Elementos de reflexión alimentados por la
experiencia asiática y presentados al Comité Internacional de la Cuarta
Internacional en 23 de febrero de 2014
Al igual que muchos otros movimientos
dedicados a la solidaridad con las personas afectadas por los desastres
humanitarios, decidimos tener en cuenta, como elemento central, la magnitud de
los desastres naturales (sean o no de origen humano) después del tsunami que
golpeó el Océano Índico en 2004. Al año siguiente, Nueva Orleans (Estados
Unidos) fue devastada por el huracán Katrina; seguido
por un terremoto al norte de Pakistán y Cachemira.
Con este contexto, presenté un primer
informe en 2006 para introducir un debate sobre estos desastres, tratando
entonces, como parte de la situación mundial, los fundamentos sociales de la
"política de ayuda "implementada por los poderes establecidos,
abriendo la discusión sobre nuestras propias responsabilidades y tareas en esta
esfera [1].
Este informe demostró que, en particular,
la solidaridad prestada por las organizaciones progresistas "sobre el
terreno" fue eficaz tanto en situaciones de urgencia como a largo
plazo. En caso de emergencia, especialmente, utilicé el ejemplo de
Pakistán, donde las primeras casas "duras" reconstruidas en Cachemira
en una zona devastada por el terremoto habían sido promovidas por la campaña de Labour Education Foundation y el Labour
Party Pakistán. A largo plazo, me referí en particular a los esfuerzos del AREDS, en Tamil Nadu (India), donde se movilizaron los Dalits (intocables) y los pescadores
conjuntamente, por encima de las barreras de las castas, y donde los barcos
reconstruidos en las aldeas costeras se convirtieron en propiedad colectiva de
las mujeres: la reconstrucción no debe hacerse "a la idéntica" -
reproduciendo las desigualdades del pasado -, sino "mejor",
fortaleciendo la solidaridad popular y la lucha contra la dependencia.
Reconstruir "mejor" es una
lucha. En efecto, lejos de reducir las desigualdades sociales y la
opresión, provocadas por las catástrofes humanitarias, los ricos buscan aprovecharse
de la dependencia y el impacto sobre las poblaciones afectadas. El
desarrollo de complejos turísticos en lugar de aldeas borradas del mapa por el
tsunami proporciona un ejemplo clásico. Una solidaridad internacional
"pueblo a pueblo" "movimiento a movimiento" permite, en cambio,
ayudar a la clase obrera en una mejor defensa de sus derechos en todas las
etapas, desde la ayuda de emergencia hasta la reconstrucción (hábitats,
conciencias, economía…).
Ocho años han pasado desde aquel primer
informe, con una nueva acumulación de experiencias. Las conclusiones políticas
parecen confirmarse. Sin embargo, es importante volver hoy sobre la
evolución reciente y las cuestiones pequeñas que no se abordaron en el informe
de 2006, en particular, en lo que respecta a las reglas de la acción
humanitaria.
I. Algunos acontecimientos recientes
Observamos entre los acontecimientos
recientes:
La extensión y el agravamiento de las
condiciones climáticas extremas
El tifón Haiyan (Yolanda) que azotó
Filipinas en 2013 es el peor ciclón que tocó tierra jamás registrado. Debe
configurarse como de clase 6 (clasificación internacional) o de clase 5
(clasificación de Filipinas) –ahora bien, estos niveles no existían, siendo el
5 (ó 4 en las Filipinas) la clase más alta. Esto implica un nuevo
fenómeno.
El calentamiento global provoca un aumento
de la temperatura media del agua, y por lo tanto su nivel - y en consecuencia
la gravedad media de las inundaciones de origen marino a lo largo de la
costa. Así, la elevación del nivel de agua se combina con el poder de los
vientos (con rachas superiores a 300 km/h) para causar la destrucción de una
magnitud poco común en el centro de Filipinas.
Los fenómenos meteorológicos extremos no
se limitan al sur. Este invierno, en Francia y Gran Bretaña han padecido
una sucesión muy inusual de tormentas (con rachas superiores a 150 km/h),
causando la destrucción costera y repetidas inundaciones. En los Estados
Unidos, por su parte, han conocido regiones la sequía y olas de frío
excepcional (en contraposición al invierno templado en Europa occidental).
La interacción de los desastres
"naturales" con otros desastres socio-humanitarios
Sabemos desde hace tiempo que el caos
climático empeorará muchos conflictos, sobre todo por el control del
agua. Volvamos sobre tres ejemplos recientes que ilustran hasta qué punto los
desastres naturales pueden causar (o combinarse con) otros desastres sociales y
humanitarios.
El ejemplo más dramático, por supuesto, se
dio en el noreste de Japón, donde, en 2011, en un contexto de irresponsabilidad
y falta de preparación de los lobbies industriales y el gobierno, un terremoto
seguido de un tsunami devastador fue el detonante del desastre nuclear de Fukushima, el más grave desde
Chernobyl.
Recordemos que muchas plantas nucleares
fueron construidas a lo largo de la costa o en zonas sísmicas...
Una parte importante de Bangladesh se ve
amenazada por inundaciones, especialmente relacionadas con las tormentas
tropicales. Los refugiados climáticos, expulsados de sus aldeas, ya son
numerosos. Los flujos migratorios, incluyendo los transfronterizos,
aumentan en un contexto de crisis social que promueve tensiones entre
comunidades en la India y Bangladesh.
En Filipinas el tifón Haiyan (Yolanda) ha afectado a millones de
familias. Las áreas afectadas se encontraban entre las más pobres del archipiélago
y las poblaciones pueden sumergirse en una mayor pobreza estructural
insostenible. Muchos refugiados climáticos también han viajado a la
capital, a Cebu o Mindanao, estimulando el
chabolismo. Se pide un esfuerzo adicional a los trabajadores filipinos emigrantes
-con o sin papeles- en muchos países, pues están enviando una gran cantidad de
dinero a sus familias. La onda del impacto social de un fenómeno
meteorológico extremo a gran escala puede extenderse más allá del área
directamente afectados.
Los países del Norte tienen en general más
capacidad para afrontar los desastres climáticos y limitar la propagación de
sus efectos sociales. Pero con el aumento de la pobreza en estas sociedades y
la reducción drástica de los medios atribuidos a las políticas públicas de
solidaridad, existe una preocupación en esta área de una "Tercera
Mundialización" de Europa o Estados Unidos...
El capital, de la inacción a la acción
negativa
Frente a la crisis ecológica mundial,
continúan como si no hubiera pasado nada -esto es la filosofía de los lobbies
capitalistas y los gobiernos a sus órdenes. Si hubiera acción, sólo se
referiría a los márgenes, o, a menudo, a operaciones de comunicación. Se
teme que el momento de actuar venga para lo peor y no lo mejor.
La crisis climática de hecho puede ser una
oportunidad para aumentar los beneficios capitalistas. El mecanismo se
pone a prueba en una pequeña escala. El capital se asegura las ganancias
produciendo de manera contaminante- y asegura nuevos beneficios mediante la
venta de sistemas de control de la contaminación... La geoingeniería pretende
aumentar esta lógica a través de verter en el planeta limaduras de hierro en
los océanos para capturar CO 2 o dispersar azufre a la atmósfera para
reducir la temperatura, o poner en órbita espejos espaciales gigantes para
reflejar los rayos del sol...
La investigación y los experimentos
climatológicos, así como la geoingeniería, ya está en marcha -con el apoyo de
la financiación pública. Sin embargo, su aplicación causaría una cadena de
desequilibrios en la atmósfera o en los océanos (de la multiplicación de la
lluvia ácida a la modificación de los ecosistemas marinos) de la que no podemos
prever todas sus consecuencias. También significaría un nuevo salto en la
producción, por su impacto en el caos climático y, más en general, en la crisis
ecológica global: una espiral infernal.
Sin embargo, la razón ecológica pesa poco
frente al atractivo de la geoingeniería para los capitalistas: además de
enormes beneficios, promete la creación de nuevos oligopolios que benefician a
las rentas a través de su control de los sistemas mundiales –con el contrapunto
añadido de fortalecer su poder política dictatorial sobre la sociedad.
Haití y la crisis del sistema de ayudas
institucionales
No voy a detenerme en este tema, pero el
increíble estancamiento en el que la ayuda institucional cayó en Haití después
del terremoto de enero de 2010, ha sido muy profundo, revelando cómo las
políticas gubernamentales y la intervención de algunas ONG´s podría alimentar
una lógica perversa, descalificando permanentemente los llamamientos a la
solidaridad de muchas personas de buena voluntad: el colapso mortal de la ONU y
de los gobiernos, la creación de un "mercado de la ayuda" con la
competencia entre las organizaciones humanitarias, el abandono de las
poblaciones afectadas a su suerte...
No dije en 2006 y no lo estoy diciendo hoy
que ¡ninguna organización internacional humanitaria hace un buen
trabajo! Pero tenemos que ayudar a crear las condiciones que permitan a
las personas que lo hacen –a través de un buen trabajo de la solidaridad- a cooperar
más eficazmente con los movimientos sociales progresistas.
Conclusiones
De todo esto extraigo tres conclusiones:
• Los efectos de la crisis climática se
hacen sentir cada vez más. Claro que hay que abordar el problema de la
oposición a la lógica capitalista a través de políticas públicas basadas en
exigencias sociales y ambientales, para limitar y luego detener el
calentamiento atmosférico, implicando necesariamente medidas anticapitalistas
radicales. Pero también hay que tener muy en cuenta que la crisis es un
hecho hoy en día, con consecuencias que hay que incorporar en el análisis de la
situación mundial y en la definición de nuestras tareas.
• La primera de estas tareas sigue siendo
el despliegue de una autoridad solidaria independiente. Esta fue la
principal conclusión del informe de 2006. No se puede confiar en las
instituciones o en la "ayuda profesional". Se han logrado
avances en esta área, pero limitados. Además, no podemos responder sólo al
problema planteado. Es muy importante la participación de (o asociarse
con) las organizaciones progresistas que participan en este campo, los
sindicatos, los movimientos campesinos, etc.
• Debemos seguir aprendiendo de las
experiencias aún recientes y completar el informe de 2006. Necesitamos un
verdadero trabajo colectivo de reflexión en un campo de intervención cuya
importancia es cada vez mayor, pero que para nosotros es todavía nuevo.
II. Lecciones recientes
Una vez más, no tenemos que comenzar en el
vacío: hay que aprender de movimientos que trabajan mucho en la ayuda
humanitaria. Pero en algunos países, como Filipinas, nuestra propia
experiencia es suficientemente amplia para la reflexión. En especial, me
gustaría abordar tres temas poco o nada tratados en mi informe de 2006: los
principios de la ayuda humanitaria, la cuestión de los refugiados climáticos
como nuevo sector social, la política de prevención -y volver a valorar las
decisiones realizadas en la reconstrucción.
Las reglas de la ayuda humanitaria
Insistí en 2006 en el hecho innegable de
que la acción humanitaria no puede escapar de la política. Los ricos
tratan de aprovecharse de la crisis para fortalecer su control sobre la
sociedad y promover sus propios intereses. Nuestro objetivo es ayudar a
los más pobres para que no sean los olvidados de la ayuda y defender sus
intereses incluyéndolos en la reconstrucción socio-económica.
Sin embargo, podemos llegar a la
conclusión de que "todo es político", ignorando incluso las reglas de
la acción humanitaria en tiempos de desastre.
Hagamos un paralelo con la acción
médica. Un grupo de médicos progresistas eligen intervenir más entre los
sectores populares que en los bellos barrios; pero donde lo hagan, sanarán
a todos, ricos o pobres. Proponemos llevar la ayuda a las comunidades
pobres, a menudo donde el apoyo institucional no llega, escasa o
tardíamente; pero la ayuda se distribuirá de acuerdo con la necesidad
(magnitud de la destrucción sufrida por cada familia y su estado de
privación...) sin hacer una previa consideración política de unos u otros.
Esta cuestión es especialmente sensible
después de una catástrofe climática a gran escala: la devastación es tal que el
tejido social se rompe y las poblaciones supervivientes permanecen
profundamente traumatizadas, perdiendo su libre albedrío. Además de familiares, los
supervivientes a menudo han perdido todo: no sólo vivienda y bienes, sino
también medios de subsistencia (barcos de pesca, maquinaria agrícola o de
transporte, cultivos o plantaciones, fuentes de empleo...) -la economía está
devastada. Tienen que empezar literalmente desde cero. Si la zona
devastada es amplia, más profundo en el sentimiento de abandono -la sensación
de no tener futuro.
Los movimientos sociales no suelen
soportar un gran desastre, y en el mejor de los casos, necesitan tiempo antes
de encontrar cierta capacidad de reacción. Por ejemplo, en Tacloban (la principal ciudad portuaria en la
isla de Leyte) tras el
tifón Haiyan, se atomizó
el sindicato de los conductores de vehículos de tres ruedas. Tuvieron que
reanudar contactos y ocuparse de miembros de familias sumidos en la angustia,
ayudarles a encontrar bebida, comida, vivienda… mucho antes de que el sindicato
pudiera volver a desempeñar su papel de actor social.
Las actividades de emergencia no sólo
tienden a apagar el fuego, sino a recrear la recuperación esencial de unas
condiciones de actividad colectiva. Se trata de un momento muy delicado porque
determinados poderes (grandes familias adineradas, partidos clientelistas,
iglesias identitarias…) no dudan en tomar ventaja para requerir una “deuda de
gratitud” al obtener una ayuda (más o menos real).
¿Cuál puede ser para nosotros el vínculo
entre la acción humanitaria con sus principios "apolíticos" (ofrecer
una asistencia incondicional a las poblaciones afectadas) y el compromiso
político con la clase obrera en su lucha por sus derechos en tiempos de
crisis? Nuestros propios principios de auto-organización, concebidos como
una condición de auto-emancipación. Mientras que los poderes establecidos
pretenden perpetuar la dependencia de la población afectada, nosotros buscamos
fomentar su capacidad de autoafirmación, su independencia; esa es la
diferencia.
Refugiados Climáticos: sector social,
movimiento social
Una de las principales lecciones de
nuestra experiencia reciente es que en los países afectados por catástrofes
climáticas recurrentes, aparece un nuevo entorno social, un nuevo sector
social: los "sobrevivientes", las poblaciones de refugiados
climáticos. Si los ricos tienen los recursos necesarios para poner un pie
rápidamente en la sociedad, esto no es cierto para los pobres (o familias
brutalmente empobrecidas por el desastre). En ausencia de una intervención
pública masiva y efectiva a su favor, están condenados a sufrir las
consecuencias por mucho tiempo tales desastres; incluso otros desastres
van a crear nuevas poblaciones supervivientes-, ¡incluso atacarán de nuevo a
las víctimas del anterior!
Podemos trazar un paralelo con los parados
y precarios en la Europa de la posguerra. Ayer, un desempleado o
desempleada era generalmente un empleado entre puestos de trabajo; hoy es
un medio social permanente y en constante renovación. Ayer la situación
precaria fue marginal (incluso los inmigrantes a menudo disfrutaron de un
trabajo estable); ahora se convierte en una norma. Aparecen nuevos
círculos sociales (o vuelven a aparecer), que exigen (re) pensar, percibir sus
posibles formas de organización, su dinámica.
Las situaciones de desastres humanitarios
no son nuevos en Mindanao,
a causa de los recurrentes conflictos militares; y nuestros camaradas tienen
una larga experiencia en este campo. Sin embargo, sólo recientemente los
ciclones de gran intensidad han vuelto con mayor frecuencia en el sur de
Filipinas (previamente golpearon el centro o norte del archipiélago). En
diciembre de 2011, el tifón Washi/Sendong y las inundaciones devastaron las
zonas costeras donde están activos, especialmente en Iligan, en los barrios
populares donde estaban ubicados. Por primera vez, nuestros compañeros se
enfrentaron directamente a los efectos devastadores, de los desastres
climáticos, psicológicos y sociales - y la aparición de ese entorno social como
son los refugiados climáticos. Movilizaron sus redes militantes en esa
provincia y otras vecinas: fue una "experiencia fundacional" que les
permitió estar mejor preparados para actuar cuando un tifón mucho más violento, Haiyan, golpeó el centro de
la Archipiélago dos años más tarde.
Los movimientos de
"supervivencia" y los sobrevivientes nacen, auto-organizados,
dirigidos por las víctimas de la catástrofe climática. Dos años más tarde,
mientras que la lucha por sus derechos continuaba en Iligan (Mindanao), los marcos de
este experimento se llevaron a Leyte (Visayas) para ayudar a las
víctimas del tifón Haiyan:
estos movimientos se reconocen, pueden ayudarse y establecer vínculos, para
afirmarse a nivel nacional - y por qué no internacional.
Las víctimas del desastre tienen derecho a
esperar ayuda y solidaridad -que es lo que nos ocupa principalmente cuando
somos capaces de ofrecer una y otra. Pero más allá de este plan, digamos
"básico", debemos responder también a la aparición de un nuevo sector
social (los refugiados climáticos) que requieren formas específicas de
organización - ¡y puede afectar hasta a millones de personas! Del mismo hecho
de la profundidad del siniestro, surgirán con una agudeza particular las
preguntas clásicas con las que nos enfrentamos en otras movilizaciones: las
desigualdades de clase y el estado, la opresión de género, las tensiones
sectarias, el racismo y la intolerancia religiosa, el castismo (cuando hay
castas), la violencia contra la mujer, situación y necesidades específicas de
los niños...
El punto sobre el que quiero insistir es:
la intervención (para nosotros) en defensa de este nuevo sector social resulta
compleja –hay que aprender de la experiencia- y es un desafío importante que
concierne a toda la organización. No se trata de un caso de responsabilidad
marginal, el asunto de una comisión “ad hoc” y algunos “especialistas” en
asistencia humanitaria, llenos de buena voluntad. La organización debe entender
cuál es la novedad en este campo, con capacidad para movilizar sus recursos,
mantener una acción a largo plazo; debe saber cómo reaccionar rápidamente
cuando se golpea una nueva área y tomar varias medidas; redistribuir sus
cuadros, colectivizar la experiencia, formar en los principios de actuación de
emergencia, etc…
Del mismo modo, esta área debe ser
incluida en el programa general de la organización. Ya hemos mencionado en
el pasado muchas facetas de esta cuestión y sólo quiero volver a la actualidad
de dos de ellos: la prevención de riesgos y la reconstrucción en interés de las
masas.
La política de prevención de riesgos
El informe de 2006 no dio a la prevención
de riesgos políticos la importancia que se merece. Para los afectados por
los fenómenos meteorológicos extremos y los países recurrentes (que son más
numerosos), no se trata de un vago "principio de precaución": esos
riesgos están probados y, a menudo, los departamentos administrativos deberían
reaccionar a ellos. Si los gobiernos, sin embargo, se revelan incapaces
ante los desastres, es con todo conocimiento de causa.
Las razones por las que un gobierno
incumple con sus responsabilidades son muchas: la indiferencia de las élites
sobre la difícil situación de los pobres, la corrupción... Estas razones pueden
ser muy profundas. Por ejemplo, en Filipinas, la distribución de fondos y
la implementación de medidas de emergencia nacional pasan por las autoridades
locales, no para fortalecer la democracia directa, sino porque es un sistema
clientelista, compatible con todos los niveles de relaciones de patronazgo o
con la negociación de alianzas entre las " grandes familias".
Problemas: una catástrofe climática mayor provoca la impotencia de las
autoridades locales y el sistema se gripa...
De manera más general, la prevención no se
limita a un conjunto de medidas "técnicas" (disponibilidad de
rescate...). Por ejemplo, no podemos evitar los riesgos de inundaciones
relacionados con lluvias torrenciales o del aumento del nivel del mar sin abordar
a poderosos grupos económicos: la minería, la agroindustria, el sector
inmobiliario, el turismo, la especulación financiera... que requiere de un
Estado que haga prevalecer el interés común sobre los intereses privados
capitalistas.
Hay en esta zona un vínculo muy estrecho
entre un programa de emergencia para proteger al público y una serie de
"demandas transitorias" cuya legitimidad es evidente (¡para evitar
los desastres humanitarios!) y que implican, para ser aplicadas, hacer frente a
la omnipotencia del capital.
Política de reconstrucción
Se encuentra ese vínculo en relación con
la política de reconstrucción que defendemos después de una catástrofe
climática. El informe de 2006 ya lo destacaba. Digamos, de manera muy
sintética, que la reconstrucción nos plantea directamente la cuestión de la
reforma agraria en el mundo rural y de la reforma urbana en las ciudades. No
sólo se trata de un conjunto de exigencias dirigidas a las autoridades, sino
que, por otra parte, el movimiento de supervivientes puede iniciar por sí
mismos.
En las aldeas devastadas, reconstruir las
casas no es suficiente; son las condiciones generales de vida que deben ser
repuestas. Las autoridades deben proporcionar a las familias afectadas
parcelas que les permitan producir sin esperar, por ejemplo, que maduren los
nuevos cocoteros. Por otra parte, los movimientos pueden por su propia
iniciativa revitalizar su propia agricultura campesina ayudando a estabilizar
el tejido social, sin depender únicamente de monocultivos o terratenientes,
ofreciendo un ambiente más saludable para los niños -y eso es forma parte de un
programa para luchar contra el calentamiento atmosférico. El intercambio
de experiencias resulta crucial: los agricultores y campesinos, comprometidos
desde hace años a la agricultura ecológica en Mindanao,
aportan su experiencia a las comunidades rurales afectadas en Leyte.
En las ciudades, la reconstrucción
impulsada en los barrios pobres por las autoridades puede conducir a
situaciones desastrosas cuando se desvía gran parte de los fondos, cuando no se
cumplen las normas arquitectónicas mínimas, cuando las condiciones de
existencia no son tenidas en cuenta: expulsión de las víctimas fuera de las
áreas de trabajo, del transporte público y de los servicios de salud; falta
de privacidad en los edificios y niños abandonados "sin protección"
cuando sus padres están ausentes; creación de guetos, zonas delictivas...
La lucha por el derecho a la vivienda y un urbanismo diseñado para beneficiar a
los pobres tiene una vital importancia contra las grandes zonas de bienes
inmuebles y terrenos para la especulación.
Los refugiados climáticos pelean y se unen
a los movimientos campesinos y urbanos de pobres, la promoción de puentes, la
convergencia y la formación de coaliciones regionales o sectoriales desde el
nivel local hasta el nacional.
III. Solidaridad internacional
La coalición Mi-Hands (Mindanao) se formó en
respuesta a la devastación producida por el súper tifón Haiyan/Yolanda. Ha
realizado un esfuerzo considerable para aliviar a las comunidades afectadas en
el norte de la isla de Leyte. La
campaña que ha promovido no sólo sirve para valorar la capacidad de
movilización de recursos militantes, sino el apoyo financiero que ha recibido a
nivel internacional.
Si no se tienen en cuenta los préstamos, Mi-Hands hasta la fecha recaudó 32.000€
-aproximadamente unos 1.000 euros sobre el terreno, 10.000 en Bélgica, y 21.000
a través de la campaña iniciada por Europe
solidaire sans frontières (ESSF).
Doy estas cifras para demostrar que, incluso a nuestra escala, todo esto se
puede hacer efectivo. Y que ese apoyo debe continuar, mientras que Mi-Hands entra en una nueva fase: la
rehabilitación y la reconstrucción de los pueblos devastados.
ESSF ha recibido el apoyo de muchas
personas y organizaciones, reuniendo una parte en esta sala. Sin embargo, los
recursos son, por supuesto, demasiado limitados. No se puede iniciar una o dos
campañas financieras anuales exclusivamente para Asia. Los importes recibidos
son muy inferiores a las necesidades. ESSF no puede apoyar a sus socios
locales, siempre y cuando es necesario (grandes asociaciones de solidaridad
comprometen los programas de reconstrucción en 10 años...). Por tanto,
debemos ampliar la base de solidaridad.
Tropezamos con una dificultad: la pérdida
de las tradiciones "solidaridad popular" y "movimientos a
movimientos." Esencialmente, las organizaciones progresistas ya no se
dedican a este campo desde hace mucho tiempo, dejando sólo a asociaciones y
organizaciones no gubernamentales (o incluso a organismos
paraestatales). En el mejor caso, una unión sindical, por ejemplo, envía
ayuda a su organización hermana en el país afectado por una catástrofe
humanitaria. Se han hecho algunos progresos en los últimos años, por
ejemplo ESSF ha trabajado en Francia con la solidaridad sindical. Además,
otros movimientos defienden planteamientos bastante cercanos al nuestro en esta
área, como el Secours
Populaire francés.
Nosotros mismos tenemos mucho que aprender
-incluso de las principales asociaciones de acciones de solidaridad de muchos
años. También alentamos a otros partidos y movimientos progresistas a
participar en esta área y a promover la inclusión de este tema en las redes de
militantes como el Forum
populaire Asie-Europe (AEPF).Tenemos
un papel que desempeñar, por pequeño que sea, en el desarrollo de este
compromiso internacionalista o en la reflexión política sobre lo que implica.
Todo ello, continuando las campañas de
solidaridad financiera –por el momento a Filipinas.
Pierre Rousset
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