lunes, 6 de julio de 2009

No todo lo que brilla es oro

No es difícil advertir que en la quebrada La Colosa tras la exploración sigue la explotación y que éstadebe ser “a cielo abierto”, lo cual implica unos costos que ni todo el oro del mundo puede pagar.
Opinión de Angélica Suárez y Julián Álvarez _ Especial para Un Pasquín
El debate sobre la exploración y explotación de la mina de oro en la quebrada la Colosa en Cajamarca, Tolima, apenas empieza. el pasado 6 de junio, el ministerio de medio ambiente otorgó a la firma canadiense angloGold ashanti, la segunda más grande del mundo, un permiso parcial de exploración sobre 6,39 hectáreas de la reserva Forestal Central, bajo ciertas condiciones: la sustracción debe ser sólo temporal, se deben respetar las áreas ecológicas protegidas, se debe contar con veeduría técnica que evalúe las características ambientales de la zona, se deben restaurar las áreas afectadas y, finalmente, debe entenderse que este permiso no les otorga automáticamente el derecho de explotación. Ahora, si bien la decisión del ministerio supone un intento por conciliar las demandas de la compañía extractora, que entre otras cosas exigía el permiso sobre 515 hectáreas, y los intereses sociales, culturales y ambientales de la población, que desde el año 2003 han denunciado violaciones sistemáticas de derechos humanos sólo por oponerse a ello, lo cierto es que esta decisión no admite una lectura ingenua, pues no es difícil advertir que a la exploración sigue la explotación y que ésta debe ser “a cielo abierto”, lo cual implica unos costos que ni todo el oro del mundo puede pagar.
Cualquier minero sabe que este tipo de explotación exige el uso de maquinaria pesada para quitar del suelo la capa vegetal, la colocación de explosivos en la tierra para aflojarla, la remoción de cientos de toneladas de roca, su posterior colocación en enormes piscinas de donde se les rocían durante semanas con una solución de cianuro, el uso de carbón activado y el derroche de cientos de miles de litros de agua.

Hay que recordar al ministerio que esta operación se realizaría eventualmente en una zona donde, según Cortolima, se encuentran 161 nacimientos de agua, los ríos Coello y bermellón, el gran sistema de riego Usocoello del que depende la producción de diversos productos alimenticios y un bosque de niebla de rica biodiversidad en flora y fauna. ¿Qué pasará, por ejemplo, con las aguas subterráneas una vez entren en contacto con los drenajes del cianuro? ¿se han preguntado acaso si es viable usar explosivos en una zona de amplias fallas geográficas cercana al volcán machín? ¿saben que el óxido nitroso produce lluvia ácida?

Pero es que no sólo los riesgos ambientales impiden ver la resolución ministerial con ojos inocentes. Preocupa que angloGold ashanti haya violado la ley colombiana, como bien recuerda la Procuraduría, al haber concretado a la fecha tres etapas exploratorias, de las cuatro de rigor. aun más tratándose de una empresa que opera en países de américa y África particularmente inestables política y militarmente. en el año 2005, por ejemplo, un informe de Human rights watch, que no puede ser controvertido, demostró que la impresa había patrocinado el Frente Nacionalista e Integracionista del Congo, acusado de múltiples crímenes de lesa humanidad, lo que le permitió extraer oro de la mina mongbwalu, en el nordeste de ese país. Para trazar un breve paralelo, hay que mirar de cerca al batallón antiaéreo “Nueva Granada” del ejército en el sur del bolívar, cuyo personal reconoce abiertamente que la finalidad de sus operativos es asegurar la presencia de la multinacional en la zona. Hay que tomarse en serio el asesinato de líderes de federaciones agro-mineras, el desplazamiento de amplias capas de población y el despojo de las tierras indígenas ancestrales.

Sobre todo, hay que preguntarse si el mísero 4 por ciento en regalías que arroja la “confianza inversionista” vale tanta sangre y destrucción. o lo que es lo
mismo, si vale la pena la “seguridad democrática”.

Angélica Suárez y Julián Álvarez son abogados, investigadores en Derechos Humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario