domingo, 16 de noviembre de 2014

¿Un «acuerdo histórico» sobre el clima entre China y Estados Unidos? ¡Para nada!

Maxime Combes · · · · ·

16/11/14




Un acuerdo inédito, casi «histórico» para algunos, recoge las palabras de Obama sin ponerlas en perspectiva. Este miércoles, 12 de noviembre, los medios de comunicación acogen, de forma unánime, el informe conjunto de Estados Unidos y China. ¿Pero, realmente, qué hay detrás de todo esto?

Los hechos

Barack Obama y Xi Jinping anunciaron el miércoles en Pekín sus objetivos enfocados a la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Estados Unidos anuncia que, entre 2005 y 2025, sus emisiones se verán reducidas del 28 al 26 %. China, por su parte, pretende alcanzar una cota similar lo antes posible, pero siempre apuntando hacia 2030.

¿De verdad es un acuerdo inédito?

En la cumbre sobre el clima del pasado 23 de septiembre en Nueva York, Zhand Gaoli, vice primer ministro chino, comunicó que el país asiático quería alcanzar, cuanto antes, un pico de emisiones para luego reducirlas. Por otro lado, China ya había anunciado su deseo de reducir la intensidad del carbono (emisiones de GEI por unidad de PIB), con relación a su economía, del 45 % a fechas de 2005 hasta un 40 % para 2020.  Así pues, lo único verdaderamente novedoso es la fecha tope: 2030; un día demasiado lejano. Por su parte, Estados Unidos y Barack Obama se habían limitado hasta ahora a sus propias metas para 2020; a saber: una reducción de las emisiones del 17 % con relación a 2005. Así pues, lo verdaderamente inédito es el anuncio de objetivos para 2025.

¿Son declaraciones históricas?
Si las emisiones en China no alcanzan ese ansiado pico hasta 2030, significa que estas irán en aumento hasta entonces. Pese a una probable mejora significativa en la intensidad de las emisiones de carbono respecto a la economía china, los dirigentes de la República Popular acaban de informar que continuarán batiendo récords, año tras año, en emisiones de GEI; y así, sucesivamente, durante los próximos quince años. En cierto modo, este aviso es, efectivamente, algo histórico(sic). Respecto a Estados Unidos, véase que sus objetivos se basan con relación al nivel de emisiones alcanzado en 2005, el año en que las emisiones estadounidenses fueron las más altas de la historia, con casi 7200 Mt de CO2e [1]. Si vamos hasta 1990, año que sirve de rasero internacional, los objetivos de Estados Unidos son completamente modestos: un -13.8 % en 2025 respecto a 1990. Es decir, un esfuerzo anual de apenas un -0.43 %. ¿Y esto es un anuncio histórico?

¿Está a la altura de las circunstancias?

El resumen de los informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC), publicado el 2 de noviembre, recordó los objetivos. Para mantenernos, de aquí a finales de siglo, por debajo de un recalentamiento de 2 ºC haría falta no superar una concentración de GEI en la atmósfera de 450 partes por millón (ppm). Y para ello, las emisiones mundiales deberían ser reducidas del 70 % (año 2010) al 40 %, antes del 2050; llegando a un nivel «próximo a cero» en 2100. El GIEC insiste en la necesidad de una inflexión total y absoluta de emisiones mundiales hasta 2020, invitando a los países más emisores y a los que van en camino de serlo a que las reduzcan significativamente.

Estados Unidos y China representan casi la mitad de esas emisiones mundiales (cerca del 45 %). Sus reducciones, de aquí a 2050, son cruciales. Respecto a sus responsabilidades históricas, bastante importantes, deberían, igual que debería la Unión Europea, haber reducido, como mínimo, un 80 % sus emisiones en 2050. Suponiendo que alcanzan el objetivo fijado para 2025, esto supondría una reducción de casi un 5 % por año durante los siguientes veinticinco años. Es decir, diez veces más de lo que se establecieron como objetivo para 2025. Dicho de otro modo, Estados Unidos aplaza para después de 2025 el esfuerzo capital necesario que ya debería estar haciendo. Del lado asiático, cualquier objetivo de reducción considerable queda prorrogado hasta después de 2030. Así pues, ni unos ni otros se adecúan a las metas fijadas por el GIEC. 

¿Cómo interpretar estas declaraciones?

Más que compromisos estimados, el informe conjunto de Estados Unidos y China debe ser interpretado por lo que significa en el plano geopolítico. Este comunicado se concibió fuera de toda negociación internacional, hecho que los margina y deslegitima nuevamente. Si las dos potencias mundiales se entienden entre ellos, ¿qué pueden negociar sobre el clima los otros 194 países? Más aún. Estados Unidos se fija un objetivo para 2025, momento en que, según las negociaciones internacionales, serán invitados para fechar nuevas metas para 2030. Esta declaración significa, única y exclusivamente, que ni Estados Unidos ni China se dejarán imponer nuevos objetivos de lucha contra los desarreglos climáticos. Ni por la ONU ni por los otros 194 países ni por las exigencias científicas.

Con este informe, Estados Unidos y China confiesan, claramente, que sus promesas en materia climática van en función de sus respectivas circunstancias nacionales y del equilibrio geopolítico existente entre ambas potencias; nada que ver con el reparto equitativo de responsabilidades planetarias. Ninguno de los dos quiere comprometerse dado el peso de las apuestas, y, mucho menos, de manera unilateral. Ambos han soterrado la lucha contra el desajuste climático en lo más oscuro de la geopolítica internacional. Presentando este informe conjunto, de corte muy positivo, la diplomacia estadounidense y china congelan las negociaciones internacionales en una inacción global casi generalizada. Toda posibilidad de acuerdo apremiante —algo que ninguno de los dos desea—, justo y a la altura de lo que se puso en juego para la conferencia 2015 de la ONU en París, no será más que pura ilusión.

¿Qué se puede hacer?

Las ONG, los movimientos sociales y ecologistas, los ciudadanos, y el conjunto de medios de comunicación y demás creadores de opinión han planteado dos opciones. Una, seguirle la corriente a lo comunicado por la diplomacia estadounidense y china, y alegrarse por tal acuerdo —contribuyendo así a ratificar la ausencia de ambición y la congelación diplomática de negociaciones en torno a las mayores potencias mundiales—. Dos, explicar la situación, apoyándose en hechos, examinando detenidamente las promesas y desmitificando algo que no es, en absoluto, un acuerdo histórico ni está a la altura de la situación. Dejarse de contar historias y dar muestra de cierta lucidez mental.

De este modo, con unos propósitos tan limitados y suponiendo que la opinión pública mundial se apodere de este tema, Estados Unidos y China asumen el riesgo de verse en primera línea de fuego como responsables de los desajustes del clima en un futuro.

Al no querer ocuparse del liderazgo en la lucha contra los desarreglos climáticos —como tampoco lo hace la Unión Europea, cuyos objetivos estás muy lejos de cumplir las expectativas—, podrían verse un día en la lista negra de la sociedad civil internacional, con la condición de no caer en la trampa de la inacción, tendida por los diplomáticos estadounidenses y chinos.

Nota de la tr.:
 [1] Dióxido de carbono equivalente (Carbon Dioxide Equivalent) o CO2e, medida universal que indica la capacidad de calentamiento global de los gases con efecto invernadero (GEI) y evalúa los impactos causados por su emisión.

Maxime Combes es miembro de Attac Francia y de AITEC
Traducción para www.sinpermiso.info: Judit de Diego

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CAMBIO CLIMÁTICO

El GIEC lanza la voz de alarma
DANIEL TANURO
Miércoles 12 de noviembre de 2014
[En diciembre de 2015 se celebrará en Paris la COP21 (21ª conferencia de las partes sobre el cambio climático) bajo los auspicios de la ONU cuyo objetivo es alcanzar un acuerdo a nivel mundial para hacer frente al cambio climático y a los riesgos que acarrea. El documento base para esta reunión lo constituye el V Informe del GIEC (Grupo intergubernamental de expertos sobre cambio climático) puesto en pie en 1988 por dos organismos de Naciones Unidas: la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el medioambiente.
En los dos artículos que publicamos a continuación, Daniel Tanuro analiza, en primer lugar, el significado del resumen hecho público del V Informe y, segundo lugar, las propuesta de la UE de cara a esa cumbre.]
V Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático (GIEC) -acaba de hacer pública la síntesis de su V Informe sobre la evaluación, así como el resumen de las propuestas para quienes tengan que adoptar medidas (los responsables, en el lenguaje del informe)/1.
El diagnóstico no ofrece sorpresas:
  • El calentamiento continúa; fundamentalmente debido a la combustión de combustibles fósiles. Sus efectos negativos son netamente más importantes que sus efectos positivos.
  • Probablemente aún estamos a tiempo de evitar que la temperatura media sea superior en 2º C en relación al período pre-industrial, pero las medidas adoptadas a lo largo de estos últimos 20 años nos conducen sin remisión hacia un calentamiento entre 3,7 y 4,8º (2,5 y 78,8º si tomamos en consideración la incertidumbre climática) que conllevaría " riesgos elevados a muy elevados, con impactos severos, amplios e imprevisibles".
Una inquietud palpable
La evaluación que se presenta en este 5º informe no difiere fundamentalmente de las precedentes, pero el grado de precisión de las precauciones que plantea es mucho mayor: se comienzan a dilucidar las zonas oscuras que existían hasta ahora y la inquietud de quienes han realizado el informe se revela más neta que nunca. La expresión "prácticamente seguro" (o sea, más del 99% de probabilidades) se emplea cada vez más para caracterizar el nivel de probabilidad de tal o cual fenómeno. Por ejemplo, en deshielo creciente del permahielo y el aumento continuo del nivel de los mares durante varios siglos se consideran como "prácticamente seguros", incluso en caso de que se de una reducción drástica de las emisiones.
Más allá del tono científico "objetivo" del informe, el GIEC lanza una voz de alarma. La inquietud de los expertos está a la vista. Se comprueba en el hecho de que el resumen sobre las decisiones a adoptar integra un apartado sobre el creciente riesgo de "cambios bruscos e irreversibles" a partir del año 2100. Por ejemplo, en él podemos leer que "el umbral para la desaparición de la capa de hielo de Groenlandia, que produciría un incremento de 7 metros en el nivel de los mares en un milenio, es superior a 1ºC pero inferior a 4ºC de calentamiento global" . Así pues, a largo plazo, limitar el calentamiento a 2ºC no elimina del todo el riesgo de una transformación extremadamente grande del "ecosistema terrestre"/2
Los principales responsables: los combustibles fósiles
Regularmente, los media se hacen eco de informaciones que inciden en la responsabilidad del metano producido por los rumiantes o de las emisiones de CO2derivadas de la deforestación. Hay una parte de verdad en esas informaciones, pero el informe del GIEC pone los puntos sobre las íes: " Las emisiones de CO2 provienen de la combustión de combustibles fósiles, y los procesos industriales han contribuido en un 78% al total de las emisiones de gas de efecto invernadero desde 1970 a 2010, con una contribución similar, en cuanto a porcentaje, entre el año 2000 y el 2010" . El gráfico sobre la contribución de los diferentes gases entre 1970 y 2010 confirma que el problema esencial está ahí: la utilización del carbón, del petróleo y del gas natural como fuentes de energía (ver gráfico)
emisiones
Esta constatación es determinante cuando se trata de elaborar soluciones. El grupo de expertos del GIEC han sintetizado la literatura existente sobre los modelos para "mitigar" el calentamiento y distingue ocho escenarios en función del nivel al que sería estabilizada la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera de aquí a finales del siglo. Para cada uno de estos escenarios, el cuadro presenta las reducciones de emisión que habría que realizar de aquí al año 2050 y al año 2100, así como probabilidad de que el incremento de la temperatura en relación al período preindustrial se mantenga bajo un cierto nivel (1,5º, 2º, 3º, 4ºC) a lo largo del siglo. En cada uno de los escenarios, el lugar que ocupa la combustión de combustibles fósiles en la reducción de las emisiones de CO2 es central.
Escenarios: entre la pesadilla y la revolución
El escenario menos exigente es aquel en el que las emisiones continúen aumentando más o menos al ritmo actual. En ese caso, la probabilidad de sobrepasar los 4ºC es"más grande que la probabilidad inversa". La lista de catástrofes sociales y ecológicas que se deriva de ella es una pesadilla y más larga que el Danubio. Por ejemplo, hablando de la salud humana, el informe proyecta que " la combinación del incremento de la temperatura y de la humedad en determinadas regiones y en determinados momentos del año, compromete la actividad humana normal, cultivo de alimentos y trabajo exterior incluidos". La productividad agrícola y pesquera se verán muy afectadas. El declive de la biodiversidad se acelerará.
En el otro extremo de los escenarios posibles, un reducido número de estudios prevén una estabilización de la concentración atmosférica a 430 ppm de CO 2eq/3. En la medida que ese es el nivel actual, el esfuerzo a realizar en ese escenario es extremadamente exigente; diríamos que colosal: las emisiones para el año 2050 deberían reducirse entre el 70 y el 95% (en relación al nivel de año 2010); en el año 2100 deberían haberse reducido entre 110 y 120%/4. El resumen para los responsables no dice nada más. Este escenario implica una reorientación revolucionaria en todos los dominios de la vida social. Pero, por otra parte, es el único que permitiría no sobrepasar el 1,5ºC de calentamiento: un objetivo que numerosos científicos (¡incluso el presidente de GIEC!) consideran necesario.
De hecho, el informe pone el acento, fundamentalmente, sobre los dos escenarios siguientes: El de la estabilización a 450ppm y el de una estabilización a 500 ppm. Según las modalidades, estos escenarios respetan los 2ºC como objetivo "probable" (lo que significa más del 66% de probabilidad), " más probable que improbable", o "tan probable como improbable". Solo será posible situarse por debajo de 1,5ºC en el marco de una estabilización a 450 ppm, pero las posibilidades son mínimas (es "más improbable que probable").
Una dificultad gigantesca
Estos escenarios dejan un margen (pequeño) para incrementar aún un poco la cantidad de gas de efecto invernadero enviados a la atmósfera (es decir, para seguir quemando durante cierto tiempo una cantidad determinada de combustibles fósiles). Sin embargo, son extremadamente restrictivos. Por ejemplo, en el caso de una estabilización a 450 ppm, las emisiones mundiales deberían descender entre el 42 y el 57% de aquí al año 2050 y entre el 78 y el 118% de aquí al año 2100 (en relación al año 2010). De aquí al año 2050, la parte de energía "cero carbono" o con débil intensidad de carbono debería aumentar en un 90% a nivel mundial/5. Teniendo en cuenta que el 785 de las emisiones se deben al CO2 que proviene de la combustión de combustibles fósiles y que esta combustión comprende al 80% de la energía utilizada por la humanidad, se puede medir la amplitud del problema…
Es verdad que existe una dimensión técnica de esta dificultad sobre la que no me extenderé aquí. Sobre todo existen las dimensiones sociales y políticas. El informe insiste sobre el reparto equitativo de los esfuerzos entre los países (en función de las responsabilidades históricas), sobre compartir tecnologías, sobre la necesidad de una colaboración internacional, sobre la importancia de combinar la lucha contra el calentamiento y la lucha contra la pobreza, sobre los imperativos éticos de esta combinación y los retos para el futuro de la humanidad… Se trata de puntos cruciales que potencialmente chocan de frente contra el neoliberalismo. Jamás un informe del GIEC había enviado un mensaje tan fuerte.
"Devaluar los activos"
Al mismo tiempo, hay una dificultad de orden social sobre la que el resumen para los responsables hablo poco y tiene una importancia decisiva. En un determinado momento se puede leer lo siguiente: " La política de atenuación podría devaluar los activos en energías fósiles y reducir la renta de los exportadores de combustibles fósiles (…) La mayoría de los escenarios de atenuación implican disminuciones de renta para los principales exportadores de carbón y petróleo."
Estas dos pequeñas frases, bastante discretas, nos remiten de hecho a una cuestión fundamental: para no superar los 2º C de calentamiento, el 80% de las reservas de combustibles conocidas deberían quedar bajo tierra y no ser extraídas nunca. Sin embargo, estas reservas forman pare de los activos de las compañías petrolíferas y de las (familias gobernantes de los) Estados productores. Por lo tanto, escribir que " la politica de atenuación podría devaluar los activos en energías fósiles" no es mas que un eufemismo. En realidad, una atenuación digna de ese nombre implica la destrucción pura y simple de la parte más grande de ese capital.
La patronal del sector de las energías fósiles conocen bien el riesgo. Es por eso que han financiado hasta saciarlos a los "climanegacionistas", lo que les ha permitido ganar tiempo. Pero, a la larga, es poco probable que las mentiras de esos charlatanes puedan contrarrestar la inquietante evidencia científica aportada por el GIEC. Por ello, cada vez más se pone el acento en la búsqueda de una política de atenuación compatible -el "realismo" obliga"- con la máxima garantía para los beneficios de la patronal del carbón, del petróleo y del gas natural.
Atacar al capital
La captura y el almacenamiento geológico del carbono (CCS) ocupa aquí un lugar estratégico y el informe del GIEC le otorga una gran importancia. Para no equivocarse, conviene saber que cuando los media se centran sobre la "buena noticia" (mantenerse por debajo de los 2ºC de incremento reducirá el crecimiento en apenas 0,06% /anual), que, efectivamente, esta cifra figura en el informe…; pero que el informa dice, también, que está calculada sobre la hipótesis de un despliegue masivo de la captura y almacenamiento del carbono. Según el informa, de aquí al año 2030, la transición energética exigiría inversiones de varios cientos de miles de millones de dólares por año a nivel mundial. Una buena suma… Pero, sin la CCS, los costes de transición aumentarían en un… 138% e incluso en un 200%.
No obstante, el papel de los combustibles fósiles no constituye mas que un aspecto de un problema más amplio: es la lógica de la acumulación [capitalista] la que está en juego. Decirlo, se ha convertido en una banalidad: el crecimiento infinito en un mundo finito no es posible. Para reducir drásticamente las emisiones de aquí al año 2050, sabiendo que estas emisiones provienen sobre todo de la conversión energética, es obligado reducir el consumo final de energía, y hacerlo en una cantidad que pone en cuestión, inevitablemente, el "siempre más". Dicho en plata: es preciso reducir la producción material y el transporte.
Y si se suprimen las producciones inútiles y dañinas, la obsolescencia programada, el transporte delirante en el marco de la globalización, etc., es posible sin dañar el bienestar de la gente (por el contrario, aumentándola). Y si se reparte el trabajo, la riqueza, los conocimientos y la tecnología…, es posible hacerlo sin atentar contra el empleo (por el contrario, favoreciéndolo). Pero cada una de estas hipótesis nos lleva inevitablemente a la misma conclusión: es preciso atacar al capital.
La mayoría de los investigadores que elaboran modelos de atenuación no toman en cuenta esta posibilidad. Para ellos, la acumulación forma parte del paisaje, incluso de las leyes naturales. A partir de ahí, además del CCS, la mayoría de ellos introducen en sus estrategias la extensión de la energía nuclear y la combustión masiva de biomasa. Son, por decirlo de alguna manera, los parches de la acumulación. El resumen para los responsables menciona algunos riesgos de estas tecnologías (sobre todo la competición con la producción alimentaria en el caso de la biomasa), pero el GIEC no hace más que recopilar estudios existentes haciéndose tributario de ellos.
Bastante más que un combate ecológico
A finales de 2015 la COP21 (Cumbre sobre el clima organizada por Naciones Unidas) está diseñadas para concluir con un acuerdo climático. El informe del GIEC situará a cada cual delante de sus responsabilidades. Apostamos a que pesará mucho en el ambiente. Pero no es mucho decir que los gobiernos no tienen en perspectiva ninguna hipótesis anticapitalista. Mientras que los perfiles de la catástrofe con cada vez más claros, verificados y temibles que nunca; cuando ya hay centenares de millones de pobres que constituyen las primeras víctimas del calentamiento… esos gobiernos no serán capaces, en el mejor de los casos, mas que de elaborar minuciosamente, a nuestras espaldas, un acuerdo climático totalmente insuficiente en el plano ecológico, injusto en el plano social y peligroso en el plano tecnológico. Las decisiones recientes de la Unión Europea son elocuentes (leer el artículo siguiente)
Que no ocurra eso depende exclusivamente de la movilización social. Porque se trata de algo más que de la cuestión ecológica. Se trata de un reto humano fundamental, una opción de sociedad y de civilización que condicionará el resto. El adversario es enorme. No se le puede hacer retroceder mas que a través de la acción colectiva de todas y todos los oprimidos y explotados. Utilicemos desde ahora la señal de alarma lanzada por el GIEC para construir un frente lo más amplio posible a favor de una alternativa a la vez social y ecológica; en una palabra: ecosocialista.
2/11/2014
Traducción: VIENTO SUR
Notas:
1/ El GIEC está compuesto por tres grupos de trabajo centrados respectivamente en: (1) el que evalúa los aspectos científicos del sistema climático y del cambio climático; (2) el que evalúa la vulnerabilidad de los sistemas socio económicos y naturales al cambio climático, sus consecuencias y las opciones de adaptación; y (3) el que evalúa las opciones para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero así como otras políticas de mitigación del cambio climático. Cada uno de estos grupo de trabajo redacta un informe y cada informe da lugar a un resumen para los responsables. Después, se publica un informe sintético que contiene, también, un resumen para los responsables. Los informes los redactan los científicos. Los resúmenes para los responsables son redactados conjuntamente por los científicos y representantes de los estados. Por lo tanto, comprometen a los gobiernos.
2/ Probablemente, a corto plazo (de aquí al 2100), esto permitiría (es decir, mas de 66% de probabilidad) contener el incremento del nivel de los mares en el año 2100 a cuarenta centímetros. Pero esta proyección no incluye la desintegración de la parte más frágil de los glaciares de la Antártica. Sin embargos, hace seis meses, dos equipos de investigación americanos llegaron a la conclusión que esta desintegración ya ha comenzado, no se puede detener y entrañará un incremento inevitable de 1,80 m en los 300 o 400 próximos años…
3/ La concentración de gas se expresa en volúmenes, en partes por millón (ppm: la cantidad de molécula de un gas determinado sobre un millón de moléculas). El poder de calentamiento de los diferentes gases de efecto invernadero se transforma en poder de calentamiento del CO2; en ese caso, se habla de C02 equivalente (CO2eq).
4/ Una disminución de más del 100% significa que la Tierra absorbe más gas de efecto invernadero que la que emite, lo que puede darse sobre todo si se ocupan grandes superficies con boques que absorben el CO2 por fotosíntesis.
5/ Las restricciones son análogas para los otros dos escenarios.

El engaño del acuerdo europeo sobre el clima
"La Unión Europa ha concluido un ambicioso acuerdo sobre el clima". Así nos anunciaron los media el acuerdo alcanzado en la cumbre celebrado por la UE a lo largo de la noche del 23 al 24 de octubre. Un examen detallado del mismo muestra que ese mensaje no es mas que pura propaganda.
40% en la reducción de emisiones
Los jefes de Estado y de gobierno de la Unión se han puesto de acuerdo sobre tres nuevos objetivos: reducir las emisiones de gas de efecto invernadero al 40% de aquí al año 2030 (en relación a 1990), lograr que la parte de las energías renovables alcance el 27% del consumo e incrementar la eficiencia energética en un 27%. Este tercer objetivo no se considera obligatorio y los dos primeros se contabilizaran tomando a la UE en su conjunto.
Hagamos un poco de memoria. Según los informes del GIEC (grupo de trabajo de la ONU) para que la temperatura del planeta no supere en 2º C el aumento de la temperatura en relación al siglo XVIII, los países desarrollados, que son los principales responsables del calentamiento del planeta, deberán haber reducido sus emisiones para el año 2050 entre 80 y 95%, pasando por una etapa intermedia (ente el 25 y 40%) para el año… 2020. Así pues, el acuerdo concluido el 24 de octubre se plantea alcanzar la cuota alta de la horquilla, solo que… con diez años de retraso.
Una cifra engañosa
La cifra del 40% es engañosa. Fundamentalmente, porque ignora las "emisiones grises"; o, dicho de otro modo, las emisiones derivadas de la producción de los bienes consumidos en Europa pero importados de otros países. Es preciso saber que la contabilidad de las emisiones se basa en el lugar de emisión y no en el espacio de consumo. Esta fórmula de cálculo fue adoptada en el marco de las negociaciones internacionales y no es neutra. Effectivamente: a la vista de que una parte creciente de bienes consumidos en los países desarrollados se produce en los países emergentes, la contabilidad basada en los espacios de producción conlleva que una parte de las emisiones debidas a los países ricos se les imputa a los pobres. Lo que da una imagen sesgada de la responsabilidad de los primeros y de sus esfuerzos para "mitigar" el calentamiento global.
Evidentemente, no solo existen los bienes producidos en el Sur y consumidos en el Norte, sino también bienes producidos en el Norte y consumidos en el Sur, bienes producidos en países del Sur y consumidos por otros países del Sur, bienes producidos en el Norte y consumidos en el Norte, y bienes producidos en un país del Sur que se transporta a otro país del Sur antes de ser consumido en el Norte… Todo esto resulta muy complicado, pero el principio es claro: para poder determinar de forma correcta las responsabilidades climáticas y los esfuerzos de unos y otros para limitar los daños, es necesario tener en cuenta todos estos elementos del comercio mundial a la hora de determinar las "emisiones netas" de cada país.
Transferencia neta de emisiones
Los investigadores se han dedicado a investigarlo para poder cuantificarlo/1. Sus trabajos confirman que una parte de las emisiones imputadas a los países en desarrollo se debe en realidad a los países desarrollados. Dicho de otro modo, que hay una "transferencia neta" de emisiones del Norte hacia el Sur.
Esta transferencia crece y se acelera con el paso del tiempo. Globalmente, los países desarrollados sometidos a los compromisos adquiridos en el protocolo de Kioto redujeron sus emisiones en un 2% entre 1990 y 2008 (muy por debajo de su promesa del 5,2%). A lo largo del mismo período, las "emisiones grises" importadas por estos países se multiplicaron por cuatro (de 0,4 Gt a 1,6Gt de CO2. Acumulativamente, el comercio internacional ha traído consigo que en 18 años se hayan transferido 16GT de CO2 de los países desarrollados hacia los países "en desarrollo". Sólo en el año 2008 se alcanzó este dato sorprendente: la transferencia neta de emisiones del Norte hacia el Sur fue al menos cinco veces más elevada que las reducciones operadas en el Norte en nombre de la responsabilidad con el Sur…
Reduzco pero… aumento
Como otros países, Europa se ha beneficiado de este truco. Se ha vanagloriado de haber cumplido casi el compromiso adquirido en el Protocolo de Kioto (8% de reducción de emisiones), lo que es cierto. Solo que… esas reducciones han sido netamente inferiores a las "emisiones grises" importadas bajo la forma de productos fabricados en otras partes. Desde este punto de vista, la realidad es que la UE no ha reducido sus emisiones, sino que ¡las ha aumentado.!
Los nuevos compromisos post-Kioto apenas modifican el escenario. Como señalan los autores del estudio citado más arriba: " Si la tendencia histórica continúa de forma lineal, las transferencias netas de emisiones del grupo de los países desarrollados al conjunto de los países en desarrollo se situará alrededor de 2,3 GT de CO2 por año en 2020, es decir, el 16% de las emisiones de los países desarrollados en 1990." Y también señalan que la cifra del 16% es "comparable a las ofertas de reducción más optimistas realizadas por los países desarrollados en el marco de los acuerdos de Copenhague."
No somos nosotros, son los chinos
De hecho, desde Kioto, la UE se comprometió a desarrollar la estrategia conocida como "3x20"; es decir, de cara a 2020: reducir en un 20% las emisiones, aumentar en un 20% las energías renovables e incrementar en un 20% la eficiencia energética. Como consecuencia del débil crecimiento y del escamoteo de las "emisiones grises", el 20% de reducción de emisiones para el años 2020 podría alcanzarse sin muchas dificultades.
Sin embargo, para seguir la trayectoria compatible con el límite de 2ºC, hubiera sido necesario alcanzar al menos un 30% de reducción para el 2020 (de hecho, sería más prudente alcanzar el 40%). El antiguo secretario de la convención marco sobre el cambio climático de Naciones Unidas, Ivo De Boer, ya se manifestó en ese sentido ante el Parlamento Europeo hace algunos años. En vano.
Los nuevos objetivos para 2030 van en el mismo sentido que los establecidos para 2020: teniendo en cuenta las "emisiones grises", el 40% de reducción anunciado por los Jefes de Estado y de Gobierno corren el riesgo de transformarse más o menos en un 15% de reducciones efectivas a nivel interno. Y no está excluido que sea menos…
La conclusión es clara: los dirigentes de la UE tratan de adormecernos mientras nos conducen hacia una catástrofe indescriptible e irreversible a todo trapo. Al mismo tiempo, y en caso de que nos despertemos inesperadamente, tienen a mano un argumento: "No somos nosotros, son los chinos".
Es necesaria otra política
Porque la trampa de la reducción del 40% no solo sirve para adormecernos sino también para asegurar a la UE le mejor posición posible en las negociaciones sobre el clima que deben concluir en Paris en diciembre de 2015, con el objetivo de favorecer los intereses de las grandes empresas que, cada vez en mayor número, osan decir alto y claro que sus beneficios están por encima de la salvación del clima tal como lo conocemos y en el seno del cual se ha desarrollado la humanidad.
Las grandes ONG medioambientalistas han condenado las decisiones del Consejo Europeo. Está bien. Pero sus argumentos nos dejan estupefactos: más que denunciar la forma como se contabilizan las emisiones, que imputa las "emisiones grises" a los países en desarrollo, tratan de convencer a los gobiernos y a la patronal de que una política climática más ambiciosa sería más ventajosa para la competitividad de sus empresas… Esta vía está abocada al fracaso. Los gobiernos, en este tema como en otros, actúan a favor de los intereses patronales. Más que jugar a consejeros gubernamentales, lo que hace falta es movilizar masivamente para que otra política social y ecológica sea posible.
28/10/2014
Traducción: VIENTO SUR
Notas
1/ Por ejemplo, "Growth in emission transfers via international trade from 1990 to 2008” en http://www.pnas.org/content/108/21/...

CAMBIO CLIMÁTICO

El GIEC lanza la voz de alarma
DANIEL TANURO
Miércoles 12 de noviembre de 2014
[En diciembre de 2015 se celebrará en Paris la COP21 (21ª conferencia de las partes sobre el cambio climático) bajo los auspicios de la ONU cuyo objetivo es alcanzar un acuerdo a nivel mundial para hacer frente al cambio climático y a los riesgos que acarrea. El documento base para esta reunión lo constituye el V Informe del GIEC (Grupo intergubernamental de expertos sobre cambio climático) puesto en pie en 1988 por dos organismos de Naciones Unidas: la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el medioambiente.
En los dos artículos que publicamos a continuación, Daniel Tanuro analiza, en primer lugar, el significado del resumen hecho público del V Informe y, segundo lugar, las propuesta de la UE de cara a esa cumbre.]
V Informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático (GIEC) -acaba de hacer pública la síntesis de su V Informe sobre la evaluación, así como el resumen de las propuestas para quienes tengan que adoptar medidas (los responsables, en el lenguaje del informe)/1.
El diagnóstico no ofrece sorpresas:
  • El calentamiento continúa; fundamentalmente debido a la combustión de combustibles fósiles. Sus efectos negativos son netamente más importantes que sus efectos positivos.
  • Probablemente aún estamos a tiempo de evitar que la temperatura media sea superior en 2º C en relación al período pre-industrial, pero las medidas adoptadas a lo largo de estos últimos 20 años nos conducen sin remisión hacia un calentamiento entre 3,7 y 4,8º (2,5 y 78,8º si tomamos en consideración la incertidumbre climática) que conllevaría " riesgos elevados a muy elevados, con impactos severos, amplios e imprevisibles".
Una inquietud palpable
La evaluación que se presenta en este 5º informe no difiere fundamentalmente de las precedentes, pero el grado de precisión de las precauciones que plantea es mucho mayor: se comienzan a dilucidar las zonas oscuras que existían hasta ahora y la inquietud de quienes han realizado el informe se revela más neta que nunca. La expresión "prácticamente seguro" (o sea, más del 99% de probabilidades) se emplea cada vez más para caracterizar el nivel de probabilidad de tal o cual fenómeno. Por ejemplo, en deshielo creciente del permahielo y el aumento continuo del nivel de los mares durante varios siglos se consideran como "prácticamente seguros", incluso en caso de que se de una reducción drástica de las emisiones.
Más allá del tono científico "objetivo" del informe, el GIEC lanza una voz de alarma. La inquietud de los expertos está a la vista. Se comprueba en el hecho de que el resumen sobre las decisiones a adoptar integra un apartado sobre el creciente riesgo de "cambios bruscos e irreversibles" a partir del año 2100. Por ejemplo, en él podemos leer que "el umbral para la desaparición de la capa de hielo de Groenlandia, que produciría un incremento de 7 metros en el nivel de los mares en un milenio, es superior a 1ºC pero inferior a 4ºC de calentamiento global" . Así pues, a largo plazo, limitar el calentamiento a 2ºC no elimina del todo el riesgo de una transformación extremadamente grande del "ecosistema terrestre"/2
Los principales responsables: los combustibles fósiles
Regularmente, los media se hacen eco de informaciones que inciden en la responsabilidad del metano producido por los rumiantes o de las emisiones de CO2derivadas de la deforestación. Hay una parte de verdad en esas informaciones, pero el informe del GIEC pone los puntos sobre las íes: " Las emisiones de CO2 provienen de la combustión de combustibles fósiles, y los procesos industriales han contribuido en un 78% al total de las emisiones de gas de efecto invernadero desde 1970 a 2010, con una contribución similar, en cuanto a porcentaje, entre el año 2000 y el 2010" . El gráfico sobre la contribución de los diferentes gases entre 1970 y 2010 confirma que el problema esencial está ahí: la utilización del carbón, del petróleo y del gas natural como fuentes de energía (ver gráfico)
emisiones
Esta constatación es determinante cuando se trata de elaborar soluciones. El grupo de expertos del GIEC han sintetizado la literatura existente sobre los modelos para "mitigar" el calentamiento y distingue ocho escenarios en función del nivel al que sería estabilizada la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera de aquí a finales del siglo. Para cada uno de estos escenarios, el cuadro presenta las reducciones de emisión que habría que realizar de aquí al año 2050 y al año 2100, así como probabilidad de que el incremento de la temperatura en relación al período preindustrial se mantenga bajo un cierto nivel (1,5º, 2º, 3º, 4ºC) a lo largo del siglo. En cada uno de los escenarios, el lugar que ocupa la combustión de combustibles fósiles en la reducción de las emisiones de CO2 es central.
Escenarios: entre la pesadilla y la revolución
El escenario menos exigente es aquel en el que las emisiones continúen aumentando más o menos al ritmo actual. En ese caso, la probabilidad de sobrepasar los 4ºC es"más grande que la probabilidad inversa". La lista de catástrofes sociales y ecológicas que se deriva de ella es una pesadilla y más larga que el Danubio. Por ejemplo, hablando de la salud humana, el informe proyecta que " la combinación del incremento de la temperatura y de la humedad en determinadas regiones y en determinados momentos del año, compromete la actividad humana normal, cultivo de alimentos y trabajo exterior incluidos". La productividad agrícola y pesquera se verán muy afectadas. El declive de la biodiversidad se acelerará.
En el otro extremo de los escenarios posibles, un reducido número de estudios prevén una estabilización de la concentración atmosférica a 430 ppm de CO 2eq/3. En la medida que ese es el nivel actual, el esfuerzo a realizar en ese escenario es extremadamente exigente; diríamos que colosal: las emisiones para el año 2050 deberían reducirse entre el 70 y el 95% (en relación al nivel de año 2010); en el año 2100 deberían haberse reducido entre 110 y 120%/4. El resumen para los responsables no dice nada más. Este escenario implica una reorientación revolucionaria en todos los dominios de la vida social. Pero, por otra parte, es el único que permitiría no sobrepasar el 1,5ºC de calentamiento: un objetivo que numerosos científicos (¡incluso el presidente de GIEC!) consideran necesario.
De hecho, el informe pone el acento, fundamentalmente, sobre los dos escenarios siguientes: El de la estabilización a 450ppm y el de una estabilización a 500 ppm. Según las modalidades, estos escenarios respetan los 2ºC como objetivo "probable" (lo que significa más del 66% de probabilidad), " más probable que improbable", o "tan probable como improbable". Solo será posible situarse por debajo de 1,5ºC en el marco de una estabilización a 450 ppm, pero las posibilidades son mínimas (es "más improbable que probable").
Una dificultad gigantesca
Estos escenarios dejan un margen (pequeño) para incrementar aún un poco la cantidad de gas de efecto invernadero enviados a la atmósfera (es decir, para seguir quemando durante cierto tiempo una cantidad determinada de combustibles fósiles). Sin embargo, son extremadamente restrictivos. Por ejemplo, en el caso de una estabilización a 450 ppm, las emisiones mundiales deberían descender entre el 42 y el 57% de aquí al año 2050 y entre el 78 y el 118% de aquí al año 2100 (en relación al año 2010). De aquí al año 2050, la parte de energía "cero carbono" o con débil intensidad de carbono debería aumentar en un 90% a nivel mundial/5. Teniendo en cuenta que el 785 de las emisiones se deben al CO2 que proviene de la combustión de combustibles fósiles y que esta combustión comprende al 80% de la energía utilizada por la humanidad, se puede medir la amplitud del problema…
Es verdad que existe una dimensión técnica de esta dificultad sobre la que no me extenderé aquí. Sobre todo existen las dimensiones sociales y políticas. El informe insiste sobre el reparto equitativo de los esfuerzos entre los países (en función de las responsabilidades históricas), sobre compartir tecnologías, sobre la necesidad de una colaboración internacional, sobre la importancia de combinar la lucha contra el calentamiento y la lucha contra la pobreza, sobre los imperativos éticos de esta combinación y los retos para el futuro de la humanidad… Se trata de puntos cruciales que potencialmente chocan de frente contra el neoliberalismo. Jamás un informe del GIEC había enviado un mensaje tan fuerte.
"Devaluar los activos"
Al mismo tiempo, hay una dificultad de orden social sobre la que el resumen para los responsables hablo poco y tiene una importancia decisiva. En un determinado momento se puede leer lo siguiente: " La política de atenuación podría devaluar los activos en energías fósiles y reducir la renta de los exportadores de combustibles fósiles (…) La mayoría de los escenarios de atenuación implican disminuciones de renta para los principales exportadores de carbón y petróleo."
Estas dos pequeñas frases, bastante discretas, nos remiten de hecho a una cuestión fundamental: para no superar los 2º C de calentamiento, el 80% de las reservas de combustibles conocidas deberían quedar bajo tierra y no ser extraídas nunca. Sin embargo, estas reservas forman pare de los activos de las compañías petrolíferas y de las (familias gobernantes de los) Estados productores. Por lo tanto, escribir que " la politica de atenuación podría devaluar los activos en energías fósiles" no es mas que un eufemismo. En realidad, una atenuación digna de ese nombre implica la destrucción pura y simple de la parte más grande de ese capital.
La patronal del sector de las energías fósiles conocen bien el riesgo. Es por eso que han financiado hasta saciarlos a los "climanegacionistas", lo que les ha permitido ganar tiempo. Pero, a la larga, es poco probable que las mentiras de esos charlatanes puedan contrarrestar la inquietante evidencia científica aportada por el GIEC. Por ello, cada vez más se pone el acento en la búsqueda de una política de atenuación compatible -el "realismo" obliga"- con la máxima garantía para los beneficios de la patronal del carbón, del petróleo y del gas natural.
Atacar al capital
La captura y el almacenamiento geológico del carbono (CCS) ocupa aquí un lugar estratégico y el informe del GIEC le otorga una gran importancia. Para no equivocarse, conviene saber que cuando los media se centran sobre la "buena noticia" (mantenerse por debajo de los 2ºC de incremento reducirá el crecimiento en apenas 0,06% /anual), que, efectivamente, esta cifra figura en el informe…; pero que el informa dice, también, que está calculada sobre la hipótesis de un despliegue masivo de la captura y almacenamiento del carbono. Según el informa, de aquí al año 2030, la transición energética exigiría inversiones de varios cientos de miles de millones de dólares por año a nivel mundial. Una buena suma… Pero, sin la CCS, los costes de transición aumentarían en un… 138% e incluso en un 200%.
No obstante, el papel de los combustibles fósiles no constituye mas que un aspecto de un problema más amplio: es la lógica de la acumulación [capitalista] la que está en juego. Decirlo, se ha convertido en una banalidad: el crecimiento infinito en un mundo finito no es posible. Para reducir drásticamente las emisiones de aquí al año 2050, sabiendo que estas emisiones provienen sobre todo de la conversión energética, es obligado reducir el consumo final de energía, y hacerlo en una cantidad que pone en cuestión, inevitablemente, el "siempre más". Dicho en plata: es preciso reducir la producción material y el transporte.
Y si se suprimen las producciones inútiles y dañinas, la obsolescencia programada, el transporte delirante en el marco de la globalización, etc., es posible sin dañar el bienestar de la gente (por el contrario, aumentándola). Y si se reparte el trabajo, la riqueza, los conocimientos y la tecnología…, es posible hacerlo sin atentar contra el empleo (por el contrario, favoreciéndolo). Pero cada una de estas hipótesis nos lleva inevitablemente a la misma conclusión: es preciso atacar al capital.
La mayoría de los investigadores que elaboran modelos de atenuación no toman en cuenta esta posibilidad. Para ellos, la acumulación forma parte del paisaje, incluso de las leyes naturales. A partir de ahí, además del CCS, la mayoría de ellos introducen en sus estrategias la extensión de la energía nuclear y la combustión masiva de biomasa. Son, por decirlo de alguna manera, los parches de la acumulación. El resumen para los responsables menciona algunos riesgos de estas tecnologías (sobre todo la competición con la producción alimentaria en el caso de la biomasa), pero el GIEC no hace más que recopilar estudios existentes haciéndose tributario de ellos.
Bastante más que un combate ecológico
A finales de 2015 la COP21 (Cumbre sobre el clima organizada por Naciones Unidas) está diseñadas para concluir con un acuerdo climático. El informe del GIEC situará a cada cual delante de sus responsabilidades. Apostamos a que pesará mucho en el ambiente. Pero no es mucho decir que los gobiernos no tienen en perspectiva ninguna hipótesis anticapitalista. Mientras que los perfiles de la catástrofe con cada vez más claros, verificados y temibles que nunca; cuando ya hay centenares de millones de pobres que constituyen las primeras víctimas del calentamiento… esos gobiernos no serán capaces, en el mejor de los casos, mas que de elaborar minuciosamente, a nuestras espaldas, un acuerdo climático totalmente insuficiente en el plano ecológico, injusto en el plano social y peligroso en el plano tecnológico. Las decisiones recientes de la Unión Europea son elocuentes (leer el artículo siguiente)
Que no ocurra eso depende exclusivamente de la movilización social. Porque se trata de algo más que de la cuestión ecológica. Se trata de un reto humano fundamental, una opción de sociedad y de civilización que condicionará el resto. El adversario es enorme. No se le puede hacer retroceder mas que a través de la acción colectiva de todas y todos los oprimidos y explotados. Utilicemos desde ahora la señal de alarma lanzada por el GIEC para construir un frente lo más amplio posible a favor de una alternativa a la vez social y ecológica; en una palabra: ecosocialista.
2/11/2014
Traducción: VIENTO SUR
Notas:
1/ El GIEC está compuesto por tres grupos de trabajo centrados respectivamente en: (1) el que evalúa los aspectos científicos del sistema climático y del cambio climático; (2) el que evalúa la vulnerabilidad de los sistemas socio económicos y naturales al cambio climático, sus consecuencias y las opciones de adaptación; y (3) el que evalúa las opciones para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero así como otras políticas de mitigación del cambio climático. Cada uno de estos grupo de trabajo redacta un informe y cada informe da lugar a un resumen para los responsables. Después, se publica un informe sintético que contiene, también, un resumen para los responsables. Los informes los redactan los científicos. Los resúmenes para los responsables son redactados conjuntamente por los científicos y representantes de los estados. Por lo tanto, comprometen a los gobiernos.
2/ Probablemente, a corto plazo (de aquí al 2100), esto permitiría (es decir, mas de 66% de probabilidad) contener el incremento del nivel de los mares en el año 2100 a cuarenta centímetros. Pero esta proyección no incluye la desintegración de la parte más frágil de los glaciares de la Antártica. Sin embargos, hace seis meses, dos equipos de investigación americanos llegaron a la conclusión que esta desintegración ya ha comenzado, no se puede detener y entrañará un incremento inevitable de 1,80 m en los 300 o 400 próximos años…
3/ La concentración de gas se expresa en volúmenes, en partes por millón (ppm: la cantidad de molécula de un gas determinado sobre un millón de moléculas). El poder de calentamiento de los diferentes gases de efecto invernadero se transforma en poder de calentamiento del CO2; en ese caso, se habla de C02 equivalente (CO2eq).
4/ Una disminución de más del 100% significa que la Tierra absorbe más gas de efecto invernadero que la que emite, lo que puede darse sobre todo si se ocupan grandes superficies con boques que absorben el CO2 por fotosíntesis.
5/ Las restricciones son análogas para los otros dos escenarios.

El engaño del acuerdo europeo sobre el clima
"La Unión Europa ha concluido un ambicioso acuerdo sobre el clima". Así nos anunciaron los media el acuerdo alcanzado en la cumbre celebrado por la UE a lo largo de la noche del 23 al 24 de octubre. Un examen detallado del mismo muestra que ese mensaje no es mas que pura propaganda.
40% en la reducción de emisiones
Los jefes de Estado y de gobierno de la Unión se han puesto de acuerdo sobre tres nuevos objetivos: reducir las emisiones de gas de efecto invernadero al 40% de aquí al año 2030 (en relación a 1990), lograr que la parte de las energías renovables alcance el 27% del consumo e incrementar la eficiencia energética en un 27%. Este tercer objetivo no se considera obligatorio y los dos primeros se contabilizaran tomando a la UE en su conjunto.
Hagamos un poco de memoria. Según los informes del GIEC (grupo de trabajo de la ONU) para que la temperatura del planeta no supere en 2º C el aumento de la temperatura en relación al siglo XVIII, los países desarrollados, que son los principales responsables del calentamiento del planeta, deberán haber reducido sus emisiones para el año 2050 entre 80 y 95%, pasando por una etapa intermedia (ente el 25 y 40%) para el año… 2020. Así pues, el acuerdo concluido el 24 de octubre se plantea alcanzar la cuota alta de la horquilla, solo que… con diez años de retraso.
Una cifra engañosa
La cifra del 40% es engañosa. Fundamentalmente, porque ignora las "emisiones grises"; o, dicho de otro modo, las emisiones derivadas de la producción de los bienes consumidos en Europa pero importados de otros países. Es preciso saber que la contabilidad de las emisiones se basa en el lugar de emisión y no en el espacio de consumo. Esta fórmula de cálculo fue adoptada en el marco de las negociaciones internacionales y no es neutra. Effectivamente: a la vista de que una parte creciente de bienes consumidos en los países desarrollados se produce en los países emergentes, la contabilidad basada en los espacios de producción conlleva que una parte de las emisiones debidas a los países ricos se les imputa a los pobres. Lo que da una imagen sesgada de la responsabilidad de los primeros y de sus esfuerzos para "mitigar" el calentamiento global.
Evidentemente, no solo existen los bienes producidos en el Sur y consumidos en el Norte, sino también bienes producidos en el Norte y consumidos en el Sur, bienes producidos en países del Sur y consumidos por otros países del Sur, bienes producidos en el Norte y consumidos en el Norte, y bienes producidos en un país del Sur que se transporta a otro país del Sur antes de ser consumido en el Norte… Todo esto resulta muy complicado, pero el principio es claro: para poder determinar de forma correcta las responsabilidades climáticas y los esfuerzos de unos y otros para limitar los daños, es necesario tener en cuenta todos estos elementos del comercio mundial a la hora de determinar las "emisiones netas" de cada país.
Transferencia neta de emisiones
Los investigadores se han dedicado a investigarlo para poder cuantificarlo/1. Sus trabajos confirman que una parte de las emisiones imputadas a los países en desarrollo se debe en realidad a los países desarrollados. Dicho de otro modo, que hay una "transferencia neta" de emisiones del Norte hacia el Sur.
Esta transferencia crece y se acelera con el paso del tiempo. Globalmente, los países desarrollados sometidos a los compromisos adquiridos en el protocolo de Kioto redujeron sus emisiones en un 2% entre 1990 y 2008 (muy por debajo de su promesa del 5,2%). A lo largo del mismo período, las "emisiones grises" importadas por estos países se multiplicaron por cuatro (de 0,4 Gt a 1,6Gt de CO2. Acumulativamente, el comercio internacional ha traído consigo que en 18 años se hayan transferido 16GT de CO2 de los países desarrollados hacia los países "en desarrollo". Sólo en el año 2008 se alcanzó este dato sorprendente: la transferencia neta de emisiones del Norte hacia el Sur fue al menos cinco veces más elevada que las reducciones operadas en el Norte en nombre de la responsabilidad con el Sur…
Reduzco pero… aumento
Como otros países, Europa se ha beneficiado de este truco. Se ha vanagloriado de haber cumplido casi el compromiso adquirido en el Protocolo de Kioto (8% de reducción de emisiones), lo que es cierto. Solo que… esas reducciones han sido netamente inferiores a las "emisiones grises" importadas bajo la forma de productos fabricados en otras partes. Desde este punto de vista, la realidad es que la UE no ha reducido sus emisiones, sino que ¡las ha aumentado.!
Los nuevos compromisos post-Kioto apenas modifican el escenario. Como señalan los autores del estudio citado más arriba: " Si la tendencia histórica continúa de forma lineal, las transferencias netas de emisiones del grupo de los países desarrollados al conjunto de los países en desarrollo se situará alrededor de 2,3 GT de CO2 por año en 2020, es decir, el 16% de las emisiones de los países desarrollados en 1990." Y también señalan que la cifra del 16% es "comparable a las ofertas de reducción más optimistas realizadas por los países desarrollados en el marco de los acuerdos de Copenhague."
No somos nosotros, son los chinos
De hecho, desde Kioto, la UE se comprometió a desarrollar la estrategia conocida como "3x20"; es decir, de cara a 2020: reducir en un 20% las emisiones, aumentar en un 20% las energías renovables e incrementar en un 20% la eficiencia energética. Como consecuencia del débil crecimiento y del escamoteo de las "emisiones grises", el 20% de reducción de emisiones para el años 2020 podría alcanzarse sin muchas dificultades.
Sin embargo, para seguir la trayectoria compatible con el límite de 2ºC, hubiera sido necesario alcanzar al menos un 30% de reducción para el 2020 (de hecho, sería más prudente alcanzar el 40%). El antiguo secretario de la convención marco sobre el cambio climático de Naciones Unidas, Ivo De Boer, ya se manifestó en ese sentido ante el Parlamento Europeo hace algunos años. En vano.
Los nuevos objetivos para 2030 van en el mismo sentido que los establecidos para 2020: teniendo en cuenta las "emisiones grises", el 40% de reducción anunciado por los Jefes de Estado y de Gobierno corren el riesgo de transformarse más o menos en un 15% de reducciones efectivas a nivel interno. Y no está excluido que sea menos…
La conclusión es clara: los dirigentes de la UE tratan de adormecernos mientras nos conducen hacia una catástrofe indescriptible e irreversible a todo trapo. Al mismo tiempo, y en caso de que nos despertemos inesperadamente, tienen a mano un argumento: "No somos nosotros, son los chinos".
Es necesaria otra política
Porque la trampa de la reducción del 40% no solo sirve para adormecernos sino también para asegurar a la UE le mejor posición posible en las negociaciones sobre el clima que deben concluir en Paris en diciembre de 2015, con el objetivo de favorecer los intereses de las grandes empresas que, cada vez en mayor número, osan decir alto y claro que sus beneficios están por encima de la salvación del clima tal como lo conocemos y en el seno del cual se ha desarrollado la humanidad.
Las grandes ONG medioambientalistas han condenado las decisiones del Consejo Europeo. Está bien. Pero sus argumentos nos dejan estupefactos: más que denunciar la forma como se contabilizan las emisiones, que imputa las "emisiones grises" a los países en desarrollo, tratan de convencer a los gobiernos y a la patronal de que una política climática más ambiciosa sería más ventajosa para la competitividad de sus empresas… Esta vía está abocada al fracaso. Los gobiernos, en este tema como en otros, actúan a favor de los intereses patronales. Más que jugar a consejeros gubernamentales, lo que hace falta es movilizar masivamente para que otra política social y ecológica sea posible.
28/10/2014
Traducción: VIENTO SUR
Notas
1/ Por ejemplo, "Growth in emission transfers via international trade from 1990 to 2008” en http://www.pnas.org/content/108/21/...