Joan Martínez Alier · · · · ·
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26/05/13
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Esta semana hemos publicado en el proyecto EJOLT (www.ejolt.org) un informe de
200 páginas sobre las propuestas nacidas ya hace quince años de dejar en
tierra el petróleo en ciertas zonas de Nigeria y de Ecuador que tanto han
padecido localmente por la extracción de petróleo, la contaminación del suelo
y del agua, la quema del gas. Los intentos de reparación con sonados juicios
contra Chevron-Texaco y Shell han tenido algunos éxitos pero todavía esas
compañías están pendientes de compensar de alguna manera los daños. Además,
muchos de esos daños no tienen remedio ni compensación económica posible.
En lo global, la quema de carbón, petróleo y gas continúa al mismo o
mayor ritmo en el mundo. Cuando Svante Arrehius, un químico sueco y
Premio Nobel, publicó los primeros artículos sobre el cambio climático en
1896, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera era de 300
partes por millón. Ha llegado ahora a 400 ppm y está subiendo 2 ppm al año.
Arrhenius anunció que al quemar carbón que estaba bajo tierra, los países
industrializados estaban poniendo más y más dióxido de carbono en la
atmósfera y que esto haría aumentar las temperaturas. El no podía saber que
en el siglo XX la quema de carbón aumentaría siete veces mundialmente ni que
al carbón se añadiría la quema de mucho más petróleo y gas natural. Además de
los efectos de la deforestación.
Lo que ocurre es que la nueva vegetación y los océanos no absorben todo
el dióxido de carbono que produce la economía humana. Los combustibles
fósiles son como fotosíntesis embotellada hace millones de años. Los
sacamos, los “descorchamos” y los quemamos con demasiada rapidez. El
aumento del efecto invernadero (así le llamó ya Arrhenius) será más y
más rápido. Y además los océanos se están acidificando por el exceso de
dióxido de carbono.
Es pues razonable la propuesta de dejar bajo tierra una parte del
petróleo, del carbón y del gas. Debemos disminuir a la mitad la velocidad de
extracción de los combustibles fósiles. Esta propuesta viene de lugares donde
la extracción de petróleo, carbón o gas está haciendo mucho daño. Por
ejemplo, la Amazonía de Ecuador y de Perú o el Delta del Níger. Pero también
hay desastres por la minería de carbón en Colombia, China y la India y por la
extracción de las arenas bituminosas de Canadá. Hay un fuerte debate en
Estados Unidos sobre el oleoducto Keystone XL. La organización 350.org (es decir, 350
ppm) es cada día más fuerte.
En Ecuador, en la mitad del mundo, la organización Acción Ecológica
propuso una moratoria a la exploración petrolera en la Amazonia ya en la
década de 1990. Se alió con ERA de Nigeria para fundar Oilwatch, que hizo de
la moratoria su plataforma principal. Más tarde, Acción Ecológica propuso en
2006 dejar en tierra 850 millones de barriles de petróleo de los pozos ITT
(Ishpingo, Tiputini, Tambococha) sitos en el Parque Nacional Yasuní, en la
frontera con Perú. La propuesta fue aceptada por el entonces ministro
de Energía y Minas, Alberto Acosta, y también la hizo suya a regañadientes el
presidente Rafael Correa.
Se añadió una cláusula. Ecuador se sacrificaba económicamente por bien
propio y de la humanidad, dejaba de extraer petróleo que al quemarlo
produciría 410 millones de toneladas de dióxido de carbono, conservaba la
incomparable biodiversidad local, respetaba los derechos indígenas. Pero
pedía una contribución exterior equivalente aproximadamente a la mitad del
dinero que dejaría de ganar, unos 3600 millones de dólares en total, que
fueran llegando a lo largo de diez o doce años. Estas contribuciones serían
depositadas en un Fideicomiso con administración conjunta del PNUD,
constituido el 3 de agosto de 2010. La oferta está en pie, el dinero llega
lentamente, el presidente Correa amenaza con un Plan B de extracción de
petróleo en algunos de los pozos protegidos. Correa no es ecologista pero ha
defendido en foros internacionales la propuesta Yasuní. Pero amenaza
ahora con correr los límites del Parque Nacional Yasuní en junio de
2013.
La idea de dejar el petróleo en tierra se ha difundido. En el Delta
del Níger, algunos hablan de “ogonizar” más que de “yasunizar” porque los
Ogoni después de 1995 y la muerte de Ken Saro-Wiwa y sus compañeros,
consiguieron expulsar durante muchos años a la Shell. Dicen allí, leave oil
in the soil. En otros lugares añaden: leave coal in the hole, leave gas under
the grass, planteando propuestas similares a la de Ecuador. Tanto es así que
Acción Ecológica escribió a la Real Academia de la Lengua Española para que
ponga la palabra “yasunizar” en el diccionario.
En el informe del proyecto EJOLT revisamos también otros casos. En
Guatemala, se ha propuesto no extraer el petróleo de La Laguna del Tigre, un
sitio Ramsar en el Petén (un humedal catalogado internacionalmente). En las
islas de San Andrés y Providencia, de Colombia (cercanas a Nicaragua), se ha
decidido oficialmente dejar el petróleo en el subsuelo haciendo caso de las
protestas locales. En la distante Nueva Zelanda, quienes se oponen a la
bestial extracción de lignito a cielo abierto, conocen la palabra
“yasunizar”. Lo mismo sucede en Quebec, en Francia, en Bulgaria, en el País
Vasco y otras regiones europeas, donde se ha logrado de momento parar
la extracción de gas de esquisto que puede perjudicar la capa freática,
argumentando que si el petróleo del Yasuni ITT se queda en tierra, ¿por qué
no puede seguirse la misma doctrina en esos otros lugares? Hasta en las
islas Lofoten en Noruega se propone dejar el petróleo y el gas bajo el fondo
del mar.
Hay pues razones locales y razones globales (de cambio climático)
para yasunizar el mundo.
Joan Martínez Alier, amigo y colaborador de SinPermiso,
es un investigador pionero en el campo de la economía ecológica. Autor de El
ecologismo de los pobres: conflictos ambientales y lenguajes de valoración.Una
versión resumida de este articulo fue publicado en el diario mexicano La
Jornada
www.sinpermiso.info, 26 de mayo de 2013
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domingo, 26 de mayo de 2013
Llegamos a 400 ppm: es preciso yasunizar el mundo
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