovani, Emiliano. Las
espirales del debate sobre extractivismo y los nuevos tiempos. Rebelión.
09-09-2014. Disponible en:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=189388 .
Consultado: [09/09/2014].
- TERAN Mantovani, Emiliano. La
crisis del capitalismo rentístico y el neoliberalismo mutante (1983-2013) .
Rebelión. 21/10/2013. Disponible en:http://www.rebelion.org/docs/175965.pdf .
Consultado: [21/10/2013].
- TERAN Mantovani, Emiliano. Del
debate del precio de la gasolina a los primeros pasos de una transición
post-rentista. ALAI, América Latina en Movimiento. 19 de diciembre de 2013.
Disponible en: http://alainet.org/active/69954 .
Consultado: [19/12/2013].
- WATER Footprint Network. Product Water
Footprints. 2014. Disponible en: http://www.waterfootprint.org/index.php?page=files/CoffeeTea .
Consultado: [09/09/2014].
- WIKIPEDIA. PIB verde.
Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/PIB_verde .
Consul tado: [09/11/2014].
[1] Tomado de: Declaración del
encuentro de mujeres frente al extractivismo y al cambio climático. Quito, 14
de octubre de 2014.
[2] BAPTISTA, Asdrúbal. Teoría
económica del capitalismo rentístico. p.20
[3] Este tipo de flujos extractivos,
en muy buena medida de carácter delincuencial, evidencian las complejas
dinámicas de los sistemas extractivistas, sobre todo en el marco de un
conflicto de disputa geopolítica territorial y por los llamados “recursos
naturales”. La incidencia negativa que ha tenido este fenómeno en la estructura
del capitalismo rentístico venezolano ha sido de tal magnitud, que intensifica
la sed de divisas y productos importados propia del modelo, presionando aún más
a un redimensionamiento del sistema, por lo que sin duda creemos que este fenómeno
hace parte también de los análisis sobre extractivismo. Son también, operaciones
de extracción. Sobre los fenómenos de economía extractiva en la frontera
colombo-venezolana, véase: HERNÁNDEZ, Rafael A. La economía se desangra
por la frontera . COLOMINE, Feijoo. Lo que no dijo Últimas
Noticias sobre el contrabando que azota las fronteras venezolanas.
[4] Cfr. EFE. Peña Nieto:
reglamentos de reforma energética abren paso a era de crecimiento.
[5] Cfr. TELAM. Cristina
inauguró la planta de procesamiento de soja más grande del mundo.
[6] HUMALA Tasso, Ollanta. Pronunciamiento
del Presidente de la República, Ollanta Humala Tasso, sobre el proyecto minero
Conga.
[7] Cfr. EL TELÉGRAFO. Correa
se compromete con waoranis a extracción responsable del Yasuní.
[8] Cfr. PÁGINA Siete. Evo
promete mayor desarrollo en TIPNIS.
[10] Cfr. TERAN Mantovani, Emiliano. Las
espirales del debate sobre extractivismo y los nuevos tiempos.
[11] Cfr. WATER Footprint Network. Product
Water Footprints. El país referencia para esta medida es Holanda. La medida
es buena referencia para los territorios estructurados en torno a los «modos de
vida imperial», que pueden estar también en las grandes ciudad de los países
del Sur Global.
[12] Cfr. TERAN Mantovani, Emiliano. La
crisis del capitalismo rentístico y el neoliberalismo mutante (1983-2013).
[13] Cfr. RED Alerta Petrolera
Orinoco Oilwatch. El conflicto petrolero venezolano y sus implicaciones
ambientales.
[14] Cfr. LA HORA. Presentan
alternativas a la explotación del Yasuní-ITT.
[15] Sobre esto, véase: TERAN
Mantovani, Emiliano. Del debate del precio de la gasolina a los
primeros pasos de una transición post-rentista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario