miércoles, 28 de septiembre de 2011

MACROECONOMIA Y ACTIVIDAD MINERA

Por Salomón Kalmanovitz



El Gobierno central se resignó a aumentar su déficit excusándose en la emergencia invernal y su compromiso electoral de no hacer reforma tributaria. No contaba con que el financiamiento de ese déficit podía encontrar problemas si se deterioraba el escenario global, algo que se insinuaba claramente desde hace un año, tanto en Europa como en Estados Unidos.
El Banco de la República, entretanto, aumentaba su tasa de interés para enfriar la economía, incentivando el endeudamiento externo, mucho más barato, de las grandes empresas del país. Hay pues una exposición tanto del sector público como del privado a los vientos de cola que puedan desatarse por la crisis global. En días pasados, el presidente Santos salió a solicitar acciones colectivas para superar la crisis, sin que se entienda cómo y, peor, sin comprometerse a subsanar las vulnerabilidades anotadas.
La bonanza minera la están apropiando más los inversionistas extranjeros que el Gobierno o el país. Recientemente, la Drummond vendió una quinta parte de su operación a una firma japonesa por US$2.500 millones, con lo cual más que recupera su inversión por US$2.000 millones y queda con un activo avaluado en US$10.000 millones por un recurso natural que es supuestamente de la Nación.
Nuestro régimen de regalías es el mismo de cuando los precios de las materias primas eran una cuarta parte de los que rigieron en el último año. La regalía por el carbón es de 10%, cuando en Australia se acaba de trepar al 30%. Su precio pasó de US$40 a US$160 la tonelada. La correspondiente al oro es de 4%, que pasó de US$400 la onza a US$1.900; la explotación a cielo abierto del oro es bastante destructiva del medio ambiente y consumidora de agua en enormes cantidades. La regalía de esmeraldas es de 1,5%, lo cual debe tener contento a Víctor Carranza.
Para contrarrestar la presión sobre la tasa de cambio que produce la inversión extranjera al entrar y los ingresos en divisas de la exportación (sólo reintegran lo que se gastan en capital de trabajo), el país debía ahorrar no sólo buena parte de la bonanza sino aumentar la tributación interna para al menos equilibrar sus finanzas.
El logro de ambos objetivos exige aumentar la tributación a las empresas mineras y simplificar el régimen tributario interno para taponar la evasión, que es enorme: por ejemplo, en Cartagena sólo siete personas declararon tener un patrimonio mayor de $1.000 millones, cuando los precios de la finca raíz en el centro histórico están a $12 millones el metro y a $8 millones en el norte de la ciudad. Al parecer, muchas familias pudientes tienen empresas de papel en los paraísos fiscales de Panamá e Islas Caimán, las cuales terminan siendo “dueñas” de sus inmuebles.
Para contrarrestar los efectos sobre la tasa de cambio de las bonanzas mineras, países como Chile cuentan con ahorros en un fondo soberano de US$25.000 millones y Noruega de ¡US$520.000 millones! Colombia debe al resto del mundo 52% de su PIB, el Fondo de Ahorro Petrolero está en terreno negativo, las regalías que recibimos fueron de $6,5 billones, pero el Gobierno devolvió a los mismos contribuyentes $3,5 billones. Todas terminan siendo necedades macroeconómicas.
Tomado del diario Colombiano "El Espectador" 25 de Septiembre de 2011

lunes, 12 de septiembre de 2011

Piratas de aire, mar y tierra

Por Silvia Ribeiro
10 de Septiembre de 2011, Revista Sinpermiso




El Reino Unido anunció que en octubre de 2011 comenzará un experimento unilateral de geoingeniería, es decir, de manipulación climática. Es la primera parte de un proyecto mucho mayor para inyectar partículas azufradas en la estratósfera, creando una especie de nube volcánica artificial, para desviar parte de la radiación solar que llega a la tierra, supuestamente para bajar la temperatura.
El experimento contradice el espíritu de la moratoria que estableció Naciones Unidas contra la geoingeniería en 2010 y muestra claramente la intención del Reino Unido, al igual que Estados Unidos y unos pocos países más, de avanzar unilateralmente la manipulación climática, algo que aumentará más el caos climático global, con impactos potenciales muy graves sobre otros países.
Pese a ello, los promotores de la geoingeniería defienden estos remiendos tecnológicos a mega escala, argumentando que aunque no se reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, ellos pueden resolver técnicamente el problema, bajando la temperatura global a la fuerza. O sea podrían seguir calentando el planeta, evitar cumplir con compromisos internacionales de reducción y crear nuevos negocios basados en tecnologías extremadamente peligrosas.
El experimento que plantea el Reino Unido consiste en colocar una manguera de un kilómetro de largo que apunta al cielo, sostenida en el aire por un enorme globo inflado con helio por la cual arrojarán agua de mar. Afirman que ahora no van diseminar partículas azufradas, porque la prueba es para ver si el mecanismo funciona. El objetivo es luego hacer lo mismo a mayor altura y entonces sí, diseminando compuestos químicos tóxicos. Es parte del proyecto SPICE Stratospheric Particle Injection for Climate Engineering (Inyección estratosférica de partículas para la ingeniería del clima) financiado por el Consejo de Investigación en Ingeniería y Ciencias Físicas con 1.6 millones de libras esterlinas, coordinado por la Universidad de Bristol con participación de científicos de esa universidad y las de Cambridge y Oxford.
Aunque por ahora el experimento parece más ridículo que peligroso, no hay nada de gracioso en que se estén usando recursos para avanzar la manipulación climática, a despecho de las preocupaciones de la vasta mayoría de los países, particularmente los del Sur, que son los que más sufren los impactos de la crisis climática y ahora sufrirán los de la manipulación climática. El clima es un sistema global, del que dependemos todos y todo, no de los que tienen el dinero y la falta de escrúpulos para manipularlo.
La manipulación climática en pequeña escala ya tienen gravísimos impactos. En varios países de América Latina (además de otros continentes) hay empresas que manipulan el tiempo atmosférico, produciendo sequías o lluvias, según los intereses de lucro de industrias y grandes hacendados que compran el servicio.
Hay casos dramáticos por todo el continente, de empresas agrícolas que usan cañones con químicos y otros métodos para producir sequía, con consecuencias devastadoras para las comunidades aledañas. Por ejemplo, la empresa Nintanga, SA, en Ecuador produce intencionalmente sequía por más de ocho meses para beneficiar sus cultivos de brócoli en Cotopaxi, Ecuador, dejando a varias comunidades campesinas sin las bases mínimas para su sustento. Casos similares ocurren en México, Chile, Argentina, Colombia y muchos otros países, sin ningún control y solamente por el lucro que consiguen grandes hacendados y empresas exportadoras de hortalizas. También, inspirados en los métodos usados por Estados Unidos en la guerra de Vietnam (como la operación Popeye, ahora conocida por documentos desclasificados), se siembran nubes, inyectando ioduro de plata en las nubes para provocar lluvia, para eliminarla de ciertos lugares o precipitarla en otros donde no caería. En todos los casos, la disrupción del equilibrio natural de las lluvias tiene impactos sobre muchos otros que no decidieron sobre ello y dependen del equilibrio del clima para su subsistencia. Como lamentablemente este método se usa hace ya tiempo, la Organización Meteorológica Mundial ha observado que en ciertas zonas están cambiando permanentemente los patrones de lluvia, vientos, temperatura, con consecuencias regionales y globales.
El experimento actual del Reino Unido, es una forma de geoingeniería que llaman manejo de la radiación solar, no dirigida a lugares focalizados, sino con la intención (indescriptiblemente arrogante) de manejar los efectos del sol sobre la tierra. Sobre este tipo de propuestas, existen análisis de meteorólogos y climatólogos reconocidos, que advierten que la caída de las partículas usadas tendrá efectos tóxicos en fauna y flora de extensas áreas y en cientos de miles de humanos, con efectos similares al descenso de partículas de las nubes volcánicas. Además, aseguran que para lograr desviar la radiación solar en forma permanente y en la dimensión para afectar la temperatura global, se desequilibrarán los regímenes de lluvia y viento, afectando las bases de sustento de 2000 millones de personas en Asia y África.
No existe ninguna forma de geoingeniería que sea tan pequeña que no tenga impactos sobre otros que no decidieron sobre su uso. En todos los casos se trata de que los que tienen dinero, la usarán a su favor, a costa de los intereses de los demás. Urge profundizar la moratoria, convirtiéndola en una prohibición global a la geoingeniería.

Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC.


La Jornada, 10 de septiembre de 2011